Etica y pol¨ªtica

En el quehacer pol¨ªtico cotidiano, en representaci¨®n de la ciudadan¨ªa y desde cualquier nivel de responsabilidad p¨²blica, puede suceder, y a veces sucede, que un ¨ªntimo sentimiento contradiga el pensar y el hacer colectivos del grupo pol¨ªtico, a trav¨¦s del cual detentamos nuestra propia representatividad.Cuando tal conflicto entre nuestra conciencia y la lealtad hacia el grupo al que pertenecemos se produce, lo propio es esforzarse dentro del mismo en persuadir a sus componentes de la bondad de la propia convicci¨®n y en ganar para ella a la mayor¨ªa del mismo.

Cuando el esfuerzo resulta infructuoso y el sentir de los dem¨¢s prevalece, lo ¨¦tico es aceptar el veredicto de la mayor¨ªa y actuar, en consonancia con el mismo. Si ello acarrea una violencia insuperable sobre el sentir propio, la decisi¨®n inmediata es el abandono de la representatividad, del grupo y del cargo que se ostenta antes de y no durante el acto parlamentario en que se manifiesta, mediante el voto, la voluntad mayoritaria. Por razones pol¨ªticas y por razones ¨¦ticas. Pol¨ªticas, porque si todos y cada uno actu¨¢semos al gusto propio, traicionar¨ªamos la representatividad del partido pol¨ªtico y, a trav¨¦s de ¨¦l, de la ciudadan¨ªa, que ostentamos, poniendo en cuesti¨®n el sistema constitucional y la democracia misma.

Si adem¨¢s lo hacemos escenificando nuestra deslealtad, con premedit¨¢ci¨®n y hasta perfidia, no puede uno refugiarse en principios morales o razones ¨¦ticas. El aplauso del adversario pol¨ªtico ante una actuaci¨®n de tal naturaleza descalifica al aplaudido tanto como al que le jalea.

Por ¨¦tica se entiende la parte de la filosof¨ªa que trata de la moral y de las obligaciones del hombre. Por ventura, la inmensa mayor¨ªa estamos en pol¨ªtica por ¨¦tica, entre otras razones honorables. Sin egolatr¨ªa y con caballerosidad. .