"Estamos por el di¨¢logo con ETA"
Jos¨¦ Mar¨ªa Seti¨¦n habla del derecho de autodeterminaci¨®n, insiste en la ra¨ªz pol¨ªtica de la violencia de ETA, se reitera en la necesidad del di¨¢logo y la negociaci¨®n y justifica su discurso pol¨ªtico por la imbricaci¨®n de la Iglesia en la sociedad vasca.Reci¨¦n llegado de Ruanda y fuertemente impresionado por las escenas vividas all¨ª, pide a los Gobiernos que se movilicen para evitar nuevas matanzas. "La ayuda occidental", indica, "debe tambi¨¦n tener en cuenta, estar condicionada, a la exigencia de los respetos humanos m¨¢s elementales. Hay miles de presos sin garant¨ªa alguna y todos los meses desaparecen entre 5.000 y 10.000 personas". "Ruanda", a?ade, "vive un momento crucial para su futuro".
Pregunta. ?Por qu¨¦ una persona tan reflexiva como usted se 9onvierte peri¨®dicamente en piedra de esc¨¢ndalo?
Respuesta. Quiz¨¢ porque se, simplifican excesivamente mis palabras y porque la p¨¦rdida de los matices ofrece siempre un campo abierto a la diversidad de interpretaciones.
P. ?C¨®mo explica que la acusaci¨®n de ambig¨¹edad persista?
R. Existen dos lecturas en relaci¨®n a los temas de contenido pol¨ªtico: la que se realiza desde la perspectiva ¨¦tica y la que se realiza desde los intereses particulares o de grupo. Las posibilidades de interpretaciones diferentes aumentan en la medida en que no se haga una lectura ¨¦tico-moral de mis palabras.
P. En las ¨²ltimas semanas, desde el obispado de San Sebasti¨¢n, se ha insistido en la idea de que el equ¨ªvoco es fruto de la ignorancia, el prejuicio, la manipulaci¨®n o la mala fe de algunos periodistas y pol¨ªticos.
R. Yo no hablar¨ªa de mala fe, pero s¨ª de prejuicio. Las acusaciones por mi intervenci¨®n en el funeral por Gregorio Ord¨®?ez se iniciaron sin que se conociera ¨ªntegramente mi homil¨ªa, a la vista tan s¨®lo de las referencias parciales difundidas por los medios de comunicaci¨®n. La parcialidad en la transmisi¨®n del mensaje es tan evidente que, en. muchos casos, me gustar¨ªa que mis palabras fueran sometidas a las claves de interpretaci¨®n hermen¨¦utica. Eso les obligar¨ªa a tener que partir de la totalidad del mensaje, constatar que el t¨¦rmino ambig¨¹edad se aplica cuando resulta imposible simplificar el significado y admitir que la complejidad descubre a veces cosas que quiz¨¢ algunos no quisieran o¨ªr.
P. Junto a la inequ¨ªvoca condena ¨¦tica de la violencia terrorista, usted tiende a subrayar la complejidad del fen¨®meno, a rehuir los pronunciamientos taxativos, en t¨¦rminos de blanco y negro, a se?alar al di¨¢logo y la negociaci¨®n como el b¨¢lsamo imprescindible para la soluci¨®n del problema y a poner el acento en las ra¨ªces pol¨ªticos de la cuesti¨®n. ?Puede ese discurso, ese permanente ejercicio intelectual, contribuir al confusionismo o la pol¨¦mica, habida cuenta de que no todos comparten esas premisas ni consideran pol¨ªticamente oportuno su enunciado?
R. El problema no est¨¢ en si estos puntos de vista son compartidos por todos o no. La cuesti¨®n est¨¢ en saber si esas ra¨ªces pol¨ªticas del problema vasco, con sus derivaciones de violencia, son o no reales. Si invertimos el discurso e ignoramos otra parte de la realidad objetiva, siempre nos encontraremos con el reproche d¨¦ otros sectores, que nos acusar¨¢n de parcialidad. De lo que hay que hablar es de si es verdad o no lo que yo he venido diciendo. Hace mucho que dije que las medidas policiales no eran suficientes para resolver un problema que est¨¢ en las entra?as de los conflictos vascos. Tambi¨¦n, que era necesario otro tipo de planteamientos. Y eso lo dice ahora mucha m¨¢s gente.
P. ?Surgen sus problemas por la adopci¨®n de una posici¨®n pol¨ªtica derivada de su imbricaci¨®n en el mundo nacionalista?
R. La Iglesia vasca est¨¢ imbricada en la sociedad vasca, tal cual es. Nosotros no somos obispos de una sociedad ajena. Lo que habr¨ªa que ver es si nuestro discurso ¨¦tico est¨¢ tan influenciado por esos planteamientos como para que haya dejado de ser ¨¦ticamente acertado y positivo para la soluci¨®n de los problemas. El nacionalismo no lo he inventado yo. El nacionalismo es de aqu¨ª y la Iglesia no puede ignorar esa realidad.
