El misterio de Alejandro permanece inviolado
Seg¨²n los indicios, el hallazgo de la tumba del conquistador en Siwa es un 'bluff'
M¨¢s de 23 siglos despu¨¦s de su muerte, Alejandro Magno ha vuelto a demostrar que su nombre y su leyenda son capaces de conmover a¨²n a la humanidad. ?se es el lado bueno del asunto. El malo es que la fascinaci¨®n que ejerce el mito debilita las sanas barreras del escepticismo. Ha bastado que estos d¨ªas una arque¨®loga griega aficionada anunciara el supuesto descubrimiento de la perdida tumba del conquistador para que corrieran r¨ªos de tinta, se aceleraran muchos corazones y en los sue?os, de los m¨¢s rom¨¢nticos se dibujara ya el fragante -Plutarco afirma que su cutis desped¨ªa el mejor olor- perfil del joven rey. Desgraciadamente, el hallazgo tiene todo el aspecto de haber sido un enorme bluff.
Las pruebas aportadas no son suficientes para decir que Alejandro reposa en el lejano oasis egipcio de Siwa como, no obstante, contin¨²a afirmando con vehemencia la arque¨®loga Liana Souvaltzis, autora del descubrimiento. Alejandro sigue escondido: seguramente en Alejandr¨ªa, donde sit¨²an su tumba (la Soma) las fuentes cl¨¢sicas y los especialistas m¨¢s reputados (acaso en alguno de los subterr¨¢neos bajo la mezquita de Nebi-Daniel). En todo caso, el destino final de Alejandro contin¨²a siendo un misterio. Hasta es posible que sus sagrados restos fueran arrojados por los fan¨¢ticos cristianos a un vertedero o se les diera una utilidad infame, como imagin¨® aquel otro noble e inmortal joven: "Alejandro muri¨®, Alejandro fue enterrado, Alejandro volvi¨® al polvo; el polvo es tierra; con tierra hacemos barro; ?y por qu¨¦ ese barro en que ¨¦l se convirti¨® no podr¨ªa haber servido para tapar un barril de cerveza?" (Hamlet, acto V, escena 1).El nuevo caso Alejandro -los hallazgos de la tumba se vienen sucediendo desde hace tiempo- se inici¨® el 28 de enero, cuando las agencias occidentales de noticias se hicieron eco de la informaci¨®n aparecida en el diario oficial egipcio Al-Ahram sobre el pretendido descubrimiento por arque¨®logos griegos de la tumba del conquistador. Los testimonios iniciales eran confusos, pero destacaba un dato muy pertinente: el hallazgo se hab¨ªa producido en Siwa, un oasis egipcio cerca de la frontera con Libia y estrechamente vinculado a la historia de Alejandro.
Excavaciones
El conquistador viaj¨® all¨ª en el 331 antes de Cristo para consultar el c¨¦lebre or¨¢culo del dios Am¨®n, y fue saludado por el sacerdote del culto como hijo de la divinidad. Alejandro Magno, un remoto oasis entre dunas, un templo misterioso, profec¨ªas, una tumba perdida... La historia comenz¨® a circular como un reguero de p¨®lvora, pese a que desde el Primer momento los especialistas de cabeza m¨¢s fr¨ªa advirtieron que la posibilidad de camelo era grande. El 31 de enero, el secretario general del Consejo Superior de Antig¨¹edades Egipcias, Abdel Halim Nuredin, avalaba el hallazgo tras visitar las excavaciones. Se hablaba de un gran sepulcro de estilo maced¨®nico, de evidencias "indiscutibles" (inscripciones, s¨ªmbolos, estatuas), y se mencionaba ya incluso la posibilidad de encontrar la momia de Alejandro. El ministro de Cultura egipcio, Fartik Hosni, presagiaba "un descubrimiento tan importante como el de la tumba de Tutankam¨®n". Un furor nacionalista se apoderaba de algunos diarios griegos: "El rey Alejandro vive, el descubrimiento de la tumba del general¨ªsimo conmueve al mundo", titulaba Adesmevtos Typos. El ambiente de expectaci¨®n era semejante al que se produjo en 1987 con el supuesto hallazgo de una mano del Coloso de Rodas, que result¨® ser una roca. El Gobierno griego esperaba luz verde del egipcio para enviar una misi¨®n de urgencia y de alto nivel a Siwa. Pero ya los indicios de fiasco comenzaban a ser claros: la tumba no estaba en el antiguo templo del or¨¢culo de Am¨®n, sino en el extremo oeste del oasis, en el distrito de Al-Maraqi, a una veintena de kil¨®metros del pueblo de Siwa. La se?ora Souvaltzis no formaba parte de ninguna misi¨®n oficial griega (pues no la hay en Egipto); las excavaciones se las financiaba su marido. Algunas declaraciones de la arque¨®loga pon¨ªan los pelos de punta: dec¨ªa excavar por "intuici¨®n" y que los lugare?os hab¨ªan decidido ayudarla al ver c¨®mo dos serpientes pasaban entre sus pies, "como un signo". La prensa griega empez¨® a calificarla de "iluminada" y "Juana de Arco de Siwa". El d¨ªa 5, una delegaci¨®n cient¨ªfica oficial griega, llegada urgentemente de Atenas y desplazada a Siwa, informaba de que las inscripciones que seg¨²n Souvaltzis probaban el hallazgo de la tumba eran de ¨¦poca romana y no helen¨ªstica. "Nada que ver con Alejandro", subrayaban. Se puso en cuesti¨®n incluso el hecho de que la estructura "maced¨®nica" descubierta fuera una tumba. "Grecia no dispone de ninguna prueba de que la tumba de Alejandro haya sido descubierta en Siwa", anunci¨® finalmente el ministro de Cultura, Thanos Mikroutsikos. "Los servicios arqueol¨®gicos griegos deben esta explicaci¨®n a la comunidad cient¨ªfica mundial". Incorregible, Souvaltzis, que volver¨¢ a excavar en marzo, se reafirm¨® el viernes pasado en sus opiniones: "La tumba que hemos descubierto pertenece a Alejandro el Grande y es el mayor descubrimiento arqueol¨®gico del fin de siglo. Encontraremos el cuerpo, o lo que quede de ¨¦l. Pronto Alejandro estar¨¢ frente a nosotros y los que no creen lo ver¨¢n".
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