El Mosca dilapida su fortuna
Los madrile?os desperdiciaron dos goles de ventaja
El Moscard¨® dej¨® que el l¨ªder se le escapara vivo de Usera. Y, encima, con los dos puntos en el bolsillo. Le tuvo contra las cuerdas durante 40 minutos, vi¨¦ndole tambalearse sin ton ni son. Recibi¨® el Mensajero una paliza con pinta de inacabable, venga a encajar enormes guantazos de buen f¨²tbol. Y a punto estaba de arrojar la toalla, tras dos directos al ment¨®n, cuando alz¨® la mirada y vio una mueca de cansancio en el rostro de su furioso enemigo. Resucit¨®.Andaba por entonces el Mosca demostrando, como siempre, que es un conjunto de ideas fijas. Para ser exactos, un conjunto facha. Le gusta tanto la derecha que s¨®lo utiliza esa banda. Y hasta ahora no le ha ido del todo mal con tan futbol¨ªstico fascismo. Pero ayer se pas¨® de la raya. Es en la derecha donde vive Juan Carlos, un futbolista invadido de magia. Tiene este hombre un aspecto destartalado, muy en la cuerda de, Gordillo. Quiz¨¢ por ello sus compa?eros abusan de ¨¦l. Y le buscan con machacona, por no decir obsesiva, insistencia.
En una de sus innumerables escapadas por la banda lleg¨® el primer gol. Fue Juan Carlos quien provoc¨® la falta, que lanz¨® Felipe, y quien luego la remat¨®. Instantes despu¨¦s hizo el segundo, en una jugada calcada al anterior. El Rom¨¢n Valero era un barrizal donde el Mensajero, quiz¨¢ poco acostumbrado a la lluvia, se ahogaba. Apareci¨® Olivar para leer mejor que nadie el partido. Se lo aprendi¨® de memoria, jugando al primer toque y con el bal¨®n lejos del enfangado suelo. Sangraba el Mensajero y el Mosca se estaba cebando con su presa. Pero levant¨® ¨¦ste la mirada, vio a su verdugo resoplar y lo aprovech¨®. Remont¨® el partido.
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