Independencia, compromiso, militancia
La disidencia p¨²blica y posterior renuncia a su esca?o del diputado independiente del grupo socialista Ventura P¨¦rez Mari?o ha vuelto a plantear la cuesti¨®n de la dif¨ªcil compatibilidad entre pol¨ªticos profesionales y ocasionales. Se admite que la profesionalizaci¨®n de la pol¨ªtica produce endogamia y un. creciente alejamiento de los partidos respecto a las preocupaciones de los ciudadanos. El recurso a personalidades destacadas en otros campos, singularmente en el intelectual, es un recurso habitual cuando se quiere acreditar voluntad de apertura y renovaci¨®n. Pero el resultado no siempre es el esperado. Un independiente que forma parte del grupo socialista en el Parlamento Europeo y sendos intelectuales integrados en las direcciones de los dos principales partidos espa?oles analizan la cuesti¨®n.
En los ¨²ltimos d¨ªas, a partir de la decisi¨®n anunciada en medio del debate sobre el estado de la naci¨®n por parte de Ventura P¨¦rez Mari?o de renunciar a su permanencia en el grupo socialista, se ha reactivado el debate sobre el papel de los independientes que participaron en las listas electorales del PSOE en las ¨²ltimas elecciones generales y, en cierta medida, en las europeas. Aunque me he resistido a sentirme aludido por las decisiones adoptadas por otros independientes, con los que no constituyo ninguna suerte de club o tendencia pol¨ªtica, una cierta presi¨®n de algunos medios de comunicaci¨®n me ha aconsejado dejar clara mi postura en un debate que, desde mi punto de vista, sobrepasa mi caso individual o el de otros independientes que a¨²n permanecen comprometidos con el PSOE. El art¨ªculo de Victoria Camps aparecido en este mismo peri¨®dico y sobre este mismo tema me hizo dudar de seguir en el empe?o, por cuanto coincido con gran parte de su contenido. Pero ya iniciadas estas reflexiones, decid¨ª terminarlas para dejar clara mi posici¨®n al respecto.Mi primera reflexi¨®n es que independencia no quiere decir, no debe querer decir, falta de compromiso ni sobre objetivos y programas, ni con el grupo al que, por decisi¨®n libre y consciente, uno decidi¨® pertenecer. En este sentido, no existe la menor contradicci¨®n entre la defensa de los partidos y la convicci¨®n de que no es necesario, imprescindible, estar en ellos con un carnet para defender ideas, valores, principios y su concreci¨®n en t¨¦rminos pol¨ªticos. En algunos casos con bastante convicci¨®n y firmeza de la que muestran algunos acomodaticios militantes de partido, acostumbrados a confundir el "medio" (el partido) con los fines (los objetivos). Situaci¨®n que se agrava cuando, gracias a sucesivas victorias electorales, la fidelidad al "medio" se convierte o puede convertirse en seguro de empleo con buen salario. En ese caso los objetivos y fines se reducen a un inter¨¦s individual, disfrazado de colectivo, en el marco del partido. Con ¨¦sos, ni al cine.
Una segunda reflexi¨®n ligada a lo anterior, se refiere a qu¨¦ significa ser "militante" hoy en d¨ªa en Espa?a, en una democracia, a fines del siglo XX y tras la ca¨ªda del modelo estalinista (aunque perviva a veces en usos y costumbres organizativas aplicadas en diferentes estructuras desde algunas ONG hasta, por supuesto, partidos pol¨ªticos). Para los que militamos en la clandestinidad y sufrimos las consecuencias, la idea de militancia va unida a la de lucha, combate, actividad prioritaria, no a la posesi¨®n de un carnet, lo que en aquella ¨¦poca era suicida si te lo encontraba la polic¨ªa. Yo sigo entendiendo la militancia como lucha y por eso me considero militante, no de una estructura, sino de causas, de valores y de objetivos por los que lucho, por los que sufro, por los que sigo dispuesto a lo que haga falta. Frente a esa tendencia a la endogamia,, a mirar el mundo desde nuestra capilla, a acomodaticias posiciones "militantes", creo con toda modestia que un poco de aire fresco, un impulso del debate desde ¨¢ngulos nuevos, puede ser sano por lo perturbador del sue?o apacible de los que s¨®lo despertar¨ªan el d¨ªa que se quedan sin sof¨¢ para su permanente sopor. Y lo agradecen, me consta, una gran cantidad de verdaderos y honestos militantes.Tampoco creo que independiente deba ser sin¨®nimo de indisciplinado, como apuntaba Santos Juli¨¢ en este peri¨®dico. Si hablamos de disciplina tardoestaliniana, desde luego, en mi caso, ni un gramo. Pero si hablamos de disciplina en cuanto a la responsabilidad adquirida al aceptar por voluntad libre y propia participar en una empresa colectiva, ah¨ª, para este pobre inculto, disciplina es un concepto muy pr¨®ximo a lealtad y compromiso, con los electores y con el partido que confi¨® en ti. Y en caso de discrepancia-, al menos subjetiva, entre lo uno y lo otro, el debate, la discusi¨®n de las diferencias, el voto en conciencia, sin aspavientos de un lado o rotura de vestiduras del otro, pueden permitir una sensata y enriquecedora, productiva convivencia. Si las diferencias son profundas y sistem¨¢ticas, alguien se equivoc¨® en la decisi¨®n de estar juntos. Y me inclino a pensar que se trata del individuo. No debe en este caso gesticular de forma que convierta su error en carnaza para los carro?eros y caza-esc¨¢ndalos que est¨¢n a la que salta para a?adir miserias a la cr¨®nica de los horrores, versi¨®n telenovela, en que se empe?an en convertir la cr¨®nica pol¨ªtica cotidiana.
En resumen, quiz¨¢ se trate de escoger mejor a aquellos con los que se quiere trabajar, a clarificar mejor de qu¨¦ se trata esto de ir juntos, de evitar algunas actitudes de rechazo o suspicacia, ahora reforzadas por los sonados casos recientes, pero en ning¨²n caso cerrar filas, puertas y ventanas, olvid¨¢ndose que algunos de los que est¨¢n dentro hacen, por activa o por pasiva, m¨¢s da?o al partido que los que estamos "fuera". La mayor¨ªa puede contar conmigo, si de lo que se trata es de luchar porque este mundo sea m¨¢s habitable para todos.
Y para que as¨ª sea, el espacio a la diversidad, a la diferencia, a la discrepancia, debe ampliarse. Me encantar¨ªa decir, y ser entendido al hacerlo: "Estoy con vosotros porque quiero que discrepemos juntos".
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