Dos medallas de plata, balance final del equipo espa?ol
Anacleto Jim¨¦nez se suma a la n¨®mina estelar de los corredores nacionales
La estirpe de corredores de la Espa?a seca es inagotable y Anacleto Jim¨¦nez , el ¨²ltimo descubrimiento. Ayer le toc¨® la hora a este espigado riojano de 28 a?os. Ya trat¨® de ser campe¨®n de Europa en Helsinki 94, pero cometi¨® demasiados errores en la final de 5.000 metros. En Barcelona, sobre una pista que no le va a sus condiciones f¨ªsicas porque el radio de las curvas es muy estrecho para sus largu¨ªsimas piernas, se desenvolvi¨® perfectamente, tuvo muy claro qu¨¦ hacer desde el principio y consigui¨® la segunda medalla de plata del equipo. Viciosa, en peor forma, no tuvo opci¨®n de subir al podio.Anacleto es un hombre experimentado y curtido en mil batallas, casi todas perdidas, porque siempre hab¨ªa alguien m¨¢s r¨¢pido o m¨¢s resistente. Ha estado en casi todas las grandes finales de los ¨²ltimos a?os disputadas en pista cubierta y casi nunca se le ve¨ªa. Hasta que, adem¨¢s de mejorar su forma, se ha vuelto m¨¢s ambicioso, aunque todav¨ªa no lo suficiente.
Del bronce a la plata
"Cuando comenz¨® la carrera, la medalla de bronce era mi objetivo", revel¨®, "porque hab¨ªa gente buena; el mismo Di Napoli o Suleiman, que fue tercero en los Juegos Ol¨ªmpicos. Pero ahora creo que hasta pod¨ªa haber ganado, porque Di Napoli no era inalcanzable y eso qued¨® demostrado al final. En cualquier caso, no me siento defraudado, la plata me sabe a gloria".
La estrategia de Anacleto no fue mala. Siempre corre atr¨¢s para evitar el contacto con. otros corredores -muchos grandes campeones impusieron este estilo- y s¨®lo se asoma a la cabeza cuando se aproxima el momento de la verdad. Conceder una ventaja de 10 / 12 metros a los que tiran del grupo no es decisivo, porque el remonte, si el ritmo no es muy vivo -que no lo suele ser en los campeonatos-, tampoco obliga a un gran desgaste. De tal manera hizo los dos primeros kil¨®metros, el ¨²ltimo, esperando que en el tercero la carrera se avivara, como siempre sucede, se estirase el grupo y ¨¦l encontrase acomodo.
Que Jim¨¦nez quer¨ªa conseguir esta vez algo importante se vio de inmediato. Cuando remont¨® no se limit¨® a introducirse en el grupo de cabeza, sino que se puso segundo, siguiendo al incansable y valiente Di Napoli, que fue primero de principio a fin de la carrera. Daba por descontado que el italiano iba a ganar, que no lo podr¨ªa seguir cuando atacase al final, y tambi¨¦n que Suleiman le acabar¨ªa pasando. Al resto se lo quer¨ªa poner m¨¢s dif¨ªcil: si quer¨ªan pasarle tendr¨ªan que correr mucho.
La batalla por las medallas se desat¨® pronto, porque antes de la ¨²ltima vuelta Di Napoli puso metros de por medio con sus perseguidores. No sorprendi¨® a nadie, porque eso estaba en el gui¨®n, y Anacleto qued¨® muy lejos, pero tambi¨¦n sali¨® disparado y Suleiman, que quer¨ªa cogerle, no pod¨ªa. La meta se acercaba y el fragor con que Anacleto defend¨ªa su triunfo le condujo hasta los talones de Di Napoli, que se recreaba en la victoria y al final tuvo que interponer hasta su brazo hacia Anacleto para que no le pasara.
En otra final con posibilidades de medalla, Maite Z¨²?iga las difumin¨® con una mala actuaci¨®n que la propia atleta no quiso justificar: "No he sabido correr. Toda la culpa ha sido m¨ªa. Me he peleado demasiado detr¨¢s, cuando ten¨ªa que haber estado en cabeza".
Los 1.500 metros, una vez m¨¢s, no perdonaron a quien cometi¨® un ligero error, que en el caso de Z¨²?iga no fue tan grande como el de Cacho en la v¨ªspera, pues su equivocaci¨®n fue s¨®lo t¨¢ctica, no de sobrestima, y tampoco demasiado, porque vista la forma de las rivales, quiz¨¢ Z¨²?iga no hubiera tenido nunca posibilidad de subir al podio, aunque si al menos de haberlas inquietado hasta el final, lo que nunca sucedi¨®.
Este hecho fue el que desencant¨® a Z¨²?iga: encontrarse descolgada en cuanto las mejores cambiaron el ritmo para disputarse las medallas. Se mantuvo en el grupo mientras las dem¨¢s quisieron, que fueron 1.200 metros. Luego, desapareci¨® de la carrera y no pudo defender ni siquiera su cuarto lugar, desde el que esperaba catapultarse hacia la conquista de alguna medalla que se le sigue negando, pese a ser ya una habitual en todas las finales de ¨¦lite.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.