P. ?Se considera nacionalista?
R. Bueno, yo creo que son otras las personas que tienen que juzgar, si es que tienen razones para ello. Me considero obispo de un pueblo al que debo responder desde mi misi¨®n pastoral dejando de lado si soy o no nacionalista.
P. ?Adolece de falta de evoluci¨®n la posici¨®n pol¨ªtica que mantiene la Iglesia vasca?
R. Nuestro discurso tiene efectivamente un contenido pol¨ªtico, pero derivado de la necesidad de que los valores ¨¦ticos influyan tambi¨¦n en ese ¨¢mbito. Ah¨ª hay un equ¨ªvoco que hemos tratado de aclarar porque una cosa es la referencia pol¨ªtica que puede tener nuestro mensaje y otra que pueda ser una determinada opci¨®n. En ocasiones, se nos ha pedido que actu¨¢ramos de determinada manera. Pero nosotros no debemos entrar en la elaboraci¨®n de un proyecto pol¨ªtico determinado para resolver los problemas de Euskadi. Los proyectos pol¨ªticos los hacen los pol¨ªticos.
P. ?Hay que negociar con ETA el derecho de autodeterminaci¨®n?
R. La Iglesia no dice eso. En las declaraciones internacionales se habla de la autodeterminaci¨®n como un elemento inherente a los pueblos. Si a algunos les molesta que se hable de eso, ellos sabr¨¢n por qu¨¦ les molesta. Pero ello no es raz¨®n para que no se hable.
P. Uno de los reproches m¨¢s extendidos es que la Iglesia enuncia cuestiones como el derecho de autodeterminaci¨®n con cierta ligereza.
R. Eso ser¨ªa una intromisi¨®n en la competencia de los pol¨ªticos. Yo puedo decir que el paro es objetivamente contrario a los derechos de la persona, pero a m¨ª no me pueden pedir que lo solucione.
P. ?Es partidario de la negociaci¨®n con ETA?
R. Es mucho mejor que los hombres se entiendan hablando. Eso es de sentido com¨²n. Para que pueda haber di¨¢logo y para ver en qu¨¦ puede derivar es necesario que se cumplan unas condiciones: que el objetivo sea resolver el conflicto y que se est¨¦ dispuesto a llevar hasta el final las consecuencias que de las conversaciones se deriven. A los obispos no nos corresponde decidir el contenido o establecer los protagonistas. Pero, desde luego, estamos por el di¨¢logo como estuvimos con las conversaciones de Argel. Todo el mundo vio que de esas conversaciones pod¨ªa salir algo bueno. Aquello fracas¨®, ?pero permite ese hecho decir que ese camino ya no es v¨¢lido?
P. ?Es oportuno reclamar la necesidad de la negociaci¨®n mientras ETA mata en nombre de ella? ?Es usted partidario de una negociaci¨®n pol¨ªtica?
R. Yo no he dicho eso. Lo que digo es que, si se trata de buscar una salida a una situaci¨®n que tiene un contenido pol¨ªtico m¨¢s o menos definido, ese di¨¢logo, aunque no sea una negociaci¨®n pol¨ªtica, llevar¨¢ a un acuerdo que tendr¨¢ en cuenta esas referencias pol¨ªticas. Yo me paro ah¨ª.
P. ?Defiende que la salida debe ser escrupulosamente democr¨¢tica, de forma que el asesinato no obtenga contrapartidas pol¨ªticas en la mesa negociadora?
R. Pienso que los que vayan a negociar o a dialogar tendr¨¢n una estima tal por los principios democr¨¢ticos que no los traicionar¨¢n. Dialogar con el violento no significa renuncia a ellos.
P. ?Qu¨¦ opina de aquella frase de Jos¨¦ Miguel de Barandiar¨¢n, luego repetida por otros sacerdotes, de que una parte de la Iglesia vasca tiene mucho de lo que hacerse perdonar?
R. A todas las personas que hablan de la conversi¨®n de los dem¨¢s les pedir¨ªa que miraran la necesidad de convertirse ellos mismos. Todos tenemos que perdonarnos. No s¨®lo en Euskadi.
P. ?Por qu¨¦ cree que los expertos antiterroristas que contrat¨® el Gobierno vasco escribieron que por parte de la Iglesia ha habido comprensi¨®n hacia los militantes de ETA?
R. Ellos sabr¨¢n, pero tampoco vamos a sustituir el magisterio de los obispos por el de los expertos que vengan de fuera.
P. O sea, considera que ¨¦se es un juicio profundamente equivocado.
R. Ni digo que sea profundamente equivocado ni digo que sea profundamente no equivocado. Todos tenemos que purificarnos. ?Qui¨¦n es el experto? ?El obispo, el pol¨ªtico, que ha hecho bien todas las cosas?-
P. ?Qu¨¦ actitud mantiene la jerarqu¨ªa vasca respecto a esos grupos de sacerdotes, como Herria 2.000 Eliza, que tienen tesis similares a la de HB?
R. Si nos ponemos a hablar de la prensa, tendremos que hablar tambi¨¦n de otros medios de comunicaci¨®n social, aparte de Herria 2.000.
