'Colgados' por la inform¨¢tica
Cl¨ªnicas de EE UU tratan a los adictos al ordenador
Los m¨¦dicos llaman a la nueva enfermedad computerismo. Como la adicci¨®n al juego, a las compras o al ejercicio f¨ªsico, el fen¨®meno de engancharse al superordenador multimedia ha empezado a clasificarse entre las patolog¨ªas que tratan las cl¨ªnicas de rehabilitaci¨®n."El adicto empieza con s¨ªntomas de tolerancia, pero poco a poco aumenta su dependencia del ordenador hasta aislarse del entorno e ignorar otros aspectos de la vida social", ha declarado Howard Shaffer, director adjunto en la divisi¨®n de adicciones de la Universidad de Harvard.
A diferencia de lo que sucede con los sosegados coleccionistas de sellos o los incansables lectores, los computeristas se asocian a la poblaci¨®n dependiente de psicoestimulantes. Un sondeo realizado entre un centenar de habituales de Internet y Compuserve ha obtenido varias respuestas que comparan las emociones de navegar por la pantalla con los efectos de drogas como la coca¨ªna, la marihuana y el LSD.
Los adictos son hombres, m¨¢s que mujeres y, en alto porcentaje, pertenecientes a la generaci¨®n contracultural de los sesenta. Los domicilios, cada vez m¨¢s poblados con superordenadores que permiten acceder a un universo de informaci¨®n, juegos y contactos, han sido invadidos con otro elemento de aislamiento. Si los miembros de las familias hablaban poco entre s¨ª, ahora se a?aden m¨¢s motivos para no abrir la boca.
Tiene sus ventajas, no obstante, para algunos. Para aquellos, por ejemplo, que no encuentran qu¨¦ decirse, o para quienes no encuentran a qui¨¦n dec¨ªrselo. Cerca de un 30% de los hogares norteamericanos, un 40% de los suecos, est¨¢n ocupados por una sola persona. En las grandes ciudades del norte de Europa el habitante solitario supera ya el 25% y su modelo se extiende. Patricia, una mujer soltera y madura, entrevistada en la investigaci¨®n sobre los computeristas, ha declarado: "Me entusiasma volver a casa despu¨¦s de un d¨ªa de trabajo abrumador y conectar con la gente de todo el mundo sin necesidad de tener que verlos. Me hace sentir acompa?ada y serena. S¨®lo me di cuenta de qu¨¦ la afici¨®n era perjudicial cuando empec¨¦ a llegar tarde a la oficina. Algunas veces he telefoneado diciendo que estaba enferma para seguir pegada a la pantalla... Realmente, no tengo a nadie con quien hablar, excepto mis amigos on-line. "
"Para los solitarios, para los t¨ªmidos, para los acomplejados con su cuerpo, la comunicaci¨®n electr¨®nica", dice Judah Landes, un psicoterapista de California, "el Internet les ha procurado un auxilio ps¨ªquico al que es dif¨ªcil renunciar". Nicholas Negroponte, en un libro reciente y cuyo t¨ªtulo podr¨ªa traducirse por, Ser digital, afirma que gracias al Internet "la pantalla se convierte en una ventana sobre un mundo nuevo donde se puede participar en igualdad sin que los dem¨¢s sepan si eres un tirado". Las razones para la adicci¨®n abundan tal como van creciendo los usuarios. En unos dos a?os, los abonados de Compuserve han pasado de ser algo m¨¢s de un mill¨®n a cerca de tres millones. La red mundial est¨¢ poblada por m¨¢s de 35 millones. Hay quien piensa que la creciente adicci¨®n actual puede llegar a retroceder cuando el uso se divulgue mucho y la clandestinidad deje de excitar.
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