Renovado idilio de Madrid y El G¨¹ito

Se anunci¨® grandilocuentemente este espect¨¢culo como estreno mundial, pero lo hab¨ªamos visto, pr¨¢cticamente en su totalidad, un mes antes en el teatro Calder¨®n, dentro del III Festival Flamenco de Madrid; con otro t¨ªtulo, eso s¨ª.Da lo mismo porque Madrid adora a su bailaor, El. G¨¹ito, y le aplaude siempre a rabiar. En esta ocasi¨®n, como en tantas otras, se puso en pie para la ovaci¨®n final de gala. Podr¨ªamos decir que la ciudad y el artista viven un renovado idilio, ahora que ¨¦l vuelve a frecuentar los escenarios.

Es verdad que Eduardo Serrano se halla en un momento dulce de su carrera, en plena madurez, bailando quiz¨¢ mejor que nunca. Hay cosas que nadie las hace como ¨¦l, con su elegancia, son su se?or¨ªo. Por ejemplo, las transiciones de giros o movimientos r¨¢pidos a un baile parado, apenas insinuado o sugerido, en ocasiones no m¨¢s de un leve recorte de manos, sin asomo de brusquedad alguna, hecho todo con tal delicadeza que es un puro deleite.

El espect¨¢culo es El G¨¹ito y s¨®lo El G¨¹ito. Lo dem¨¢s completa el programa con una cierta dignidad, en que se aprecia siempre la inteligente coreografia del bailaor, no en todos los casos bien servida por int¨¦rpretes,voluntariosos pero poco hechos a¨²n.

Bien Mar¨ªa Viv¨®, aunque mec¨¢nica en algunos pasajes; bien las alegr¨ªas de Domingo Ortega y Antonio Partida. Cantaores y guitarristas arroparon el baile con correcci¨®n, aunque sin brillantez.