?Incre¨ªble Alfredo Kraus!

No apareci¨® en el ensayo general de La Traviata nada menos que la mism¨ªsima Dama de las Camelias, que deb¨ªa ser, la americana Cheryl Studer. Se qued¨® as¨ª el super Alfredo-Germont-Kraus, compuesto, pero no sin novia, pues la mantuana Fiorella Buratto, que deb¨ªa alternar con la Studer, evidenci¨® su condici¨®n protagonista, tanto por el frescor y la belleza de su voz joven y atractiva, como por la expresividad musical y teatral puestas al servicio de una musicalidad refinada. Virtudes todas que se avienen, a las mil maravillas, con las propias de Alfredo Kraus, maestro en las aulas y en la escena, vencedor del tiempo y ejemplo hist¨®rico de un espl¨¦ndido Alfredo de 67 primaveras. Incre¨ªble.La Traviata es una de esas consecuciones verdianas en las que, como dec¨ªa ?scar Espl¨¢, se mostraba intensamente ardoroso, pero sin que el nervio de su m¨²sica se contaminara por el morbo rom¨¢ntico. Quiere decirse que las estructuras esc¨¦nicas y musicales de la obra son fuertes, se plasman en formas concretas y dejan muy lejos la excesiva servidumbre anterior a la mera exhibici¨®n vocal.

Resultan admirables ciertos apuntes dram¨¢ticos, simples y efectivos, que Verdi introduce en sus pentagramas a modo de acci¨®n an¨ªmica: la inquietud en la escena del juego, el contraste entre vida y muerte en el acto final, la rara invenci¨®n de esa suerte de nana para mayores que Germont, padre, dedica a su hijo en Di Provenza il mare. Y es prodigiosa la estructura dram¨¢tica y desolado casi todo el final, con la culminaci¨®n en el adi¨®s al pasado.

El viejo Germont encontr¨® tambi¨¦n un noble int¨¦rprete en el bar¨ªtono genov¨¦s Roberto Servile y todo el conjunto funcion¨® con ¨¢gil profesionalidad, con nota especial para el coro (Antonio Fauro) y la ambientaci¨®n c¨®moda y sin grandes novedades de los escenarios de Frigerio, los trajes de Squarciapino y la regie de Nuria Espert. Bien conocido es aqu¨ª el maestro Alberto Zedda, garant¨ªa de una buena marcha y un aceptable equilibrio, con una calidad media que a veces se eleva a regiones de la m¨¢s exigente belleza.