Razones de Belloch

EN SU comparecencia parlamentaria de ayer, el ministro Belloch admiti¨® que hab¨ªa sido un error pol¨ªtico no hablar, en su primera conferencia de prensa tras la detenci¨®n de Luis Rold¨¢n, de la existencia de unos documentos aparentemente relevantes relacionados con las condiciones de la misma. ?sa fue su ¨²nica concesi¨®n a la autocr¨ªtica, porque en todo lo dem¨¢s se mantuvo a la ofensiva, sobre todo contra el Partido Popular.Belloch asegur¨¦ que entre las hip¨®tesis barajadas por su ministerio estuvo la posibilidad de que sus interlocutores v¨ªa fax no fueran quienes dec¨ªan ser -autoridades de Laos-, pero que decidieron no realizar mayores comprobaciones para evitar filtraciones que frustrasen la operaci¨®n, como, seg¨²n revel¨®, hab¨ªa ocurrido en anteriores ocasiones. Como casi ¨²nica novedad aport¨® el dato de que los agentes espa?oles comprobaron que el intermediario contactado "en una ciudad europea" -en probable alusi¨®n a Par¨ªs- entraba en una embajada -seguramente la de Laos-. La confirmaci¨®n oficial de que los documentos atribuidos a las autoridades de ese pa¨ªs son falsos elimina cualquier duda acerca de los delitos sobre los que podr¨¢ ser juzgado Rold¨¢n: todos aquellos que decida la juez instructora, sin limitaci¨®n alguna. El ministro defendi¨®, de todas formas, que aun si los papeles de la extradici¨®n administrativa hubieran resultado aut¨¦nticos, ¨¦l habr¨ªa asumido el riesgo de traer a Rold¨¢n y entregarlo a la juez, puesto que ¨¦se era el objetivo primordial de la operaci¨®n.La oposici¨®n centr¨® su argumentaci¨®n en el supuesto contrario: el Gobierno no hab¨ªa hecho lo necesario para que Rold¨¢n fuera procesado por todos los delitos, y ello induc¨ªa a sospechar la existencia de un pacto con el ex director general de la Guardia Civil, seg¨²n el popular ?lvarez Cascos. Rosa Aguilar, de Izquierda Unida, fue m¨¢s lejos, asegurando que se trataba de una operaci¨®n para desviar la atenci¨®n del asunto de los GAL. Aunque quedan todav¨ªa muchos puntos oscuros en el relato -por ejemplo, si Rold¨¢n fue localizado en Laos o en cualquier otro lugar del planeta y si se present¨® en Bangkok s¨®lo para entregarse-, es una argumentaci¨®n bastante artificiosa.

Primero, porque es bastante probable que cualquier otra decisi¨®n que hubiera adoptado -por ejemplo, no aceptar las limitaciones impuestas en el fax del 23 de febrero- habr¨ªa merecido similares o m¨¢s graves reproches por parte de la oposici¨®n. Pero adem¨¢s porque, cualquiera que hubiera sido el procedimiento de extradici¨®n y el pa¨ªs que la hubiera concedido, habr¨ªan existido limitaciones; y porque incluso si s¨®lo hubiera podido ser procesado por cohecho y malversaci¨®n, ello no impedir¨ªa la condena de Rold¨¢n por cada uno de los numerosos delitos concretos de esta naturaleza de que puede ser acusado; y porque el nuevo C¨®digo Penal, que previsiblemente estar¨¢ en vigor cuando se dicte sentencia firme, prev¨¦ para esos delitos penas similares o aun inferiores a las de la legislaci¨®n laosiana.

En esas condiciones, la hip¨®tesis del pacto, se ve bastante debilitada, al menos en el sentido fuerte: pacto de silencio a cambio de un tratamiento favorable. Si se trataba de eso, lo m¨¢s sencillo habr¨ªa sido no detenerle. Adem¨¢s, Amedo hab¨ªa desactivado en buena medida las amenazas deslizadas por Rold¨¢n en sus declaraciones period¨ªsticas. Otra cosa es que tal vez alguien le convenciera de que hab¨ªa conseguido unas condiciones ¨®ptimas, pero est¨¢ en las reglas del g¨¦nero la utilizaci¨®n de la astucia para facilitar una entrega pac¨ªfica del pr¨®fugo. Hablar, como Rosa Aguilar, de "falta de transparencia" resulta rid¨ªculo en referencia a un asunto en el que es dif¨ªcilmente evitable la intervenci¨®n de agentes -o ex agentes- de servicios de espionaje y grupos de protecci¨®n a delincuentes.

Lo que s¨ª es relevante es que las actuaciones resultantes de la investigaci¨®n sean legales, es decir, no impugnables. De ah¨ª el inter¨¦s de Belloch por acreditar que los agentes espa?oles actuaron en funci¨®n de polic¨ªa judicial y en ejecuci¨®n de una orden internacional de busca y captura emanada de una decisi¨®n judicial. Frente a ello, quiz¨¢ lo m¨¢s preocupante del disparate iracional de estos d¨ªas haya sido la frivolidad de que han hecho gala algunos magistrados y sus asociaciones gremiales, defendiendo improvisadas y descabelladas hip¨®tesis, como que las actuaciones judiciales deber¨ªan ser anuladas y Rold¨¢n puesto en libertad. Hay demasiado desconcierto en este pa¨ªs como para que personas a las que la gente suele atribuir una cierta presunci¨®n de ponderaci¨®n alardeen de lo contrario. Sobre todo porque, como una vez m¨¢s se ha demostrado estos d¨ªas, no faltar¨¢n pol¨ªticos oportunistas dispuestos a utilizar esa presunci¨®n para disparatar a su vez hasta convertir el debate nacional en un guirigay. Pero tampoco contribuye a serenar el debate pol¨ªtico el desprecio al Parlamento exhibido por Belloch al negarse a contestar al primer partido de la oposici¨®n.