El 'Himno de Riego'
Hace unos meses, en las p¨¢ginas de este peri¨®dico, se public¨® un trabajo sobre los or¨ªgenes mel¨®dicos del Himno de Riego. Lo que hoy traigo aqu¨ª son un par de recuerdos personales y estramb¨®ticos, que arrancan de mis infantiles correr¨ªas por las calles de Madrid, cercanas al domicilio paterno. No me refiero, ni entro, en la calidad armoniosa, m¨¢s bien ramploncilla y pegadiza, del c¨¢ntico patri¨®tico, sino acerca del monstruo que pretendi¨® ser la pauta de un texto, nunca popularizado y coreado, incluso en el caso de haber existido. El Diccionario de la Lengua, en su quinta acepci¨®n, as¨ª define el vocablo: "Versos sin sentido que el maestro compositor escribe para indicar al libretista d¨®nde ha de colocar el acento en los cantables".Conozco el monstruo del Himno de Riego -que fue el de la Segunda Rep¨²blica- desde tiempo inmemorial, y que a estas alturas lo rememore es, quiz¨¢s, una aberraci¨®n de la memoria, al retener algo ocioso, de forma indeleble, como esas manchas de tinta china imposibles de limpiar. Para entrar en situaci¨®n, conviene que el lector tararee la ap¨®crifa estrofa mas conocida: "Si los curas y frailes supieran / la paliza que les van a dar, / subir¨ªan al coro cantando: / ?Libertad, libertad, libertad ... !". Nadie puede tomarlo como prodigio de inspiraci¨®n l¨ªrica ni ¨¦pica; se escuchaba con frecuencia en los tiempos que siguieron al cambio de r¨¦gimen, en la primavera de 1931.
Imposible la identificaci¨®n de quien me transmitiera las incoherencias que transcribir¨¦, la ¨¦poca o lugar de tan peregrino tatuaje en el recuerdo. Por similares mecanismos puedo enumerar las clases de insectos y la lista de los reyes godos. El monstruo, con la musiquilla, dec¨ªa as¨ª:
"Adi¨®s, Conchita del alma, /adi¨®s, por siempre jam¨¢s, am¨¦n. / ?Jes¨²s!, qu¨¦ vida tan perra / llevar¨¢s, y nosotros tambi¨¦n".
Enlazaba, atropelladamente, con estos desprop¨®sitos:
"Pero nos vamos con / la satisfacci¨®n / de haber puesto todos los medios en pr¨¢ctica, / a fin de contribuir / a poder decir / que lo hemos hecho bien...".
Dificilmente se pueden enjaretar tantas necedades que confirman la cualidad de un buen monstruo, es decir, la ausencia de sentido literal, y, en cambio, un juicioso reparto de los acentos t¨®nicos, que yo sepa, desaprovechado.
La otra reminiscencia, ligada al himno, tuvo por escenario la estaci¨®n de ferrocarril de la ciudad alemana de Karlsruhe, una ma?ana fresquita de aquel final veraniego, en el momento en que varias rubicundas muchachas germ¨¢nicas, de las Juventudes Hitlerianas, serv¨ªan un tibio caf¨¦ negro a los primeros expedicionarios de la Divisi¨®n Azul. Por los estridentes altavoces se escucharon los magnificados acordes del Himno de Riego, conservado en espurios e inoportunos archivos como representaci¨®n del ardor guerrero de quienes ¨ªbamos a salvar a la civilizaci¨®n occidental en el frente ruso. Una larga y cachonda carcajada recorri¨® el and¨¦n, desde el vag¨®n de primera clase, donde viajaban los oficiales, hasta los tercerola en que nos incomod¨¢bamos los voluntarios de la inicial remesa.
A los m¨¢s j¨®venes ni siquiera les sonaba, y la mayor¨ªa sal¨ªamos del empacho marcial, en lo que se empleaba buena parte del tiempo libre: mascullar el Cara al sol, el Oriamendi (el m¨¢s parecido al Himno de Riego), las jaraneras canciones legionarias y secundar el que nunca ha tenido una letra de general conocimiento:
"?Chunda, chunda / tachunda, chunda, chunda, chunda, chunda, ch¨²n! / Tachunda , / chunda, ich¨²n!". Y todo lo que sigue. Cuando lo escuchan los futbolistas, alineados antes del partido, no saben qu¨¦ hacer con las manos ni hacia d¨®nde extraviar las miradas.
Pero afortunados somos con los emblemas corales, gracias a nuestros reyes, tudescos y mel¨®manos. Y eso que pocas cosas hay m¨¢s identificadas con lo espa?ol que el pasodoble, tanto para el desfile a paso vivo como para silbarlos en ratos de contento. Los m¨¢s id¨®neos fueron compuestos para que las chicas del coro de Las corsarias levantasen la pierna y a¨²n se echa mano al pentagrama de Espa?a ca?¨ª y Los voluntarios cuando la ocasi¨®n, fasta o nefasta, sobreviene.
No eran m¨¢s acertadas las salidas "de la entra?a del pueblo", con aires de vuelta de merendola y bota de tinto desinflada: "Una vieja se comi¨® / cuatro kilos de sardinas; / ?ay, ch¨ªviri, ch¨ªviri, ch¨ªviri; / ay, ch¨ªviri, ch¨ªviri, ch¨®n", y el escasamente inspirado texto, que si re¨²ne ¨®ptimas condiciones del buen monstruo, es poco digno de ser perpetrado.
Este a?o, el 14 de abril cae en Viernes Santo, circunstancia -como el paso del Pisuerga por Valladolid- que podr¨ªa ser apasionadamente interpretada por los republicanos de derechas y confesionales para sustituir la tercera franja roja de la bandera por el fugaz morado nazareno.
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