La voz del tenor Jos¨¦ Carreras flaquea en la Scala de Mil¨¢n
A los 150 a?os de su creaci¨®n, la ¨®pera de Giuseppe Verdi Stiffelio se represent¨®, por primera vez, en la Scala de Mil¨¢n. Stiffelio es un melodrama compuesto en Trieste en el a?o 1850, pocos meses antes que Rigoletto, y est¨¢ ambientada en el ochocientos italiano. Cuenta la historia de un pastor protestante cuya mujer, Lina, le es infiel; un tema evidentemente demasiado duro para la ¨¦poca en que fue escrito y que le vali¨® la censura tras su primera representaci¨®n.El papel de Stiffelio, el m¨¢s esperado por la audiencia del gran teatro milan¨¦s, fue cantado por el tenor espa?ol Jos¨¦ Carreras, cuya voz, a pesar de sus esfuerzos, tan s¨®lo alcanz¨® la correcci¨®n, llegando a decepcionar a algunos, y en todo momento no causando gran impresi¨®n al resto en medio del gran escenario de la Scala. Dificultades en su interpretaci¨®n, deficiencias en varios pasajes, inseguridad, poca fuerza y discordancias con el director Gianandrea Gavazzeri mostraron la flaqueza en la voz de un cantante que ha luchado con garra para mantenerse como uno de los principales tenores de nuestra ¨¦poca.
En el final, cuando Stiffelio, predicando desde el p¨²lpito la par¨¢bola de Cristo y la ad¨²ltera, perdona a su mujer, Jos¨¦ Carreras parec¨ªa recitar, lanzar el texto de las. frases m¨¢s que cantarlo. Y a pesar de tales dificultades, el p¨²blico de la Scala milanesa le aplaudi¨® generosamente. Aplaudi¨® durante todo el espect¨¢culo, tanto a m¨¦ritos como a dem¨¦ritos, porque el tenor espa?ol contin¨²a siendo de hierro para quien lo escucha.
Siglo y medio
La representaci¨®n en la Scala hab¨ªa esperado siglo y medio, y el p¨²blico siempre est¨¢ feliz deleit¨¢ndose con la m¨²sica de Verdi. El montaje esc¨¦nico, tomado del que tuvo lugar en el Covent Garden, result¨® excesivo, amanerado, m¨¢s apropiado para una obra como la Fanciulla del West. Es cierto que Stiffelio es una ¨®pera que destaca m¨¢s por sus valores teatrales que por los musicales, con lo que la emoci¨®n es dif¨ªcil de despertar.
La obra es un vivo ejemplo de un Verdi en el paso de la juventud a la madurez, un desaf¨ªo de interpretaci¨®n porque a la obra en cuanto tal le falta entidad. Escasamente representada, la ¨²ltima vez que se la recuerda es del a?o 1968. Pocos recuerdan a estas alturas esa hist¨®rica actuaci¨®n de Mario del M¨®naco. Stifelio aparece y desaparece de los escenarios, result¨¢ndonos una obra siempre de paso, un tema interesante para un estudio sociol¨®gico y no tanto como composici¨®n musical.
Quiz¨¢s ello sirva de justificante no s¨®lo a las deficiencias de Carreras, sino a las del bar¨ªtono VIad¨ªmir Cherov, poco adecuado en su papel verdiano, y la desincronizaci¨®n entre la orquesta y el director. Quiz¨¢ 150 a?os no fueron suficiente espera. En 1996 est¨¢ prevista una representaci¨®n de la ¨®pera en el Metropolitan de Nueva York.
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