La corta memoria de Rusia
Es incre¨ªble. ?Cu¨¢n r¨¢pida mente han pasado 10 a?os desde ese d¨ªa de marzo de 1985, cuando Mija¨ªl Gorbachov fue nombrado secretario general del Comit¨¦ Central del PCUS, desde ese d¨ªa que marc¨® el comienzo de la ¨¦poca poscomunista en la historia de Rusia. La fecha, por s¨ª misma, es importante. Con ella est¨¢n relacionados el fin de la guerra fr¨ªa, la desaparici¨®n de la amenaza de la guerra nuclear,. el establecimiento de las libertades y los de rechos c¨ªvicos en una gran parte de la desaparecida URSS. Pero en Rusia, esta fecha no es memorable. No s¨®lo la Rusia oficial, yelts¨ªniaria, tampoco la Rusia de la calle desea recordar con una palabra bondadosa la perestroika y a Gorbachov, su l¨ªder.Ahora es mejor no conversar con nadie sobre la perestroika en Rusia. Incluso la gente indiferente, apol¨ªtica, no dejar¨¢ de recordarle que "Gorbachov destruy¨® la URSS", que ¨¦l llev¨® al poder a los odiados mierd¨®cratas, es decir, a los dem¨®cratas. Incluso los intelectuales y cient¨ªficos,- la llamada generaci¨®n de los sesenta, para quienes las reformas liberales de Gorbachov fueron literalmente un milagro ca¨ªdo del cielo, quienes obtuvieron de manos de Gorbachov absolutamente todo -libertad de creaci¨®n, poder, honores y, en muchos casos, enormes fortunas-, le esquivan. M¨¢s a¨²n, muchos de ellos tratan de herir lo m¨¢s dolorosamente posible a Gorbachoy, rebajar el papel y la importancia de su gl¨¢snost, o transparencia informativa, de su nuevo pensamiento. Hoy, en v¨ªsperas del aniversario de la perestroika, en muchas publicaciones dem¨®cratas se infla la idea de que Gorbachov no aspiraba a la democracia, sino que s¨®lo quer¨ªa "crear una v¨¢lvula de escape" (Sergu¨¦i Kovaliov), "salvar el socialismo burocr¨¢tico" (Yuri Burtin). Los dem¨®cratas ponen en duda lo m¨¢s sagrado, aquello con lo que Gorbachov sali¨® a la arena pol¨ªtica y que cumpli¨® consecuentemente. La lucha contra la herencia del estalinismo, la rehabilitaci¨®n de sus v¨ªctimas, la celebraci¨®n de las primeras elecciones libres en Rusia, la socialdemocratizaci¨®n del PCUS. En la campa?a de descr¨¦dito de Gorbachov participan todos: comunistas y liberales, los autodenominados dem¨®cratas y los que se llaman a s¨ª mismos patriotas. Todos.
Se puede comprender a los aldeanos, a la gente de pueblo que insulta a la perestroika y a sus dirigentes. Gorbachov, como ellos dicen, trajo al poder "al borracho de Yeltsin y a todos estos mierd¨®cratas", que les quitaron muchas cosas: un salario estable, la esperanza de obtener un piso gratis, la sensaci¨®n de que tienen su propio Estado y, lo m¨¢s importante, el orden, que ha resultado ser el valor m¨¢s apreciado por los, rusos. Los hijos de- los campesinos tampoco obtuvieron nada de las reformas democr¨¢ticas, a no ser que quiz¨¢ ahora comienzan a alcoholizarse m¨¢s temprano que sus padres. Pero jam¨¢s comprender¨¦ por qu¨¦ gran parte de nuestra intelectualidad maldice, y pisotea la perestroika. ?Acaso todos ellos ya olvidaron c¨®mo eran hace 10 a?os, c¨®mo los humillaban, c¨®mo corr¨ªan tras el m¨¢s mediocre de los funcionarios del Departamento de Ciencia del Comit¨¦ Central del PCUS y se rebajaban, c¨®mo los persegu¨ªan s¨®lo por una frase imprudente, c¨®mo no les permit¨ªan publicar sus libros, salir al extranjero, c¨®mo los echaban a la calle, c¨®mo los internaban en hospitales psiqui¨¢tricos?
