SOS Burundi
Cualquier persona que siga con un m¨ªnimo de atenci¨®n lo que ocurre en Burundi en los ¨²ltimos meses llegar¨¢ a la conclusi¨®n de que en este peque?o pa¨ªs se dan ahora todas las condiciones para que en cualquier momento estalle un enfrentamiento de grandes dimensiones, similar incluso al de Ruanda durante el pasado a?o. El reciente asesinato del ministro de Energ¨ªa es un grav¨ªsimo aviso de que se avecina una matanza generalizada, quiz¨¢s un nuevo genocidio. De momento ya se han producido m¨¢s de 50.000 asesinatos en el ¨²ltimo a?o y medio.Como en Ruanda, la lucha que enfrenta a algunos sectores hutu y tutsi es una lucha por el poder pol¨ªtico. La diferencia es que en Burundi el poder y el Ej¨¦rcito han estado tradicionalmente monopolizados por la minor¨ªa tutsi, y s¨®lo desde hace a?o y medio el poder pol¨ªtico (no el militar) est¨¢ en manos de la mayor¨ªa hutu, aunque de una forma extraordinariamente precaria e inestable, ya que, al igual que la Ruanda de hace un a?o, hay sectores que no est¨¢n dispuestos a compartir el poder pol¨ªtico y los privilegios adquiridos, y atizan el odio hacia la otra comunidad.
La tensi¨®n est¨¢ al l¨ªmite, hasta el punto de que el Consejo de Seguridad de la ONU ha advertido a Uprona, el partido de los tutsi, de su actitud irresponsable, se?alando el riesgo de que todo estalle en cualquier momento y de la forma m¨¢s cruel. A principios de 1994, y en una coyuntura similar, la comunidad internacional no supo reaccionar a tiempo en Ruanda. Ya sabemos lo que ocurri¨® despu¨¦s. En Burundi, a pesar de las repetidas llamadas y avisos de Amnist¨ªa Internacional y de organizaciones humanitarias a lo largo de todo el a?o 1994, parece que se ha decidido no intervenir de ning¨²n modo serio. Ni en 1993, ni en 1994, ni en lo que llevamos de a?o, el Consejo de Seguridad ha sido capaz de adoptar una sola resoluci¨®n sobre Burundi. Los fracasos de Somalia y Ruanda pesan. demasiado, y nadie se atreve a plantear soluciones cre¨ªbles para evitar la pr¨®xima matanza.
Una, vez m¨¢s, los autores de asesinatos y los planificadores de masacres gozar¨¢n de absoluta impunidad, y los mercaderes de armas que han abastecido a Burundi seguramente podr¨¢n continuar con sus negocios. Despu¨¦s tendremos que lamentar que nadie quiera enviar cascos azules, que los observadores de derechos humanos sean escasos y que la ayuda humanitaria, que s¨®lo se dedica a atender a las v¨ªctimas, no baste para detener esa din¨¢mica destructiva.
Hace tan s¨®lo unos meses, una fuerte presi¨®n y una amplia presencia internacional hubieran podido alterar el rumbo de las cosas (v¨¦ase el art¨ªculo de Francisca Sauquillo y Pierre Pradier en EL PA?S del pasado 3 de noviembre). Hoy quiz¨¢ sea demasiado tarde. Algunas ONG han tenido que retirarse de Ruanda ante el poder alcanzado por los escuadrones de la muerte en los campos de refugiados. Tambi¨¦n nos hemos ido de Somalia (muchas ONG y los cascos azules) como resultado de m¨²ltiples equivocaciones denunciadas en su momento y no rectificadas a tiempo. Hay demasiadas coincidencias en los tres casos para que nos permitamos el lujo de no hacer una seria reflexi¨®n y una cr¨ªtica a fondo sobre las razones por las que no aprendemos a encarar satisfactoriamente esas cat¨¢strofes humanas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.