"S¨®lo me ocup¨¦ de la Mafia para combatirla"
Ex primer ministro italianoSiete veces jefe de Gobierno, ex ministro de Asuntos Exteriores, miembro casi permanente del Gabinete durante cinco d¨¦cadas, Giulio Andreotti, s¨ªmbolo de la pol¨ªtica que hizo la Italia moderna, ser¨¢ juzgado a partir de ma?ana en Palermo en fase preliminar para decidir si es procesado o si, se archivan las acusaciones. de su pertenencia a la Mafia. ?l pide que el caso se traslade a Roma, ya que se juzgan sus actividades pol¨ªticas.
Andreotti, de 76 a?os, no asistir¨¢ a la , vista, al menos mientras se resuelve la cuesti¨®n procesal previa. Permanecer¨¢ en Roma, donde dirige la revista 30 Giorni, del movimiento cat¨®lico Comuni¨®n y Liberaci¨®n, y donde dispone del solemne despacho de senador vitalicio en el que se celebra esta entrevista. La mirada inquisidora y aguda, aunque cada vez m¨¢s opaca, se distiende en una sonrisa algo infantil y bien conocida al hilo de sus propias respuestas. El ex primer ministro no deja traslucir las tensiones que le aqu9jan y evita con cuidado concretar los sentimientos hacia los jueces que se deducen f¨¢cilmente de sus palabras."La ¨²nica dificultad consiste en examinar el cami¨®n de papeles que la fiscal¨ªa ha enviado al juez preliminar, el cual debe resolver tambi¨¦n la cuesti¨®n de si Palermo es o no la sede competente para juzgar 50 a?os de mi vida gubernativa, parlamentaria y pol¨ªtica. Yo no tengo ninguna duda de poder demostrar que de la Mafia me ocup¨¦ s¨®lo para combatirla. Pero tengo 76 a?os, y los plazos b¨ªblicos de la justicia me preocupan"
Pregunta. Los, magistrados le acusan sobre todo de haberse reunido con muchos mafiosos , entre ellos Tot¨® Riina, para arreglar el asesinato de Piersanti Mattarella, el desarrollo del maxiproceso contra Cosa Nostra y otros problemas, siempre con la ayuda de su ex, hombre en Sicilia Salvo Lima. Usted niega todo. ?C¨®mo cree que podr¨¢ superar la contradicci¨®n con 17 arrepentidos, y sobre todo con Baldasarre Di Maggio, el hombre que afirma que vio c¨®mo usted y Riina se besaban?
Respuesta. Las declaraciones del se?or Di Maggio se desmienten por s¨ª solas. Tras haber afirmado varias veces que no conoci¨® jam¨¢s a Salvo Lima sali¨® con la historia de que me vi¨® reunido con Riina y con Lima. Habr¨ªa que establecer qui¨¦n se la sugiri¨® para impresionar al Senado cuando deb¨ªa conceder la autorizaci¨®n para que me procesaran.
P. En los legajos procesales se lee tambi¨¦n que usted dio a los magistrados una informaci¨®n no completa sobre sus desplazamientos a Sicilia, y los fiscales a?aden que tales viajes no fueron siempre totalmente controlados por las fuerzas del orden, como usted sostiene.
R. Es otra invenci¨®n puesta en circulaci¨®n con perfidia. Reconstruir lo que uno hizo hace a?os, d¨ªa a d¨ªa, no es cosa f¨¢cil. Pero de la consulta de agendas, peri¨®dicos y documentos de la polic¨ªa, resulta que no hay ni un solo minuto oscuro de mi tiempo. Para empezar, tengo una escolta que me vigila d¨ªa y noche. Tengo, adem¨¢s, una cara bastante conocida.