Uno puede comprender el odio que los estalinistas le tienen a Gorbachov, el odio que le tienen quienes hasta hoy est¨¢n convencidos de que el trabajo forzado o la llamada econom¨ªa movilizadora es lo que mejor se corresponde con nuestro car¨¢cter nacional ruso. Me refiero a todos los que piensan que las reformas, liberales, no conducen a nada en Rusia, salvo a la destrucci¨®n del Estado, que los rusos no est¨¢n preparados para las libertades c¨ªvicas y que no las desean, que ellos, como etnia, pierden todo en condiciones de. competencia libre: su idiosincrasia y, lo m¨¢s importante, el control sobre sus riquezas nacionales, el control sobre su Estado, sobre su destino.
Existen muchas explicaciones del profundo odio de los rusos hacia Gorbachov. Argumentan que era locuaz, dialogante, dispuesto al compromiso., que evita ba la violencia, que apostaba por el sentido com¨²n. Todas estas cualidades de Gorbachov como pol¨ªtico realmente contrastaban con la cultura autoritaria y patriarcal de Rusia. Los rusos no le perdonan a Gorbachov que apareciera en todas partes con su es posa, Ra¨ªsa. Incluso las mujeres rusas estuvieron en contra de se mejante demostraci¨®n p¨²blica de respeto por su esposa. Es comprensible, porque los hermosos trajes de Ra¨ªsa Max¨ªmovna eran un insulto para millones de mujeres rusas golpeadas por la vida, cuyos esfuerzos se concentraban en alimentar a sus hijos, proteger del alcoholismo a sus maridos y llegar a fin de mes.
Gorbachov trataba de ser lo m¨¢s, democr¨¢tico posible, todo el tiempo subrayaba que ¨¦l era una persona como todas, un hijo de campesino que no deseaba mal a nadie. Y esto sacaba de quicio a muchos. Porque Rusia no cono c¨ªa este tipo de gobernantes. Los rusos no est¨¢n acostumbrados a la: bondad, no creen en ella. Yeltsin, con su, falta de flexibilidad, dureza y perfidia, corresponde mejor al car¨¢cter ruso. No es casual que la voluntad pol¨ªtica en Rusia se identifique con la capacidad de tomar decisiones duras, de asumir la responsabilidad por el derramamiento de sangre.
Por supuesto que en la actual negativa a. reconocer la perestroika como un punto crucial en la historia rusa del siglo XX tambi¨¦n es culpable Mija¨ªl Gorbachov, su creador. Nunca se atrevi¨® a comenzar un debate serio y abierto sobre su creaci¨®n, un debate sobre su opci¨®n, sobre sus dudas, sobre lo que lamenta, sobre las causas de su derrota pol¨ªtica. No les dijo a los sovi¨¦ticos lo que ellos esperaban en los tr¨¢gicos d¨ªas de diciembre de 1991. No tuvo entonces ni palabras ni ideas dignas de aquel tr¨¢gico momento en la historia de Rusia. La dimensi¨®n humana de la perestroika ha permanecido como un secreto personal de Gorbachov. Cumpli¨® un papel mesi¨¢nico, pero ni por su car¨¢cter ni por sus cual¨ªdades era un mes¨ªas. Pero eso no es culpa de Gorbachov, es su tragedia. No es el primero ni ser¨¢ el ¨²ltimo. No todos los re formadores fueron capaces de .elevarse, con su pensamiento y sus sentimientos, a la altura de sus actos, ponerse a un mismo ni vel como personalidad.
Muchos atribuyen el rechazo a Gorbachov a una especial conciencia estatal del pueblo ruso. De acuerdo con esta explicaci¨®n, el principal rencor contra Gorbachov se debe a que permiti¨® la desintegraci¨®n de la URSS, a que no hizo nada por salvar a la gran potencia. La URSS se desintegr¨® en primer lugar por culpa de los diputados rusos, representantes de las provincias rusas que insist¨ªan en la soberan¨ªa de Rusia, en la salida de la Federaci¨®n Rusa de la URSS. Los diputados rusos, la mayor¨ªa de los cuales se califican de patriotas, apoyaron el Tratado de Minsk, es decir, apoyaron el golpe de Estado cometido por Yeltsin.
