Los hematomas de Yuma
Un enfrentamiento racista altera la convivencia en Pinos Puente (Granada)
Yuma Mulamba no duerme desde hace una semana en la casona medio abandonada que le cedi¨® hace un a?o Antonio Leiva, un antiguo misionero dominico -hoy casado y due?o de una librer¨ªa- que vivi¨® en su pa¨ªs, Zaire, durante ocho a?os. El domingo pasado d¨ªa Yuma fue golpeado, hasta caer desvanecido, por Juan C¨®rdoba, dirigente de la asociaci¨®n gitana y agente, en baja por enfermedad, de la Polic¨ªa Local de Pinos Puente (Granada). Antes, un corro de adolescentes gitanos hab¨ªa apedreado la casa de Yuma. al grito de "negro asqueroso".C¨®rdoba, en una denuncia presentada contra Yunia, asegura que empuj¨® al inmigrante porque ¨¦ste hab¨ªa levantado por las orejas a un muchacho gitano, y que Yunia accidentalmente se golpe¨® en la cabeza. El cuerpo de Yunia presenta numerosas contusiones y hematomas. El abogado de C¨®rdoba, Jos¨¦ V¨¢zquez, niega que fuera un ataque racista, aunque advierte que no le extra?ar¨ªa que ocurriera "algo raro, un brote de racismo o lo que sea". "Ha sido una manipulaci¨®n de Yuma".
En Pinos Puente los miembros de la comunidad gitana dicen que no recuerdan d¨®nde viv¨ªa Yuma ni ning¨²n dato de ¨¦l. Desde la agresi¨®n se ha apoderado del pueblo un clima electrizado, ¨¢spero como el canto de una piedra. En el ayuntamiento la ¨²nica persona que atendi¨® la llamada del periodista eludi¨® con frases misteriosas comentar el asunto. "?Usted ya me entiende, verdad?", dijo.
El zaire?o se gana la vida con trabajos eventuales. En 1992 abandon¨® su pa¨ªs por temor a represalias durante unos disturbios pol¨ªticos en la universidad. En Marraquech reanud¨® y termin¨® sus estudios de leyes. De Marruecos vino a Espa?a, a casa de Antonio Leiva, que le cedi¨® la casona y lo tom¨® bajo su tutela. All¨ª reside desde hace a?o y medio y durante ese tiempo la vida, no le ha sido. f¨¢cil. Yuma ha denunciado a sus convecinos gitanos por insultos y amenazas racistas en distintas ocasiones, pero las demandas no han prosperado. Los convecinos, por su lado, les han devuelto las acusaciones, incluyendo la de apropiarse de lo ajeno.
En el juzgado hay tres denuncias diferentes. Dos contra Yuma y otra de su amigo el misionero contra los supuestos agresores. Yuma mantiene que el domingo estaba resolviendo unos ejercicios de espa?ol cuando un grupo de muchachos gitanos, de entre 8 y 13 a?os, comenzaron a apedrear la vivienda y a insultarlo con referencias despectivas al color de su piel. Les hizo frente y a uno lo levant¨® en vilo por las orejas.
Horas despu¨¦s, mientras cargaba con Leiva una furgoneta, reaparecieron los adolescentes. "Cosa de ni?os", pensaron. Arreciaron los insultos, corrieron tras. ellos y se esfumaron. Sin embargo, a la revuelta de una calle se encontraron con la pandilla- y con Juan C¨®rdoba, que empu?aba un bast¨®n. Los golpes llovieron principalmente sobre Yuma. Cada parte mantiene una versi¨®n diferente. Lo ¨²nico indudable es el clima de sorda violencia y las se?ales de los golpes. Los vecinos del entorno de Yunia y de la librer¨ªa de Antonio defienden la integridad del inmigrante. "Es una persona amable, pac¨ªfica", dicen. Yuma, de momento, ya no pernocta en la casa ni amontona los cartones que recog¨ªa de noche en el cobertizo.
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