No a la pasividad
BERNARD KOUCHNERRespiramos sosegados porque los asesinatos han cesado desde hace tres d¨ªas en Bujumbura. Cobarde consuelo: si lo peor nunca es seguro, resulta infinitamente probable. Los tutsis minoritarios asesinan a los hutus en Burundi, al contrario y de id¨¦ntica manera a lo ocurrido en Ruanda, el falso gemelo vecino. ?De qu¨¦ manera nos concierne este horrible salto al pasado, esta marcha atr¨¢s en el camino de la democracia?Del Kurdist¨¢n a Chechenia, de Sarajevo a Liberia, ?por qu¨¦ los blancos, occidentales, bastante ricos excepci¨®n hecha de los excluidos, deber¨ªamos ser sensibles a las desgracias de los otros? Justamente porque somos dem¨®cratas, porque nuestro futuro se construye tambi¨¦n en esos pa¨ªses. Porque la Tierra es m¨¢s peque?a y m¨¢s peligrosa, porque el sufrimiento de los hombres y mujeres pertenece a todos los hombres y mujeres. En definitiva, porque no podemos quedarnos callados silenciando nuestra cobard¨ªa cuando nuestros hijos nos preguntan cuando ven en televisi¨®n a otros ni?os destripados. Tenemos una responsabilidad muy particular frente a todos los ni?os.
Campa?as electorales y preocupaciones dom¨¦sticas nos alejan del mundo exterior, debilitan el debate y reducen el papel de Europa en el mundo. Y, sin embargo, no seremos nada si no somos capaces de vivir y sentir como universales desde este peque?o barrio de la Tierra.
?Qu¨¦ hacer sobre Burundi? No s¨®lo actuar, gritar, protestar, indignarse, como hemos hecho siempre y desde el principio los aqu¨ª firmantes, sino proclamar que la diplomacia preventiva no es nada sin indignaci¨®n ante los horrores, voluntad pol¨ªtica, imaginaci¨®n y obstinaci¨®n preventivas. No aceptar el papel declaratorio de buenos chicos manipulables en que se quiere convertir a la sociedad civil. No contentarnos con ir, llenos de buenas intenciones, a curar las heridas de los supervivientes despu¨¦s del genocidio.
Impongamos el mundo y sus quiebras en los debates pol¨ªticos y exijamos que los gobiernos se pronuncien y expliquen sus faltas graves por comision. Llevemos el debate a las instituciones europeas y la ONU, exigiendo un poco m¨¢s de coherencia entre los discursos y los hechos. Francia, Espa?a, Alemania, deben exigir que se despliegue una fuerza, africana en parte, bajo la bandera de NU, para evitar lo peor. Que esa fuerza sea puesta en es tado de alerta, dispuesta a intervenir si el presidente, el Parla mento y el Gobierno legal de Bu rundi, prudente y moderado, multi¨¦tnico y valiente, lo solicitan. Que el Consejo de Seguridad de NU se manifest¨¦, y r¨¢pido, adoptando una resoluci¨®n que prevea, el env¨ªo de esta fuerza para calmar los esp¨ªritus y dar seguridad a las v¨ªctimas potenciales. Para preparar y proteger zonas de seguridad. No para combatir al Ej¨¦rcito burund¨¦s. Es la apuesta esencial y urgente. Hay que conocer las implicaciones y riesgos -de estos conflictos pidiendo una investigaci¨®n intemacional. Los burundeses esperan la llegada de observadores europeos desde hace demasiado tiempo: cumplamos nuestras promesas. Apoyemos una prensa pacifista. Que se acepte por fin el enjuiciamiento de los extremistas de cualquier lado que impiden la realizaci¨®n de soluciones pac¨ªficas. En definitiva, hay que expresarse para que la sangre no corra y hay que intervenir en profundidad para no tener que repetir las mismas actuaciones y denunciar las mismas exacciones dentro de unos meses, en una repetici¨®n dram¨¢tica de los horrores de Ruanda del a?o pasado.
Ah¨ª est¨¢ el riesgo: Burundi, Ruanda, y tambi¨¦n Zaire, toda la de los grandes lagos de Unca del Este tiene que estar protegida ante el temor y el riesgo de conflictos generalizados o c¨ªclicos. La comunidad internacional, bajo el impulso de Francia, Espa?a y el conjunto de Europa, dispone de los medios necesarios.
Si no reaccionamos frente a lo que se avecina en Burundi, prepar¨¦monos a otras desgracias que nos amenazar¨¢n m¨¢s directamente. Es un problema de lucidez y voluntad pol¨ªtica. En la lejan¨ªa y cerca nuestro tambi¨¦n, los peligros se precisan. El volc¨¢n de los Balcanes anuncia nuevas erupciones. Cambiemos, por favor, la manera de hacer pol¨ªtica. No miremos m¨¢s a otro lado cuando no queremos ver. Enfrentemos la l¨®gica de la violencia trabajando con imaginaci¨®n y coraje para hacer la paz antes de la guerra. Es decir, para ahorrar algo tan precioso como la vida a millones de seres humanos. Nuestros hermanos.
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