Problemas, conflictos y soluciones
En Espa?a hay hondos y graves problemas, como es propio de toda sociedad en nuestra latitud geogr¨¢fica e hist¨®rica, si bien la extremosidad propia del finisterrismo, ib¨¦rico les da, ahora y aqu¨ª, un car¨¢cter m¨¢s acuciante. Est¨¢n pendientes a¨²n reformas estructurales y opciones definitorias, capitales para el futuro de nuestra econom¨ªa; es preciso culminar nuestra organizaci¨®n territorial y plurinacional; la seguridad exterior del Estado ha de hacer frente a nuevas amenazas y riesgos; incluso los cambios clim¨¢ticos y demogr¨¢ficos exigen, desde ya y a largo plazo, pol¨ªticas imprescindibles para garantizar nuestra entidad e identidad. Estos y otros semejantes, en campos tan distintos como la pol¨ªtica exterior o la transmisi¨®n de valores, son los grandes temas de una pol¨ªtica de Estado, escrita con letra may¨²scula, hecha por estadistas y apoyada en una opini¨®n ciudadana debidamente informada y movilizada por una conciencia viva del inter¨¦s com¨²n.Pero tales problemas desaparecen bajo los conflictos, reales unos, artificiales otros, creados por tres factores dif¨ªcilmente calificables. La incompetencia del Gobierno, la irresponsabilidad de la oposici¨®n y la frivolidad de aquellas instituciones sociales, con especial incidencia en la opini¨®n p¨²blica. Un d¨ªa ser¨¢ la corrupci¨®n que de un lado se airea y de ninguno se sanea. Otro, la insuperable incapacidad, a la hora de designar un cargo o de sustituirlo a tiempo, de responsabilizarlo y hasta de capturarlo, y nadie dudar¨¢ de que podr¨ªan ponerse varios nombres propios a cada una de estas posibilidades. En ocasiones ser¨¢ la descalificaci¨®n constante de la labor de Gobierno, incluso cuando ello ponga en cuesti¨®n los valores y las instituciones. En otras, la m¨¢s descarada falsificaci¨®n de la informaci¨®n en aras de una oportunista interpretaci¨®n del propio inter¨¦s, supuestamente pol¨ªtico, e incluso confesadamente mercantil. Como consecuencia, la conversi¨®n de la pol¨ªtica en un mero conflicto de nudas apetencias de poder. Se forma, as¨ª, una costra que impide a la opini¨®n ciudadana ver los problemas de fondo y sofoca, si lo hubiere, cualquier intento de abordarlos.
De esta manera, los conflictos, rec¨ªprocamente alimentados y puestos al servicio del enfrentamiento pol¨ªtico, nunca se resuelven. ?Alguien puede mencionar uno s¨®lo, de los muchos esc¨¢ndalos denunciados desde 1989, que haya culminado en una soluci¨®n definitiva, que vaya m¨¢s all¨¢ de las imputaciones, que establezca responsabilidades concretas, o que devuelva la fama a aqu¨¦llos cuya inocencia quedara a salvo? Cuando todos los d¨ªas se denuncian robos millonarios, nunca, por cierto, debidamente cuantificados, ?se ha visto jam¨¢s el intento serio de obtener una restituci¨®n de lo robado? No, porque a nadie parece interesar la soluci¨®n de los conflictos, sino simplemente su utilizaci¨®n para movilizar la opini¨®n contra alguien en cada momento concreto. De esta manera, si los conflictos son m¨¢s superficiales que los problemas, su tratamiento los banaliza a¨²n m¨¢s. El caso Rold¨¢n, con ser grave, es menos importante que la dejaci¨®n de la seguridad nacional, pero, a su vez, del caso Rold¨¢n ya s¨®lo parece interesar la an¨¦cdota y el chisme. En cuanto a los problemas de fondo, nunca abordados y menos resueltos, se enconan y acent¨²an y cargan con su nunca analizada gravedad el panorama pol¨ªtico entenebrecido por los conflictos. Una situaci¨®n as¨ª no se soluciona ni con el mero transcurso del tiempo ni con el s¨®lo cambio de mayor¨ªa, gobernante que, con capacidad no mayor a la de la actual, deber¨ªa afrontar la misma problem¨¢tica, si no otra, a¨²n m¨¢s conflictiva, puesto que ha hecho de la radicalizaci¨®n de los conflictos su predilecta estrategia.
Se necesita algo m¨¢s. Perforar la costra e ir al fondo. Abandonar los conflictos y abordar los problemas. Y ello requiere un esfuerzo de todos: de las instituciones, de las fuerzas pol¨ªticas y de la sociedad. Un esfuerzo cuya direcci¨®n no puede pender de, ni buscar, una victoria electoral inmediata sino que, con plena legitimaci¨®n parlamentaria, tuviera independencia y capacidad. Felizmente pudiera quedar por delante media legislatura para ello. ?Capacidad para qu¨¦? Nada m¨¢s y nada menos que para mirar un poco m¨¢s all¨¢ del titular ?le cada d¨ªa. Pero eso requerir¨ªa, de las fuerzas pol¨ªticas, la generosidad imprescindible para poner el servicio por delante del conflicto, lo general por encima de lo particular. Creer, de veras, en la Raz¨®n de Estado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- V Legislatura Espa?a
- Pol¨ªtica nacional
- Caso Rold¨¢n
- Guardia Civil
- Gobierno de Espa?a
- Legislaturas pol¨ªticas
- Corrupci¨®n pol¨ªtica
- PSOE
- Corrupci¨®n
- Fuerzas seguridad
- Seguridad nacional
- Casos judiciales
- Gobierno
- Administraci¨®n Estado
- Delitos
- Partidos pol¨ªticos
- Espa?a
- Defensa
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica
- Justicia