Pol¨ªticos y ficci¨®n
Miquel Roca lleg¨® a Sevilla m¨¢s sobrio que un jugador de p¨®ker, intentando mantener, por un lado, la distancia catalana, y por otro, la necesaria devoci¨®n hacia lo sevillano que hace ganar votos entre los inmigrantes sure?os que votar¨¢n en las elecciones municipales barcelonesas. En el hotel Col¨®n desgran¨® los t¨®picos de rigor: felicitaciones a los novios, qu¨¦ bien huelen los azahares, etc¨¦tera. Poco m¨¢s tarde, Jos¨¦ Antonio Ardanza desembarc¨® sin abrir la boca, y luego lo hizo Jordi Pujol, que hab¨ªa tenido un acto en Lyon, pero pas¨® por Barcelona para recoger a su esposa, Marta Ferrussola. A la puerta del hotel Col¨®n, que acoge a la mayor¨ªa de pol¨ªticos llegados para el evento, una multitud aut¨®ctona se aprestaba a aplaudir a quien fuese, incluidos Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y el Gobierno. ?Ele!Una pod¨ªa sentarse en el vest¨ªbulo s¨®lo por el gusto de escuchar a la telefonista pedir por los altavoces: "Condesa de tal, duquesa de cual, al aparato". Los de la verdadera pasta. En el hotel Alfonso XIII hay como m¨¢s nobleza, pero los empleados de las subcontratas tiemblan, porque son quienes suelen dejar los pufos. Claro que siempre puede pagar el Rey o, a¨²n mejor, el Ag¨¢ Jan, propietario de Ciga, a, cuya cadena pertenece el hotel.Al Col¨®n llegaron la princesa Laila de Marruecos, el sult¨¢n de Om¨¢n y el hermano y los hijos de Hussein de Jordania. Por cierto que en el s¨¦quito de los jordanos iban dos ni?os gemelos preciosos, a quienes el sult¨¢n de Om¨¢n hac¨ªa caranto?as con tal cara de bruja de Hansel y Gretel, que si yo llego a ser su madre se me habr¨ªan puesto los pelos de punta.Sevilla es hoy tierra de paradojas. Ejemplo: la condesa de Par¨ªs cen¨® el viernes en el restaurante Modesto y, ?oh cielos!, en la puerta se encontr¨® con el l¨ªder ugetista, C¨¢ndido M¨¦ndez. La arist¨®crata nunca sabr¨¢ que esa noche pudo darle a la manduca precisamente porque M¨¦ndez es tuvo en Sevilla para desconvocar la huelga de hosteler¨ªa, que en caso contrario se hubiera iniciado esa misma vela da. Ella estaba. como muy contenta, con esa inconsciencia de los ricos, a quienes siempre acaba por arregl¨¢rseles el asunto.
Por otra parte, el espect¨¢culo equino de La Maestranza dej¨® con tort¨ªcolis a todo el mundo: media plaza del lado izquierdo y la otra media del derecho, porque pocos miraron a los caballos, lo m¨¢s noble que esa tarde hab¨ªa en el recinto, dedicados como estaban -mu?idos de prism¨¢ticos- a contemplar a la n¨®mina del ?Hola! en vivo y en directo. Que hay que ver qu¨¦ gordo est¨¢ Raniero, y qu¨¦ bien se conserva la Farah Diba, y qu¨¦ bueno est¨¢ Kyril de Bulgaria, y la Reina qu¨¦ feliz parece.
En fin. Por lo visto, Su Majestad y la Infanta no opinan lo mismo respecto al volumen del "s¨ª, quiero" que pronunciar¨¢ la novia tras pedirle permiso a su Real Padre. Quer¨ªa do?a Elena que se escuchara bien alto, pero Do?a Sof¨ªa, que es como seria, lo quiere m¨¢s en sordina, y nadie duda de que su opini¨®n ser¨¢ la que finalmente prevalecer¨¢.
Mientras, en Sevilla prolifera un tipo de ciudadano de edad media, dotado de silla plegable de monter¨ªa y de almohadilla de Loewe para el ilustre culo, que brujulea hacia los espect¨¢culos de pol¨ªtica y de ficci¨®n. Es como Blade Runner, pero m¨¢s terror¨ªfico, porque est¨¢n en el presente.
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