P. Ha hablado usted de una posible conjura gestada en Estados Unidos, donde residen algunos de los arrepentidos que han declarado en su caso. Incluso estableci¨® contacto con un importante abogado norteamericano para que se ocupara de ella. ?Ha logrado reunir alg¨²n indicio relativo a su hip¨®tesis? R. Obtener pruebas, en el sentido jur¨ªdico de la palabra, era dif¨ªcil, porque tales sujetos viven bajo una protecci¨®n especial¨ªsima. A m¨ª me parece muy bien que estos arrepentidos sean ¨²tiles a los norteamericanos para sus procesos. Yo mismo puse en marcha y firm¨¦, como ministro de Exteriores, la extradici¨®n de Tominaso Buscetta. Pero que puedan recibir y transmitir soplos contra m¨ª me parece lamentable. Habr¨ªa necesitado de un investigador privado, pero cuestan demasiado y no puedo permit¨ªrmelo.
P. Usted ha dicho que s¨ª tiene pruebas de un cierto pago irregular a uno de los arrepentidos que le acusan.
R. Hay dos cosas sobre arrepentidos cuya identidad no revelamos, por ahora, ya que lo haremos con documentos ante el juez. En un caso, podemos probar que se ha pagado dinero al margen de, digamos, lo que corresponde al estatuto oficial de protecci¨®n que tienen los arrepentidos.
P. ?Un pago realizado, pues, por alguna autoridad?
R. Perm¨ªtame que no sea m¨¢s preciso, pero tenemos las pruebas formales. Adem¨¢s, pediremos que se compruebe si, coincidiendo con las declaraciones en mi contra, la retribuci¨®n oficial de los arrepentidos no fue considerablemente aumentada. Pediremos la documentaci¨®n oficial, porque tenemos esa sospecha. De lo otro, en cambio, estamos seguros.
P. ?Qu¨¦ sinti¨® cuando fue sometido a careo con Di Maggio, o cuando coincidi¨® con Riina en una audiencia de Calabria?,
P. Por desgracia, el careo con Di Maggio lo tuve antes de conocer sus declaraciones, porque los jueces no nos las hab¨ªan dado todav¨ªa, y eso me impidi¨® replicar a muchas de sus afirmaciones. Me sent¨ª humillado, aunque tambi¨¦n me dio pena aquel, pobrecillo que recitaba un papel. En cuanto a Riina, estaba en la otra parte de una sala poco iluminada. As¨ª no hace gran impresi¨®n. Pero cuando lo he visto en televisi¨®n, en sus procesos, s¨ª que parece un hombre vigoroso.
P. Los problemas judiciales de los pol¨ªticos se multiplican en toda Europa.. Aunque tal vez s¨®lo en Italia y en Espa?a lleguen al coraz¨®n del grupo dirigente. ?Ve una base com¨²n entre estos dos fen¨®menos?
R. Es posible que exista un denominador com¨²n en el fuerte deseo de cambio. No es malo que ¨¦ste se produzca, como est¨¢ ocurriendo en Estados Unidos a trav¨¦s de la limitaci¨®n del n¨²mero de legislaturas que uno puede desempe?ar. Pero otros procedimientos me parecen, como m¨ªnimo, discutibles. El levantado contra m¨ª es infame.
P. Algunos de sus conciudadanos, como Giuliano Ferrara, ex ministro de Silvio Berlusconi, le han pedido p¨²blicamente que traslade su defensa a un terreno pol¨ªtico, en el que usted reconocer¨ªa ¨²nicamente haber tenido responsabilidad en un sistema que negociaba en todos los campos, incluso con la Mafia, a sabiendas y con el consenso de una gran mayor¨ªa de los italianos.
R. La tesis de Ferrara es justa cuando excluye cualquier implicaci¨®n personal m¨ªa, pero no la pomparto si quiere decir que el Gobierno ha negociado con la Mafia o con otros grupos criminales. Eso ha ocurrido en otros pa¨ªses, pero no en Italia, al menos con mi conocimiento y mi consenso. Yo lo considerar¨ªa inmoral, y no estoy dispuesto a renunciar a la ¨¦tica pol¨ªtica.