Estos hechos me dan derecho a suponer una explicaci¨®n totalmente diferente al, rechazo moral y espiritual de los rusos, incluidos los intelectuales, a Gorbachov y su perestroika. A Gorbachov no le pueden perdonar que haya tenido raz¨®n. El odio a Gorbachov es la proyecci¨®n de la debilidad espiritual, la negativa a arrepentirse, a reconocer su propia responsabilidad por la desintegraci¨®n del pa¨ªs, por el actual caos y decadencia general.
Gorbachov era a veces poco claro. Pero result¨® tener raz¨®n en lo principal. Las reformas radicales, inmediatas, que esperaba el impaciente pueblo ruso y que prometi¨® Yeltsin no condujeron a nada bueno. Los rusos no le pueden perdonar a Gorbachov el que ellos le dieran la espalda y siguieran a Yeltsin, que los enga?¨®. No s¨®lo los enga?¨®, sino que los estaf¨® absolutamente en todo. Todo lo que prometi¨® Yeltsin result¨® falsedad pura y simple, mentira absoluta. La burocracia yeltsiniana es la m¨¢s corrupta de toda la, historia de Rusia. Igualmente falsos eran los llamamientos de Yeltsin a las rep¨²blicas. nacionales a "tomar tanta soberan¨ªa cuanta puedan tragar". El pueblo checheno, que sigui¨® las directrices de Yeltsin modelos 1990-19911 cuatro anos m¨¢s tarde fue asesinado por el mismo Yeltsin.
Nuestros intelectuales hoy esquivan a Gorbachov por las mismas razones que nuestro "gran pueblo ruso". Sienten rabia por su propia ¨ªraici¨®n, por haber abandonado a Gorbachov en momentos dif¨ªciles y haberse ligado a todos los pecados de Yeltsin. Porque Gorbachov y su perestroika fueron derribados con ayuda de mitos que produc¨ªan nuestros intelectuales liberales. El Plan Shatalin-Yavlinski, para poner en 500 d¨ªas la econom¨ªa de la URSS, es decir, el enorme complejo de la industria militar, sobre los rieles de la econom¨ªa de mercado era una simple tonter¨ªa. Sin embargo, ya entonces, en el oto?o de 1990, nuestros intelectuales acusaron a Gorbachov de "traidor" y, comenzaron a destruirlo moral y pol¨ªticamente. La paradoja est¨¢ en que Yeltsin, que lleg¨® al poder gracias a la Intelectualidad impaciente, radical, se, apoya mucho m¨¢s en el viejo aparato del PCUS que Gorbachov,
As¨ª son las cosas. Hoy todos gozan los frutos de la perestroika, los frutos de la libertad, incluso los comunistas ortodoxos, pero no hay fiesta en Rusia.
Millones y millones de rusos, ante todo eslavos de religi¨®n ortodoxa, van a los templos libremente, pero son pocos los que relacionan este milagro del resurgimiento de la Iglesia con Gorbachov. Sus hijos por. primera vez obtuvieron el derecho a estudiar y a no mentir, a nombrar las cosas por su nombre, a no pensar en lo que pueden decir y en lo que no pueden decir. Y, sin embargo, todos han olvidado todo: el fin de la guerra de Afganist¨¢n, las primeras elecciones libres y verdaderas, el regreso triunfal a su patria de los pensadores y escritores olvidados.
Rusia est¨¢ enferma del esp¨ªritu. En las almas de la gente conviven las antiguas ofensas, pasiones y mitos con los productos de la nueva propaganda. Viven como gente de paso. No tienen conciencia nacional ni memoria hist¨®rica. La gente ha olvidado c¨®mo era hace diez a?os. Y, por supuesto, est¨¢n los miedos. Nuevos, s¨ª, pero al mismo tiempo viejos. Si el actual zar Yeltsin, como ¨¦l dice, "no respeta a Gorbachov", entonces el millonario ej¨¦rcito de nuevos y viejos funcionarios no se arriesga a decir una palabra positiva sobre la perestroika. Esto es una nueva lecci¨®n: no siempre la libertad conduce a la salud espiritual. Ojal¨¢ que podamos festejar el pr¨®ximo aniversario de la perestroika dignamente, como gente que se respeta a s¨ª misma y a su historia. ?Pero cu¨¢ndo suceder¨¢? ?Dentro de 10 a?os, o quiz¨¢ de 50?
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