Nazis en casa
PENSABAN QUE era fuera, en un mundo complejo y peligroso, donde acechaban todos los enemigos. Y estaban, por ello, inmersos en un gran giro pol¨ªtico y cultural hacia la introspecci¨®n y el aislacionismo. Cerrar las fronteras al inmigrante, desvincularse de conflictos lejanos, desentenderse de la ayuda al Tercer Mundo, olvidar los sistemas de seguridad globales y crear uno propio contra posibles ataques nucleares a su territorio. Todos estos objetivos, contemplados en el Contrato con Am¨¦rica que ha llevado a los republicanos a dominar el Parlamento en Washington, residen en el mito centenario de la bondad intr¨ªnseca del llamado sue?o americano. Ha sido el mito religioso de la seguridad y generosidad de una tierra, Am¨¦rica, que han venerado durante generaciones los inmigrantes blancos de procedencia europea que integran hoy la clase media norteamericana.Sin saber esto es dif¨ªcil entender, desde una Europa acostumbrada a siglos de guerras, conflictos ¨¦tnicos y terrorismo, la terrible conmoci¨®n social que ha provocado en EE UU el atentado con un coche bomba contra un edificio oficial en la ciudad de Oklahoma, cuyo balance final de muertos superar¨¢ previsiblemente el centenar. El atentado no se ha producido en una avanzadilla de norteamericanos en el peligroso mundo exterior, como sucedi¨® con el ataque a su Embajada en L¨ªbano en 1983. Ha sido en pleno coraz¨®n de la Am¨¦rica bendecida, entra?able y segura. Por ello era previsible que desde un principio la poblaci¨®n se volcara a buscar enemigos externos en supuestos terroristas isl¨¢micos o narcotraficantes latinoamericanos. Y por ello ha sido tal el estupor cuando el viernes el FBI informaba que hab¨ªa sido detenido el primer sospechoso,. y que, tanto ¨¦ste como otros a¨²n buscados, son como los prototipos del norteamericano ideal de las clases medias: blanco, origen europeo anglosaj¨®n, norteamericano desde hace generaciones, patriota y creyente.
Los primeros indicios sugieren que lo son todo en exceso. Tan blancos que formaban parte de un grupo de defensa de la supremac¨ªa blanca o, sin eufemismos, racista. Tan patriotas que consideran al Gobierno, sea cual sea, traidor a los ideales norteamericanos y agente de una conspiraci¨®n sionista para degenerar Am¨¦rica por v¨ªas de la multiculturalidad y la igualdad entre razas y religiones.
Forman parte de uno de los centenares de grupos paramilitares que han surgido en EE UU en los ¨²ltimos a?os -seg¨²n expertos del FBI, pueden contar actualmente hasta con 50.000 miembros en total-Son grupos fuertemente armados, que realizan regularmente ejercicios paramilitares. Nutridos por j¨®venes blancos, son c¨¦lulas de adoctrinamiento jerarquizadas que promulgan el odio a otras razas, hostilidad a todo lo considerado for¨¢neo e intelectual y la resistencia contra una Administraci¨®n traidora que intenta imponer reglas antiamericanas, como impuestos con fines redistributivos o el control de las armas de fuego. Son nazis. Y han proliferado gracias al mensaje antiliberal y combativo de todo un ej¨¦rcito de predicadores del fanatismo religioso ultraconservador, omnipresentes en televisiones, radios y circuitos inform¨¢ticos. Llaman a la guerra santa contra el aborto, los intelectuales, los jud¨ªos y los impuestos. Unos j¨®venes fan¨¢ticos con exceso de celo se han tomado el ,mensaje antigubernamental mortalmente en serio.
Los norteamericanos est¨¢n bajo la profunda conmoci¨®n de saber que tienen al enemigo en casa. Hasta ahora, todos los intentos por reprimir la proliferaci¨®n de armas de fuego, el culto a la violencia y la propaganda nazi han fracasado por la resistencia de grupos de presi¨®n o la convicci¨®n popular de que atacan las libertades. Ahora saben que tambi¨¦n en los s¨®tanos de la bendecida Am¨¦rica anidan las serpientes del nazismo. Esperemos que acaben viendo que las alimentan esos mensajes de intolerancia, desprecio y odio que lanzan algunos salvapatrias con mucho predicamento tambi¨¦n entre quienes hoy est¨¢n espantados ante este crimen.
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