Santos y g¨¢rgolas
La nueva danza francesa, para muchos eje europeo de todo el movimiento contempor¨¢neo, tambi¨¦n evoluciona hacia una serenidad reflexiva. Atr¨¢s ha quedado la d¨¦cada de los a?os ochenta con su violencia, sus ritmos acelerados y su urgencia expositiva. De hecho, tal desv¨ªo provoca hoy el afloramiento primero y el asentamiento despu¨¦s de individualidades muy desmarcadas de la efervescencia pasada y que, durante a?os, estuvieron sumergidas en una especie de sue?o de los justos. Este puede ser el caso de Jacques Patarozzi.Lahire et Judith parte de una idea actual de lo que se conoce como tableau vivant, algo que el ballet moderno cultiv¨® desde sus gestas fundacionales (recu¨¦rdense Parade o la Fedra de Cocteau y Lifar). Jacques Patarozzi, hombre refinado, de amplia cultura, recurre a la pintura como fuente te¨®rica m¨¢s que como inspiraci¨®n para el movimiento; el core¨®grafo se sirve del dibujo, pero no basa su tejido cor¨¦utico en evocaciones de un pasado monumental. Las referencias est¨¦ticas son claras, y aunque frecuentemente se compara la escena inicial con Caravaggio, es mucho m¨¢s evidente que estamos ante una recreaci¨®n del San Jer¨®nimo de Ribera, un tanto liberado de sensualidad napolitana, algo menos profano. La enorme plasticidad del bailar¨ªn le permite alargarse en escorzos tan imposibles como los que sugiere la pintura tenebrista.Ritmo monacalEl espect¨¢culo peca de una intencionada lentitud a la que el espectador no est¨¢ habituado todav¨ªa, es un ritmo casi monacal, aderezado por esa violencia contenida que est¨¢, por ejemplo, en los capiteles rom¨¢nicos. Por detr¨¢s, aun intuyendo los vientos renacentistas, la obra respira una cerraz¨®n medievalista.Puede hablarse de un armaz¨®n neog¨®tica y casi asc¨¦tica donde se relacionan los iconos con los orantes. Esa especie de san Juan Bautista (o san Sebasti¨¢n, ?por qu¨¦ no?) toca y es tocado (la hora de pecar). Los fieles que le rodean llegan a macular su magn¨ªfica piel de cera sagrada, y la estantigua, a su vez, abandona la perfecci¨®n de dios y responde integr¨¢ndose en una danza final que es una farsa procesional, un bestiario flam¨ªgero de g¨¢rgolas. A pesar de cualquier lectura adicional, Lahire et Judith quiere dar una sensaci¨®n de equilibrio, un mundo de proporciones alejandrinas y de simetr¨ªas, m¨¢s en lo pict¨®rico, en la pose est¨¢tica que se anima s¨®lo por los impulsos m¨¢s seleccionados y precisos.
Compagnie Balmuz Jacques Patarozzi
Lahire et Judith. Coreografia: Jacques Patarozzi; m¨²sica: John Dowland, Diego Ortiz, Esther, Lamandier y Jean Baptiste Lully; trajes: Colette Huchard; luces: Martial Barrault y Fr¨¦d¨¦ric Stoll. Teatro del Instituto Franc¨¦s. Madrid, 21 de marzo.
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