Del indicio al lapsus
El procesamiento de 14 implicados en el caso GAL -entre ellos dos ex secretarios de Estado y varios polic¨ªas- resume y formaliza las diligencias judiciales practicadas desde mediados del pasado diciembre hasta la fecha; aunque la presunci¨®n de inocencia contin¨²e amparando a todos los acusados (como ocurre en cualquier causa) mientras no exista sentencia firme, esa garant¨ªa constitucional coexiste con la presunci¨®n de signo inverso creada por los indicios racionales de responsabilidad_ penal o de culpabilidad establecidos en el auto dictado por el juez Garz¨®n. Ser¨ªa deseable que, a diferencia de la primera etapa de la instrucci¨®n, esta nueva fase sumarial se desarrollase en un clima de mayor serenidad y sosiego; m¨¢s all¨¢ de la habitual resistencia de cualquier implicado a confesarse culpable, otros factores han contribuido a rodear de belicosidad y apasionamiento el esclarecimiento de unos cr¨ªmenes que apuntan al coraz¨®n mismo del Estado.El historial pol¨ªtico-judicial del instructor ha sido el principal foco de los conflictos. Candidato por el PSOE en 1993 y s¨ªmbolo de la lucha contra la corrupci¨®n durante la campa?a electoral, Garz¨®n rompi¨® con los socialistas menos de un a?o despu¨¦s, dimitiendo como parlamentario y como secretario de Estado para las Drogas; una norma legal promulgada a iniciativa del Gobierno de Gonz¨¢lez en 1985 le permiti¨® reincorporarse de inmediato a su antiguo juzgado. A la vista de esos precedentes, algunos ex altos cargos socialistas de Interior implicados en el caso GAL, coreados por una vociferante hinchada de variopinta procedencia, trataron de recusar a Garz¨®n, una petici¨®n rechazada por la Audiencia Nacional y pendiente ahora de recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, Para mayor estr¨¦pito, el PSOE ha hecho p¨²blica su solida ridad con-esos ex altos cargos pro cesados, ha animado a sus parlamentarios a visitarlos en la c¨¢rcel, ha pagado las minutas de sus abogados y se ha hecho cargo de sus fianzas; otros mensajes laterales de car¨¢cter exculpatorio (el tiempo transcurrido desde la comisi¨®n de los delitos, la mayor gravedad comparativa de los cr¨ªmenes de ETA y la conveniencia de aplicar criterios judiciales de oportunidad a los delitos antiterroristas) forman el reverso pol¨ªtico de las maliciosas insinuaciones psicologistas sobre los oscuros m¨®viles de venganza, resentimiento y vanidad de Garz¨®n.
La mara?a de los GAL empez¨®_a ser desenredada por las confesiones inculpatorias contra sus antiguos jefes realizadas en, diciembre de 1994 por Amedo y Dom¨ªnguez, condenados en 1991 a 108 a?os de prisi¨®n como inductores de seis asesinatos frustrados (entre las v¨ªctimas figuraban dos ni?as de cuatro y cinco anos). Acogidos a los beneficios del tercer grado penitenciario, Garz¨®n les hab¨ªa autorizado, por razones de seguridad inconvincentemente fundamentadas, a incumplir la exigencia reglamentaria de dormir en prisi¨®n; ahora, despu¨¦s de procesarles en este sumario por pertenencia a banda armada y secuestro, les ha dejado en libertad sin fianza. El auto aduce que los dos ex polic¨ªas demostraron "desde un primer momento su arrepentimiento activo colaborando intensa y activamente con la Administraci¨®n de justicia", afirmaci¨®n dif¨ªcilmente armonizable con la historia real de los hechos y con las declaraciones chantajistas de Amedo a diversos medios.
El auto de procesamiento se refiere muchas veces a Jos¨¦ Amedo Fotice con su nombre y apellidos; sin embargo, el hecho noveno, que relata las andanzas pirenaicas del ex polic¨ªa con dos mercenarios asesinos, le cita familiarmente como Pepe Amedo. Algunos lectores no dar¨¢n importancia al desliz; otros, sin embargo, tal vez le busquen las vueltas psicoanal¨ªticas al lapsus c¨¢lami a fin de descubrir las causas de la an¨®mala f¨®rmula amistosa utilizada por Garz¨®n para denominar al procesado, siempre sorprendente en un magistrado y simplemente escandaloso cuando el beneficiario de la intimidad es un asesino chulesco y patibulario.
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