?Qu¨¦ queda?
Cuando irrumpieron en la escena pol¨ªtica tra¨ªan cargadas sus mochilas con un proyecto hist¨®rico: reivindicar los viejos valores de la lucha de clases traicionados por d¨¦cadas de reformismo socialdem¨®crata, saltar luego al poder y demostrar por medio de la praxis que era posible, con solo quererlo, emprender la senda del "reformismo revolucionario", una acumulaci¨®n tal de reformas llevadas a cabo en un periodo tan corto de tiempo que su resultado equivaldr¨ªa a una revoluci¨®n. Llamaron a todo eso socialismo democr¨¢tico o socialismo del Sur para distinguirlo de la socialdemocracia del Norte y del comunismo del Este. No quer¨ªan saber nada de los comunistas sovi¨¦ticos, infestados de burocratismo, pero tampoco de los laboristas brit¨¢nicos, vac¨ªos de conciencia revolucionaria, y despreciaban, altivos, a los socialdem¨®cratas alemanes, meros administradores del capital.Con ese proyecto hist¨®rico, los socialistas del Sur pasaron la prueba de fuego del poder y lo menos que puede decirse es que ya podr¨ªan darse con un canto en los dientes si su futuro se presentara hoy como el que todav¨ªa pueden razonablemente esperar lo socialdem¨®cratas del Norte. Barridos en Italia, derrotados en Francia, declinantes en Espa?a, no por la fuerza de sus oponentes, no v¨ªctimas de una malvada alianza del capital y de la reacci¨®n contra la clase obrera y sus aliados, sino por una especie de carcoma que ha corro¨ªdo hasta la ruina sus cimientos y su f¨¢brica. Del proyecto hist¨®rico que los socialistas del Sur proclamaban a mediados de los a?os setenta y de, las expectativas que les llevaron al poder a comienzos de los ochenta no queda m¨¢s que un recuerdo de juventud.
Es in¨²til entonces que Felipe Gonz¨¢lez se presente en los m¨ªtines para proclamar, como si nada hubiese ocurrido, que el socialismo no es la meta sino el camino y que permanece al frente del gobierno porque se siente investido de un mandato para culminar un "proyecto hist¨®rico". Es perfectamente insoportable el contenido paren¨¦tico, como de predicadores de tres al cuarto, que impregna por momentos al discurso de los dirigentes socialistas, con el ¨²nico objeto de no enfrentarse por derecho a la pregunta formulada hace a?os por Steven Lukes - What is left?- con un juego de palabras que se pod¨ªa interpretar por ?qu¨¦ queda? o ?qu¨¦ es izquierda? Lukes pensaba en la hecatombe del comunismo del Este y el repliegue de la socialdemocracia del Norte, pero hoy, a la vista de la herencia dejada por el socialismo del Sur su pregunta se vuelve m¨¢s acuciante, ?qu¨¦ queda, qu¨¦ es izquierda? ?Un camino, un proyecto hist¨®rico?
No, desafortunadamente, el futuro de esta generaci¨®n inventora del socialismo del Sur est¨¢ ya a sus espaldas. La ¨²nica tarea pendiente no es la de culminar ning¨²n proyecto hist¨®rico sino la de pagar la factura por los estropicios causados pues, a pesar de todo, hay o debe haber una respuesta de izquierda a esta profunda crisis pol¨ªtica y moral en la que ellos mismos nos han sumido. Esa pol¨ªtica de izquierda no puede ser otra que salir de una buena vez de la fortaleza sitiada para tomar la iniciativa en el empe?o de aclarar hasta las ¨²ltimas consecuencias la serie de esc¨¢ndalos abiertos con Filesa y no cerrados hasta el d¨ªa de hoy.
?Puede dirigir esa empresa el equipo en el poder? ?Queda algo de izquierda en esa generaci¨®n? La decepcionante actitud de notables ex renovadores del PSOE ante las derivaciones del caso GAL, cerrando otra vez filas para as¨ª cargar la culpa de todas las fechor¨ªas sobre la herencia recibida, el juez instructor, los polic¨ªas felones o los grupos de extrema derecha inclina a responder que no, que en esta generaci¨®n refundadora del socialismo espa?ol, la que ven¨ªa cargada del proyecto hist¨®rico, no queda nada de izquierda porque ha renunciado, incluso en sus mejores cabezas, a comprender la magnitud del estropicio y carece, hasta en sus m¨¢s firmes voluntades, de energ¨ªa suficiente para poner remedio.
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