La ansiosa espera de las madres de Serkayi
Los familiares de los amotinados en la prisi¨®n de Argel buscan a los supervivientes y a los muertos
Los reclusos de la c¨¢rcel de Berruaghia, situada a unos 150 kil¨®metros al sur de Argel, se amotinaron un domingo de noviembre de 1994, tres meses antes de que lo hicieran los de la prisi¨®n de Serkayi, en plena alcazaba de la capital. Las informaciones oficiales de aquella primera revuelta aseguraron que todo se inici¨® en el pabell¨®n de los condenados a muerte, cuando una veintena de internos trataron de evadirse del centro penitenciario. La fuga imposible se convirti¨® en un mot¨ªn y horas m¨¢s tarde en una carnicer¨ªa. No hubo cifras oficiales de v¨ªctimas. S¨®lo algunos testimonios indirectos, como el de esta madre."?l se salv¨® de la muerte. Pero otros muchos murieron. Yo me qued¨¦ en los alrededores de la prisi¨®n, mientras escuchaba el estruendo de los disparos y ve¨ªa una columna de humo levantarse por encima de los muros. Estuve as¨ª durante los tres d¨ªas que dur¨® la revuelta. Cuando todo se acab¨® llam¨¦ a la puerta. Les pregunt¨¦ si mi hijo estaba a¨²n vivo. Les implor¨¦, con otras muchas madres, que nos dieran una lista con el nombre de los muertos. Pedimos que la pusieran clavada en cualquier ¨¢rbol a kil¨®metros de distancia. Nos comprometimos a no molestarles. A llorar en silencio".
No hubo respuesta. Un mes y medio m¨¢s tarde, en pleno invierno, la mujer volvi¨® a Berruaghia. All¨ª encontr¨® a su hijo. Estaba a¨²n con vida. Al otro lado del locutorio. Una treintena de sus compa?eros murieron en la refriega, seg¨²n versiones oficiosas. Las cifras se han exagerado con el paso del tiempo. La propaganda islamista especula con centenares de muertos. No hay ninguna confirmaci¨®n. Lo ¨²nico cierto es que esta madre no quiere olvidar lo sucedido en Berruaghia, como no lo olvidar¨¢n ahora tampoco las madres de la prisi¨®n de Serkayi.
La lista de los muertos
"Cuando nos enteramos del mot¨ªn de la prisi¨®n de la alcazaba de Argel acudimos para ver lo que pasaba. No nos dejaron ni acercamos al edificio. Nos mantuvieron a distancia, en la explanada. Nos quedamos all¨ª con los ojos puestos en la puerta met¨¢lica. Las mujeres en primera l¨ªnea, los hombres detr¨¢s. De vez en cuando ven¨ªan hasta nosotros y nos dec¨ªan que nos fu¨¦ramos. Nos neg¨¢bamos. Lo ¨²nico que les ped¨ªamos era una lista con los nombres de los muertos".
Las listas llegaron tres d¨ªas m¨¢s tarde. Alguien las clav¨® con una punta de acero en el tronco de un ¨¢rbol situado a la entrada del cementerio de El Alia, en los suburbios de Argel. Eran relaciones incompletas en las que s¨®lo se recog¨ªan una treintena de muertos sobre un total de un centenar de v¨ªctimas, seg¨²n cifras del Ministerio de Justicia.
Quinientos metros m¨¢s all¨¢ de donde se amontonaban los familiares releyendo una y otra vez la lista incompleta de los muertos, estaban los sepultureros. Abr¨ªan las fosas. La lluvia convirti¨® el camposanto de El Alia en un inmenso barrizal. Las mujeres continuaron esperando. Los hombres, con los picos y las azadas. Todos, en silencio. Bajo el agua incesante y la atenta mirada de los funcionarios. As¨ª se enterraron las v¨ªctimas del mot¨ªn de Serkayi.
Sobre los taludes de tierra del cementerio de El Alia cada uno ha colocado a su manera, a modo de l¨¢pida improvisada, un objeto diferente, sacado de un basurero cercano. Hay tumbas presididas por un trozo de un tronco, por una rama, por una piedra, por un pedazo de hojalata, por un trozo de pl¨¢stico. As¨ª dan por identificados a los presos fallecidos. Pero nadie ha visto sus cad¨¢veres.
"Las primeras investigaciones han revelado que la tentativa de evasi¨®n fue urdida por condenados a muerte, a prisi¨®n perpetua y algunos otros implicados en la revuelta de Berruaghia del pasado noviembre, as¨ª como otros tra¨ªdos de la prisi¨®n de El Harrach, en un suburbio de Argel, donde desde hac¨ªa tres meses planificaban otra fuga. Lo mismo hicieron en Serkayi, con la complicidad de uno de los guardianes". Este informe, le¨ªdo en la televisi¨®n estatal por el fiscal general de Argel, fue acompa?ado con el testimonio de 14 presos y diversos guardianes.
Lo que nadie ha explicado a¨²n es que todo esto sucedi¨® en uno de los puntos claves de la ciudad de Argel, a menos de cien metros de la sede del Ministerio de la Defensa, de la del Estado Mayor y del mando de la Gendarmer¨ªa Nacional. En una de las puertas de acceso al poder. En un escenario donde el r¨¦gimen de Argel no pod¨ªa permitirse el m¨ªnimo error.
Los familiares de los presos, los abogados, que el domingo visitaron a los reclusos, los partidos pol¨ªticos firmantes del Contrato Nacional en Roma y los organismos internacionales, entre ellos Amnist¨ªa Internacional, piden m¨¢s. Reclaman una investigaci¨®n imparcial, al margen de la presidida por el Ministerio del Interior. Pero sobre todo reivindican la lista nominal de las v¨ªctimas.
"Yo, Bachir Mecheri, abogado defensor de al menos media docena de presos recluidos en la prisi¨®n de Serkayi, le puedo asegurar que a¨²n no he recibido ninguna notificaci¨®n oficial sobre el estado de mis clientes y si entre ellos hay alg¨²n muerto. Tengo derecho a ello, como lo tienen sus madres".
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