Asesinato en Mosc¨²

El ¨²nico destello de luz en la confusi¨®n general que se va adue?ando de Rusia desde la guerra de aniquilaci¨®n en Chechenia era que, a pesar de las amenazas inequ¨ªvocas de los l¨ªderes de Mosc¨², ¨¦stos no hab¨ªan logrado silenciar a la prensa y a la televisi¨®n. El proceso que comenz¨® cautelosamente hace 10 a?os bajo Gorbachov y que acab¨® tomando el nombre de gl¨¢snost (transparencia), se aproxima desde hace tiempo a la idea occidental de libertad de expresi¨®n. Uno de los defensores m¨¢s conocidos y valientes de esta libertad fue, ya en la televisi¨®n sovi¨¦tica, VIadislav L¨ªstiev. De ah¨ª que su asesinato, para expresarlo con las palabras de Yeltsin, sin duda haya causado tristeza y repulsi¨®n a millones de rusos. ( ... )Lo que Yeltsin ha descrito como una peligrosa generalizaci¨®n del bandidismo, la corrupci¨®n, el soborbo y el crimen forma parte del mundo cotidiano en Mosc¨² y en San Petersburgo desde hace tiempo. La magnitud de la indignaci¨®n causada por el ¨²ltimo crimen no se debe ¨²nicamente a la popularidad de la victima. En octubre pasado, un periodista no menos valeroso tambi¨¦n fue asesinado despu¨¦s de publicar informaciones sobre corrupci¨®n en el Ej¨¦rcito ruso. En aquel momento no se careci¨® de indicios verdaderamente, comprometedores. ?Pero c¨®mo buscar a los culpables en un pa¨ªs en el que, seg¨²n reconocen sus dirigentes pol¨ªticos, cada vez se controla menos un crimen casi perfectamente organizado? 3 de marzo