La intensa pintura de Palazuelo, agrupada en la antol¨®gica del Reina Sof¨ªa
La muestra de 84 obras incluye 14 esculturas del artista madrile?o
Pablo Palazuelo (Madrid, 1916) es una de las figuras clave del arte espa?ol de la segunda mitad de este siglo. La coherencia y perseverancia de su trabajo queda por fin en evidencia con la exposici¨®n antol¨®gica que presenta desde hoy en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sof¨ªa. Un conjunto de 70 pinturas, dibujos y grabados, adem¨¢s de 14 esculturas, dejan claro que el lenguaje de este artista tiene como sello indeleble la intensidad de la emoci¨®n.
A diferencia de la mayor parte de las muestras antol¨®gicas, cuya extensi¨®n suele aburrir, ¨¦sta de Palazuelo est¨¢ marcada, de principio a fin, por la intensidad. Es verdad que las fantasmales galer¨ªas blancas del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sof¨ªa y sus salas compartimentadas favorecen la concentraci¨®n a la hora de observar las pinturas y las esculturas de Pablo Palazuelo, pero, al fin, la obra es la obra y ha de defenderse sola. ?Y vaya si se defiende!En todo caso, el recorrido comienza con una obra de 1948, de un rojo profundo, incandescente, realizada por un todav¨ªa, por, as¨ª decirlo, Palazuelo antes de Palazuelo, obra que resulta arrebatadora y marca un hito en la dial¨¦ctica de pasi¨®n y raz¨®n, caos y orden, que desde entonces marca toda la trayectoria de Palazuelo. Se trata de un artista verdaderamente ins¨®lito en nuestro pa¨ªs, incluso entre los pocos que en ¨¦l han adoptado una orientaci¨®n normativa, racionalista, geom¨¦trica. De hecho, los comienzos del geometrismo de Palazuelo en seguida se dejan poseer por un aliento m¨ªstico y simb¨®lico, de exploraci¨®n de las profundidades c¨®smicas.
Sus figuras son as¨ª cifras de lo absoluto y los colores, estados del alma. De esta manera, sobre un mismo clima espiritual, la evoluci¨®n de Palazuelo puede tener mil incidencias que no *afectan a su sentido unitario, demostr¨¢ndose que la coherencia art¨ªstica jam¨¢s puede ser exclusivamente formal, como han cre¨ªdo muchos modernos.
Un m¨¦rito excepcional de esta retrospectiva, desde mi punto de vista una de las mejores concebidas y realizadas sobre un artista vivo en nuestro pa¨ªs, es haber logrado traslucir, en la selecci¨®n y en el montaje, esa unidad profunda en Palazuelo (logrando, por otra parte, lo que nunca se hab¨ªa visto antes de forma adecuada: el sentido esencial de la escultura en la obra de Palazuelo desde comienzos de los a?os cincuenta), una unidad que de todas formas tiene tambi¨¦n su hondo dramatismo, como se podr¨¢ comprobar en la etapa final del artista, la actual, una de las m¨¢s inquietantes, alucinadas y apasionantes de toda su trayectoria.
En cierta manera, la muestra comienza con esa obra de rojo incandescente y termina con las ampl¨ªsimas series ¨²ltimas de negro profundo, rubedo y nigredo, d¨ªa y noche, los extremos de la pasi¨®n. Claro que la obra ¨²ltima enlace con la primera es algo m¨¢s que un ejemplo de la circularidad del tiempo: manifiesta el renacimiento de Palazuelo.
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