Una jornada intrascendente
El vest¨ªbulo estaba vac¨ªo y en la puerta del hotel apenas se hab¨ªan reunido cinco muchachas. "?Van a bajar?", dijo una. "?Qui¨¦nes?", pod¨ªa contestar cualquiera. El ¨²nico signo de actividad lo produc¨ªa el silencioso paso de un grupo de ancianos, todos con una caja de regalo en la mano. Se hac¨ªa dif¨ªcil creer que all¨ª estaba alojado el Real Madrid. Pero, en fin, de eso de trataba: de encontrar un sitio tranquilo para vivir las horas previas al partido.El lugar repele cualquier intento de excitaci¨®n. Es un hotel apacible, apartado del bullicio de la ciudad, de los seguidores y, si se quiere, del ajetreo que habitualmente acompa?a a la existencia de un equipo de f¨²tbol. Ni tan siquiera la presencia de un quiosco a las puertas del hotel provoc¨® el inter¨¦s de los jugadores. Ninguno compro la prensa del d¨ªa. Todos permanecieron en sus habitaciones hasta la hora del almuerzo, a las 13.30.
A esa hora, Jorge Valdano y ?ngel Cappa aprovechaban la tibieza de la ma?ana para charlar en una de las terrazas del hotel. Incluso en su conversaci¨®n, las elecciones eran un tema marginal. Minutos antes de la hora fijada para comer, llegaron Jos¨¦ Manuel Herrero y Francisco Bustos, dos de los dirigentes de la junta gestora del club. Ven¨ªan de votar. "?Todo bien?". "Todo bien", contestaron.
Valdano hab¨ªa declarado con anterioridad que ning¨²n jugador-socio le hab¨ªa pedido permiso para abandonar la concentraci¨®n y ejercer su derecho. Los tiros, en todo caso, ir¨ªan por Sanchis, porque los otros dos socios-jugadores no estaban en la concentraci¨®n. Se trataba del lesionado Michel y del no convocado Butrague?o. El Buitre confesar¨ªa, posteriormente, que hizo uso del voto por correo. De Michel nada se supo. Algo ha debido cambiar cuando los jugadores ya no desean exponerse como en 1991, cuando no les import¨® compartir cola electoral.
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