La estrella de Chirac
EL PANORAMA de las elecciones presidenciales francesas se ha modificado sustancialmente en el ¨²ltimo mes. Los sondeos indican a un Chirac con m¨¢s del 24% de los votos, el 18% para Balladur y un 22% para Jospin. La idea de un f¨¢cil triunfo de Balladur se ha desvanecido, y los colaboradores de ¨¦ste se esfuerzan Ahora por movilizar a sus partidarios para reactivar una campa?a nunca muy brillante, pero que ahora parece m¨¢s bien el camino de un cementerio.La fuerza que sosten¨ªa a Balladur era un balance relativamente bueno en la jefatura del Gobierno. Pero los hechos han puesto de relieve la diferencia profunda que existe en la conciencia popular entre la visi¨®n de un primer ministro y la de un jefe de Estado. Los errores de Balladur en su actual cargo se agrandan cuando se proyectan sobre la misi¨®n que le tocar¨ªa como presidente de la Rep¨²blica. Una debilidad relativamente peque?a -la retirada de un plan de ense?anza media ante las protestas de los escolares- cobra gravedad si se enfoca como se?al de la incapacidad de Balladur de mantener firmemente sus ideas. ?Menudo presidente si ya vacila cuando los escolares le critican!
Sobre Balladur han ca¨ªdo tambi¨¦n las sospechas de algunos asuntos poco claros: unas escuchas telef¨®nicas ordenadas por ¨¦l fuera de la ley y episodios de su propio enriquecimiento. La publicaci¨®n de los datos de su patrimonio (operaci¨®n imitada por Chirac y Jospin) no ha resultado convincente, como la prensa francesa se ha apresurado a demostrar. Adem¨¢s, Balladur es el ¨²nico de los candidatos que est¨¢ atado a la hora de presentar su programa: tiene que ser la continuidad de lo que hay, m¨¢s de lo mismo, y con el mismo hombre. Cualquier anhelo de novedad, propio de una elecci¨®n al El¨ªseo, le est¨¢ prohibido.
Todo lo que Balladur pierde lo gana Chirac, con una campa?a en la que afina su vena populista a modo de puente hacia un sector del electorado de izquierda. Algo del bonapartismo que De Gaulle supo adaptar a su tiempo aflora en los discursos de Chirac. Las dudas sobre su pol¨ªtica internacional las ha resuelto en el sentido de renunciar a su antiguo proyecto de someter Maastriclit a un nuevo refer¨¦ndum. Se pronuncia claramente por la moneda europea (evitando fijar fecha) y por hacer del eje Par¨ªs-Bonn la base de Europa: en una l¨ªnea muy mitterrandista. Anunciando a la vez la puesta a punto de la fuerza at¨®mica gala, quiere dar satisfacci¨®n a las dos almas de la Francia de hoy: la europea y la nacionalista.
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