Rodri acerca al Rayo a semifinales El tercer portero rayista fue un muro para los delanteros del Sporting
El Sporting es un equipo desquiciado. S¨®lo as¨ª se entiende que frente a un rival de Segunda Divisi¨®n cargado de suplentes desaprovechara ayer un gol en fr¨ªo a favor y se deslizara luego por la pendiente del desconcierto.Al escribir en la pizarra la alineaci¨®n inicial, el entrenador del Rayo, Paquito, dej¨® bien claro que lo que en realidad le preocupa ahora es la Liga, y con ella la posibilidad de volver a Primera Divisi¨®n. El t¨¦cnico rayista, que ya hab¨ªa dejado en Madrid a puntales como On¨¦simo, Chesa y Rodr¨ªguez, adem¨¢s de los que integran la lista de bajas, aument¨® la sorpresa sentando en el banquillo a otros cuatro titulares. A cambio le dio al tercer portero del equipo, Rodri, la ocasi¨®n de lucirse frente al conjunto con el que ya jugara hace dos a?os en Primera Divisi¨®n. Con tres paradas soberbias, el guardameta salud¨® a sus antiguos compa?eros.
Aunque lo que en Gij¨®n preocupa tambi¨¦n es la Liga, con la permanencia en juego, Garc¨ªa Rem¨®n no hizo tantas concesiones. Se limit¨® a dar la titularidad a Jos¨¦ Manuel, un volante procedente del filial, con el que hab¨ªa hecho recientemente grandes cosas. Tambi¨¦n le dio otra oportunidad al defensa Espejo, debutante el pasado domingo en el Bernab¨¦u.
La primera consecuencia del inter¨¦s aparentemente opuesto de unos y otros en el partido no se hizo esperar. Morales caz¨® un rechace en el ¨¢rea enemiga y lo convirti¨® en gol a los dos minutos, como anunciando que todo ser¨ªa coser y cantar para su equipo. El Rayo encaj¨® el golpe con oficio y sin inmutarse. A los 20 minutos, luego de que el equipo madrile?o se pasara el tiempo controlando el juego, la parroquia local ya estaba mostrando su contrariedad con abucheos a los suyos.
El horno no est¨¢ para bollos en El Molin¨®n y se interpreta que es obligaci¨®n del Sporting eliminar a un equipo de Segunda, cualesquiera que sean los puestos que ocupan ambos en la Liga.
A decir verdad, mientras el Rayo llevaba las riendas, para el Sporting eran las ocasiones de aumentar la ventaja, pero Rodri las abort¨® todas. Las cosas se pusieron feas para los rojiblancos cuando Gustavo culmin¨® un eslalon ante la vista gorda de la defensa local, cruzando el bal¨®n a la red. En las gradas decidieron que hab¨ªa que sacar pa?uelos y mirar hacia el palco presidencial, pidiendo explicaciones por el desconcierto que estaba reinando en las filas locales.
La segunda parte fue como cantar la misma canci¨®n. Aunque el Sporting estrell¨® un zurdazo de Lediakhov en el poste, el equipo local vivi¨® instalado en el caos, mientras el Rayo, con una l¨ªnea de centrocampistas controlando todo el juego por dejaci¨®n de funciones del rival, hurgaba en la herida de las gradas. El acoso final del equipo rojiblanco, que volvi¨® a toparse con un inspirad¨ªsimo Rodri, no fue otra cosa que un estertor.
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