P. ?Qu¨¦ se puede decir?
R. Tengo mi opini¨®n acerca de la revista Herria 2.000 como acerca de otros medios. Desde un punto de vista estrictamente teol¨®gico, hay unos posicionamientos de Herria 2.000 que no est¨¢n de acuerdo con lo que yo pienso que es el sentir de la Iglesia. Pero tambi¨¦n hay otra prensa que hace una lectura de la realidad con la que tampoco estoy de acuerdo.
P. ?Hay divisiones en la comunidad cat¨®lica vasca por el discurso pol¨ªtico de su jerarqu¨ªa?
R. Evidentemente, hay divisiones. Es un punto de divisi¨®n el posicionamiento que existe en el pueblo vasco en relaci¨®n al problema vasco. Que las palabras del obispo sean percibidas de manera distinta seg¨²n las diferentes sensibilidades es normal.
P. ?La continua referencia a la existencia de un conflicto no tiende a la equiparaci¨®n, en el terreno de la legitimidad, de dos partes enfrentadas?
R. Si existe conflicto es porque hay partes enfrentadas. Otra cosa es si est¨¢n igualmente legitimidadas o no. Esa equiparaci¨®n yo no la he hecho nunca. El problema es si tenemos el suficiente amor a la verdad para enfrentarnos a las cosas tal como son, no como quisi¨¦ramos que fueran. En m¨¢s de una ocasi¨®n he dicho que, si ETA quiere respetarla, la libertad del pueblo vasco exige aceptaci¨®n de las reglas de juego de, una sociedad libre.
P. ?La vocaci¨®n mediadora de la lglesia vasca influye en su posici¨®n pol¨ªtica?
R. A m¨ª nadie me ha propuesto que intervenga como mediador, al menos de una manera eficaz. Otra cosa es que ese tema haya llegado a m¨ª en determinadas ocasiones. La verdadera vocaci¨®n de la Iglesia es la pacificaci¨®n y en eso estamos comprometidos.
P. ?Se refleja en la aparici¨®n de grupos como Gesto por la Paz?
R. El que un grupo salga de entornos pr¨®ximos a la Iglesia no significa que ¨¦sta se comprometa con ¨¦l por mucho que reconozca y valore su aportaci¨®n a la paz. Me pregunto por qu¨¦ el di¨¢logo de Gesto se considera positivo y el que propone la Iglesia es puesto bajo sospecha.
P. ?Puede ser porque Gesto ha deslindado el di¨¢logo y la distensi¨®n de la negociaci¨®n pol¨ªtica con ETA?
R. Entonces, la Iglesia piensa que es cada grupo quien ha de definir en qu¨¦ condiciones y sobre qu¨¦ se puede dialogar.
P. ?Y qu¨¦ piensa de Elkarri, que tambi¨¦n propone el di¨¢logo, pero defiende la negociaci¨®n pol¨ªtica?
R. Tengo la misma valoraci¨®n.. Nadie tiene que pedir una patente de corso a la lglesia para poder funcionar y tampoco la Iglesia da ning¨²n tipo de reconocimiento. En alguna ocasi¨®n este obispado dio un toque. de atenci¨®n por algunas formas de colaboraci¨®n pedidas a la Iglesia por Elkarri con las que no estaba de acuerdo. Insisto, la Iglesia no da licencias de reconocimiento a ning¨²n grupo.
P. ?Qu¨¦ deber¨ªa hacer HB desde el punto de vista ¨¦tico?
R. Escuchar y valorar la voz de la sociedad. Que vea c¨®mo van a servir a los deseos de paz. Yo no le voy a decir a HB lo que tiene que hacer. A ETA s¨ª le digo que debe deponer las armas.
P. ?Tiene vigencia aquello que dijo Unamuno de que la pol¨ªtica se vive aqu¨ª como una religi¨®n y la religi¨®n como una pol¨ªtica?
R. Ya ser¨ªa extra?o que, en una sociedad tan secularizada, tan trabajada por la increencia, el campo de la pol¨ªtica fuese una campo religioso.
P. Pero ha habido un cierto trasvase de valores, ?no?
R. Un trasvase de valores, no. En todo caso, de actitudes, de posicionamientos, de sentimientos cuya realidad deber¨¢ demostrar e? an¨¢lisis antropol¨®gico y sociol¨®gico. El que se absoluticen los planteamientos ideol¨®gicos no quiere decir que est¨¦n revestidos de la aut¨¦ntica religiosidad.
P. ?C¨®mo son sus relaciones con sus superiores?
R. No he recibido ning¨²n toque de atenci¨®n desde las instancias romanas, que son la ¨²nicas superiores para m¨ª. La Conferencia Episcopal y el arzobispo de Pamplona tienen sus funciones, pero eso no les convierte. en autoridades m¨ªas.
P. ?Qu¨¦ opina de la evoluci¨®n del caso GAL?
R. Me hace recordar que, cuando los obispos vascos pedimos que se esclarecieran las actividades de los GAL, muchos arremetieron contra nosotros. Ahora todos parecen estar de acuerdo. Eso explica muchas cosas.
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