La sequ¨ªa amenaza con dejar sin agua potable a m¨¢s de ocho millones de personas a partir de oto?o
Los embalses no dan ya m¨¢s de s¨ª, ni para regar ni para beber. El cuarto a?o consecutivo de sequ¨ªa que afronta la mitad sureste de Espa?a los ha vaciado. Los agricultores dan por descontado que m¨¢s de 1.200.000 hect¨¢reas se quedar¨¢n este a?o yermas, porque si ten¨ªan a¨²n alguna esperanza, la primavera se las ha quitado: no vislumbran ni un frente nuboso que sacie la ag¨®nica sed de sus tierras. Pero el problema m¨¢s grave se cierne sobre las poblaciones. Las reservas son tan escasas que si sigue sin llover y no se abre el grifo desde los embalses con recursos, 8,5 millones de personas de Andaluc¨ªa, La Mancha y Levante ver¨¢n ampliadas al l¨ªmite las duras restricciones actuales. A la vuelta del verano no tendr¨ªan nada que llevarse a la boca.
En Madrid no hay riesgo de desabastecimiento. Las reservas de agua son tales que aunque no cayese una gota sobre los embalses de la sierra, podr¨ªa ser atendida sin complicaciones la demanda de sus cinco millones de habitantes en los pr¨®ximos dos a?os. Pese a ello, el Canal de Isabel II comenz¨® ayer a, emitir mensajes radiof¨®nicos para que los ciudadanos moderen el consumo.Sorprendentemente, ese tipo de avisos se desconoce en muchas localidades del sur y de Levante. Ning¨²n hotel de la Costa del Sol recuerda a sus clientes que las reservas de agua son las peores del siglo. Callan lo peor: que si la meteorolog¨ªa se mantiene en la tendencia de los ¨²ltimos cuatro a?os, no tendr¨¢n ni una gota que beber desde octubre. Al ritmo del consumo actual, y pese a las restricciones, las conducciones se habr¨¢n secado.
Jos¨¦ Borrell ha dado la voz de alarma: o se extrema el ahorro y se trasvasa de los pantanos con recursos a los que no los tienen o no habr¨¢ soluci¨®n. El titular de Obras P¨²blicas intent¨® recientemente cortar por lo sano. Aprovech¨® un Consejo de Ministros de febrero para exponer un dram¨¢tico informe en el que se califica los efectos de esta sequ¨ªa, tan cr¨ªtica como persistente, de "muy graves sobre el abastecimiento, el riego y las propias condiciones ambientales del dominio p¨²blico hidr¨¢ulico". El documento a?ade que si bien el a?o pasado no se produjeron en la poblaci¨®n problemas importantes -a pesar de las restricciones que padecieron 2,2 millones de personas-, ahora el panorama es angustioso.
Borrell consigui¨® en esa reuni¨®n los 12.000 millones que eran prioritarios. Pero no ocult¨® que la medida -boicoteada ahora en los municipios excedentarios- ser¨ªa insuficiente. "Las disponibilidades de agua se ver¨¢n seriamente. comprometidas aun en el caso de que se lleven a cabo estas obras de emergencia", advirti¨®.
Con estas obras excepcionales, como la apertura de pozos, el minitrasvase desde el embalse de La Vi?uela a M¨¢laga o el transporte de agua en buques cisterna (de Tarragona a Palma de Mallorca y de Huelva a C¨¢diz), las reservas para consumo dom¨¦stico -lavarse y beber- s¨®lo. aguantar¨ªan, si no llueve, hasta octubre o, como mucho, principios de 1996.
La Costa del Sol occidental, desde M¨¢laga a Estepona, donde residen un mill¨®n de personas -2,5 millones en verano-, s¨®lo tiene reservas, con restricciones, hasta noviembre; el Campo de Gibraltar, con un cuarto de mill¨®n de habitantes, hasta febrero de 1996; el mill¨®n de residentes en la costa desde C¨¢diz hasta Chipiona, que soporta un dr¨¢stico r¨¦gimen de cortes en el suministro, hasta diciembre; Ja¨¦n s¨®lo podr¨ªa aguantar hasta septiembre; Granada capital y el entorno de Ciudad Real, hasta noviembre; Valencia y su entorno no superar¨ªan un mes m¨¢s; Benidorm y todas las grandes poblaciones (con dos millones de habitantes) de las m¨¢rgenes del Guadalquivir, de ?beda a Sevilla, habr¨¢n finalizado sus reservas en 10 meses, y el medio mill¨®n largo de personas ubicadas en Castell¨®n y La Plana, en 11.
Los ciudadanos afectados por estas previsiones suman seis millones de residentes fijos, pero esta cifra se incrementa en dos millones y medio en la temporada tur¨ªstica.
Parad¨®jicamente, los turistas ni se enteran. La mayor¨ªa de los hoteles acaparan existencias para que sus clientes no tengan motivo de queja. Pero tambi¨¦n la mayor¨ªa de los habitantes de estas zonas catastr¨®ficas burlan de momento la agon¨ªa. En la misma medida que los ayuntamientos imponen restricciones en franjas horarias cada vez m¨¢s amplias, en las viviendas se almacena agua en aljibes. Por ahora nadie pasa necesidades. "Para colmo, ni una se?al de propaganda para disminuir el consumo", se queja un alto funcionario de Obras P¨²blicas.
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