La expansi¨®n de las colonias jud¨ªas, una amenaza para la paz
El aumento de asentamientos se basa en normas anteriores a la Declaraci¨®n de Principios de 1993
Los mi¨¦rcoles de cada semana, el palestino Sabri Mohamed Ahmad Mahm¨²d Gorayeb acude hasta un modesto despacho en el centro de Ramala con el ajado expediente del que no se desprende desde 1978. Mograbi, un enjuto agricultor de 54 a?os, es m¨¢s conocido en Ramala como Abu Samir, pero se ha hecho algo famoso gracias a su larga e infructuosa batalla legal y personal contra los colonos del asentamiento de Giv¨®n Hadasha, un moderno caser¨ªo de piedra en una pintoresca colina de Beit Igza, a pocos kil¨®metros de Jerusal¨¦n. Abu Samir no ha perdido la fe. Dice que alg¨²n d¨ªa recuperar¨¢ los 70 dunums de tierra que Israel le confisc¨® para construir el asentamiento, una medida que ha tratado en vano de combatir en los tribunales cuando no serrando peri¨®dicamente los postes de electricidad d¨¦ sus vecinos. "Me han arrestado 16 veces", dice con orgullo.Pero Abu Samir tiene una preocupaci¨®n m¨¢s inmediata: como muchos de los 32 asentamientos de Cisjordania, Giv¨®n Hadasha est¨¢ creciendo. El hombre teme que los colonos decidan quitarle el resto de su tierra, donde vive en una casa que est¨¢ virtualmente atrapada por alambradas israel¨ªes y desde cuyas ventanas puede ver a piquetes de alba?iles ("mirarlos da pena y rabia", dice; "son obreros ¨¢rabes") a menos de doscientos metros de distancia.
"Los colonos vienen casi todos los d¨ªas. Tengo que estar atento porque ya han comenzado a arrancar mis ¨¢rboles", dice Abu Samir a los ocho palestinos que le escuchan en el despacho de Ramala. Es la sede del Comit¨¦ de Defensa de la Tierra, uno de los nuevos organismos palestinos que cunden por Cisjordania ante el continuo crecimiento de asentamientos jud¨ªos, a pesar de las promesas de congelarlos.
La expansi¨®n de asentamientos se ha convertido en el punto m¨¢s controvertido y vol¨¢til para el futuro del proyecto de paz entre la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP) e Israel. El propio Yasir Arafat la ha descrito como el posible detonante de una nueva rebeli¨®n similar a la Intifada iniciada en 1987, y en sitios como la sede del comit¨¦ de Ramala, los ¨¢nimos se caldean con el paso de los d¨ªas.
"Las brasas de la Intifada arden a pesar de la aparente calma. Israel y Arafat saben *muy bien que si no paran los asentamientos volver¨¢ la violencia", dice Ab¨¢s Mograbi, un profesor jubilado que act¨²a como secretario del comit¨¦. "?De qu¨¦ paz se nos habla si siguen rob¨¢ndonos las tierras?", se pregunta.
En realidad es poco lo que el jefe de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) puede hacer para frenar el crecimiento de las colonias y evitar la confiscaci¨®n de tierras. El Gobierno del primer ministro israel¨ª Isaac Rabin afirma que no hay nuevas colonias y que su expansi¨®n responde a planes aprobados mucho antes de la firma de la Declaraci¨®n de Principios, en Washington, en septiembre de 1993.
Cr¨ªticos israel¨ªes de Rabin apuntan a una preocupaci¨®n: la falta de una visi¨®n clara de lo que el Gobierno se propone hacer en los territorios ocupados, una vez que sean entregados a la ANP y se replieguen las tropas de Cisjordania. A juicio de muchos, el futuro mapa de Cisjordania es uno de los secretos mejor custodiados en Israel.
Rabin, que a la vez es ministro de Defensa y por tanto tiene la ¨²ltima palabra sobre la profundidad del repliegue militar y la configuraci¨®n y protecci¨®n de. los asentamientos, una vez que los palestinos se hagan cargo de Cisjordania, tiene que jugar con mucho cuidado. Pese a su no muy secreto desd¨¦n frente a las insaciables demandas de los colonos, no puede ignorar a 140.000 conciudadanos, especialmente con vistas a las elecciones del pr¨®ximo a?o. Seg¨²n sus cr¨ªticos, Rabin emite se?ales contradictorias. "O bien hay dos ministros de Defensa -uno que quiere la paz y otro que quiere promover asentamientos- o reina la anarqu¨ªa en el Ministerio de Defensa", dice Tsali Reshef, del movimiento Paz Ahora:Los palestinos tampoco parecen contar con una estrategia clara, pero organismos no gubernamentales como el Centro de Estudios sobre Tierras y Agua y Servicios Legales est¨¢n contribuyendo a poner sobre. el tapete cuestiones que pocos se hab¨ªan planteado en la atm¨®sfera de optimismo generado por los acuerdos de Oslo, Washington y El Cairo, los pilares del proceso en curso. Cierto, Rabin se ha pronunciado en varias' ocasiones contra la expansi¨®n de los asentamientos, pero en la Declaraci¨®n de Principios no existe una exposici¨®n expl¨ªcita contra las colonias o su desarrollo. "La ambig¨¹edad de la declaraci¨®n camufla el hecho que la construcci¨®n de asentamientos y la expansi¨®n de la poblaci¨®n ha continuado sin cesar desde la firma de los acuerdos", dice un informe del centro.
"Tenemos todo el derecho al desarrollo", afirma Yaacov Efrati, jefe de la secci¨®n de proyectos del gran asentamiento de Maale Adum¨ªm, en las afueras de Jerusal¨¦n, que con 20.000 habitantes, ya se ha convertido en una ciudad dormitorio. "Es nuestra tierra y lo dice la Biblia. Adem¨¢s, es nuestro dinero", agreg¨®. Un vistazo desde la ventana del despacho de Efrati basta para comprender que en Maale Adum¨ªm fondos y af¨¢n no faltan: en las colinas vecinas donde no se ve una casa en construcci¨®n hay un tractor.
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