Milovan Djilas, partisano y disidente
Ayer muri¨® en su casa de Belgrado uno de los ¨²ltimos grandes testigos y protagonistas de la gran historia europea de ¨¦ste siglo. El coraz¨®n le fall¨® finalmente a Milovan Djilas despu¨¦s de 83 a?os de ins¨®lita fortaleza s¨®lo comparable a la entereza moral e intelectual demostrada en una vida que ya es leyenda. Comunista feroz y dogm¨¢tico en su juventud, encarcelado ya como estudiante bajo la monarqu¨ªa, fue un guerrero implacable en la lucha partisana contra la ocupaci¨®n nazi y los colaboracionistas serbios y croatas. Mano derecha del l¨ªder natural de la nueva Yugoslavia comunista que emergi¨® de la Segunda Guerra Mundial, Djilas fue uno de los art¨ªfices de la ruptura entre Tito y Stalin en 1948, el primer gran cisma en la historia del movimiento comunista internacional.Su honradez y compromiso con la verdad eran tales que pronto tuvo que entrar en conflicto con la perversi¨®n de sus ideales, que ve¨ªa avanzar en el socialismo autogestionario del titismo. As¨ª, renunci¨® a su carrera pol¨ªtica y al bienestar ciomo hasta entonces indiscutido segundo hombre del r¨¦gimen al criticar en la prensa abiertamente la dictadura impuesta por Tito y la Liga de los Comunistas de Yugoslavia, Sus continuos llamamientos a la liberalizaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica le costaron primero todos los cargos pol¨ªticos en 1954, la marginaci¨®n y la calumnia oficial y pronto tambi¨¦n la c¨¢rcel cuando, en 1956, apoy¨® el levantamiento popular en Hungr¨ªa.
Pero fueron sus libros publicados en Occidente, La Nueva Clase, (1957) y Conversaciones con Stalin (1962), los que le consagran como uno de los m¨¢s valientes cr¨ªticos del sistema y punto de referencia de la disidencia de todo el mundo comunista. Tras salir de la c¨¢rcel en 1966 fue ignorado oficialmente, pero trabaj¨® para dejar escritos varios libros, entre ellos su apasionante trilog¨ªa autobiogr¨¢fica sobre la Segunda Guerra Mundial en los Balcanes.
Vivi¨® para ver morir tanto a su ex camarada y amigo Tito como al Estado que ellos dos marcaron desde su fundaci¨®n como nadie. Con sabidur¨ªa y lucidez pronostic¨® en los ¨²ltimos a?os todos los acontecimientos que tr¨¢gicamente se fueron sucediendo. La ¨²ltima vez que le vi se despidi¨® augurando una larga guerra que ¨¦l ya no ver¨ªa. No lamentaba perd¨¦rsela.-
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