Nueva York, a punto de implantar la pena de muerte
Nueva York, sin¨®nimo de libertad y progreso durante varias generaciones, ser¨¢ esta semana el 37? Estado de EE UU en incluir la pena de muerte. Las limitaciones a?adidas a la ley pendiente de ratificaci¨®n del gobernador registrar¨¢n, sin embargo, su uso en s¨®lo un 20% de los 2.400 asesinatos anuales e impedir¨¢n que la inyecci¨®n letal comience a funcionar antes del pr¨®ximo siglo.Nadie ha sido ejecutado en Nueva York desde 1963. Durante 18 a?os, los dos gobernadores anteriores se hab¨ªan resistido a utilizar un castigo tan extremo, pese a que la plaga de la delincuencia fuese siempre una de las principales amenazas contra la supervivencia misma de esa gran ciudad. El ¨²ltimo gobernador dem¨®crata, Mario Cuomo, un cat¨®lico de la izquierda de su partido, vet¨® decenas de veces propuestas legislativas para restaurar la pena de muerte. Pero la victoria de George Pataki, dentro de la oleada conservadora que afect¨® a EE UU en las elecciones de noviembre pasado, abri¨® la puerta a ese dr¨¢stico m¨¦todo. Las dos C¨¢maras legislativas estatales aprobaron ayer la ley, y esta misma semana se espera la firma de la misma por parte de Pataki. Su entrada en vigor est¨¢ prevista para el 1 de septiembre.
De acuerdo a esa ley, se utilizar¨¢ la inyecci¨®n letal contra 10 tipos de homicidios, que incluyen los asesinatos en serie, las muertes de jueces, oficiales de polic¨ªa y funcionarios de prisiones, los cr¨ªmenes con tortura, violaci¨®n o secuestro y los asesinatos de personas que se encuentren en cumplimiento de su trabajo, como empleados de gasolineras, cajeros o taxistas.
El acuerdo que ha sido necesario para sacar adelante la ley ha hecho de la pena de muerte neoyorquina una de las m¨¢s restrictiva del pa¨ªs. M¨¢s restrictiva que las de Tejas u otros Estados del sur que no han acabado de perder nunca su fe en la ley del tali¨®n, pero suficientemente amplia como para aterrar a las conciencias liberales. El diario The New York Times ha publicado editoriales en contra de la pena de muerte y ha pedido que, ante el hecho ineludible de su reimplantaci¨®n, sea aplicada de la forma m¨¢s humana posible.
No podr¨¢n ser condenados a muerte los menores de 18 a?os, las embarazadas o los retrasados mentales, aunque estos podr¨¢n ser ejecutados si cometen un asesinato mientras est¨¢n en la c¨¢rcel. El Estado pone en marcha un complejo y caro sistema de apelaciones y dobles juicios que haga lo m¨¢s remoto posible el riesgo de ejecutar a un inocente, y se ha elegido la inyecci¨®n letal, como el m¨¦todo menos agresivo para el condenado.
La asociaci¨®n Abogados contra la Pena de Muerte se queja, no obstante, de que no se han tomado todas las precauciones necesarias en cuanto a la selecci¨®n de los jurados que tendr¨¢n que decidir sobre la culpabilidad de los acusados. La ley exige que se elimine como potenciales jurados a las personas que, en las entrevistas previas, expresen opiniones en contra de la pena de muerte. Esto, seg¨²n esa asociaci¨®n, impedir¨¢ la elecci¨®n como jurados de negros, jud¨ªos y mujeres, y har¨¢ m¨¢s factible que en la decisi¨®n sobre las condenas a muerte influyan los prejuicios raciales. Parad¨®jicamente, la pena de muerte regresa a Nueva York en un momento en que la curva de asesinatos en el Estado se encuentra en un punto alto, pero decreciente, lo que demuestra la politizaci¨®n del debate.
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