P. ?Por qu¨¦ los sucesivos Gobiemos italianos infravaloraron durante tanto tiempo la importancia del fen¨®meno mafioso -seg¨²n usted mismo reconoci¨® durante la campa?a electoral de 1992-, a pesar de que, ya en los a?os setenta, Cosa Nostra desafiaba abiertamente al Estado con asesinatos de autoridades?
R. En Sicilia hubo un periodo dif¨ªcil cuando algunos sicilia no americanos que desembarca ron en 1943, la Mafia y n¨²cleos de bandidos coincidieron en agitar un movimiento separatista. Restablecida la seguridad nacional, quiz¨¢s el Estado -volcado en tantos problemas, como el asalto de las Brigadas Rojas no advirtiera inmediatamente la grave peligrosidad de la Mafia hasta que no lleg¨® la droga y la convirti¨® en dram¨¢ticamente da ?ina. Puedo decir que en mis seis a?os de ministro de Exteriores y en los tres de presidencia del Gobierno (1989-1992) promov¨ª y particip¨¦ en la adopci¨®n de medidas dur¨ªsimas sobre este tema, cuyos efectos contin¨²an. Por desgracia, la reacci¨®n cost¨® muchas v¨ªctimas inocentes.
P. ?Rechaza usted que haya existido una relaci¨®n entre Mafia y pol¨ªtica en Italia, como ha sido afirmado en peri¨®dicos, documentos judiciales y por la comisi¨®n parlamentaria anti Mafia?
R. No es exacto. Ha habido una cierta influencia, pero es in justo extender esa acusaci¨®n a todos los sicilianos. Y no deja de ser curioso que algunos consideren ciertas zonas como mafiosas desde el punto de vista electoral cuando votan por el adversario, de inocentes en caso contrario.
P. Muchos de los que han he cho pol¨ªtica en la isla terminan ante los jueces, como el socialista Salvo And¨® o el ex democristia no Calogero Mannino. Y la comisi¨®n parlamentaria competen te defini¨® a Salvo Lima como un hombre de Mafia.
R. S¨ª, pero eso est¨¢ por de mostrar, ya que hay una afirma ci¨®n muy importante del juez Falcone, cuya autoridad es indudable. Pocos meses antes del ase sinato de Salvo Lima, hablo de octubre de 1991, dijo, seg¨²n consta en actas del Consejo Su perior de la magistratura, que no conoc¨ªa motivo por el cual ¨¦l hubiera debido proceder contra Lima. Yo soy muy cauto a la hora de aceptar acusaciones de este tipo contra miembros de mi partido o de otros. Hay que tener verdaderamente pruebas por que es frecuente que la lucha pol¨ªtica en Sicilia incluya denuncias rec¨ªprocas de pertenecer a la Mafia, con algunas cosas curiosas. Por ejemplo, cuando Leoluca Orlando [l¨ªder de La Rete y al calde de Palermo] atacaba fuer temente a Salvo Lima indicaba algunos barrios de Palermo di ciendo que quien cog¨ªa votos en aquellas zonas era votado por la Mafia. En los ¨²ltimos a?os, esos barrios han votado por Orlando. ?Quiere esto decir que Orlando sea mafioso? Yo no lo digo. Digo que hay que ser muy cautos.
P. Un sector importante de la Iglesia, por ejemplo el cardenal Fiorenzo Angelini, le ha seguido apoyando pese a sus poblemas judiciales. Otros sectores, como Civilt¨¢ Catolica, la revista de los jesuitas, a los que usted estuvo muy unido, se han mostrado mucho m¨¢s fr¨ªos. ?Todo esto ha contribuido a modificar su inserci¨®n en el mundo cat¨®lico?
R. Un cat¨®lico. debe servir a la Iglesia, no servirse de ella. De todos modos, yo no he advertido ninguna falta de confianza ni del antiguo afecto. No se trabaja en p¨²blico durante medio siglo sin ser conocido en profundidad.
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