Nadie se f¨ªa ya de los sondeos tras su estruendoso fallo en la primera vuelta
Las empresas dedicadas a sondear la opini¨®n predicen una f¨¢cil victoria de Jacques Chirac, el candidato de la derecha, en la segunda vuelta de las presidenciales. "Dej¨¦monos ya de tonter¨ªas", afirma Philippe S¨¦guin, uno de los primeros espadas chiraquistas, "todo el mundo sabe que esto se ganar¨¢ o se perder¨¢ por un pelo". Tras el fiasco de la primera vuelta, los sondeos han perdido credibilidad.
Ninguna empresa fue capaz de intuir la victoria del Socialista Lionel Jospin. "No hay que creerse los sondeos a pies.juntillas", se justifica Pierre Giacometti, de la firma BVA. "Ofrecemos orientaciones, no profec¨ªas", agrega.Ocurri¨® lo mismo en el Reino Unido en 1992, cuando los. sondeos predec¨ªan una estrech¨ªsima victoria laborista y ganaron los conservadores, con mayor¨ªa absoluta. Como en Espa?a en 1993, cuando la esperada victoria de los populares se convirti¨® en victoria socialista. 0 como en Italia, el domingo pasado, cuando la ventaja atribuida a Silvio Berlusconi acab¨® siendo triunfo de la izquierda.
En el caso de Francia, las grandes empresas de prospecci¨®n (Sofres, BVA, Lou¨ªs-Harris, CSA, lfop, Ipsos) no percibieron el quiebro del electorado hasta que se abrieron las urnas. Los ¨²ltimos sondeos, que circularon confidencialmente el s¨¢bado, reflejaban una ca¨ªda de dos o tres puntos en la intenci¨®n de voto a Jacques Chirac, pero le colocaban a¨²n holgadamente en cabeza, con un 25% o un 24%, seg¨²n los casos. Jospin y Edouard Balladur quedaban siempre por debajo del 20%, pr¨¢cticamente empatados. El mismo domingo, a las 17.00 horas, los te¨®ricamente fiabil¨ªsimos SSU (sondeos a la salida de las urnas) segu¨ªan ofreciendo un resultado similar. -
1 Hubo que esperar a las 18.30 y a las proyecciones efectuadas sobre los primeros recuentos reales (los colegios cerraban a las 18.00 horas, salvo en las grandes ciudades) para que los adivinos percibieran que algo fallaba.
En los estudios de la cadena p¨²blica France 2, donde se preparaba el informativo electoral, a Pierre Giacometti, de BVA, le entraron sudores fr¨ªos. ?Victoria de Jospin? Parec¨ªa imposible. Contraviniendo las normas deontol¨®gicas, Giacometti llam¨® a los estudios d¨¦ la televisi¨®n privada TF- 1 y pregunt¨® a sus colegas de Sofres si detectaban "alguna sorpresa". Ellos estaban igualmente boquiabiertos. Jospin ganaba.
. Esa misma noche, mucho m¨¢s tarde, los directivos de BVA, Sofres y dem¨¢s empresas del ramo repasaron sus archivos inform¨¢ticos y encontraron el error que todos hab¨ªan cometido. Sus "resultados brutos" indicaban, efectivamente, que Jospin dispondr¨ªa de casi el 25% de los votos. Pero los sondeados se mostraban tan cr¨ªticos con el Partido Socialista y con el balance mitterrandista que decidieron, todos, aplicar una correcci¨®n a la baja. Nadie cont¨® con que, finalmente, la izquierda no comunista optar¨ªa, casi en bloque, por un voto ¨²til que los propios sondeos fomentaron al sugerir una segunda vuelta entre Chirac y Balladur.
Los m¨¢s furiosos contra los sondeos fueron los pol¨ªticos, sus principales consumidores. "El resultado es, sobre todo, un formidable fracaso de los sondeos", bram¨® el portavoz balladurista, Nicolas Sarkozy. "Hemos asistido al nacimiento de una nueva raza de electores", dijo a su vez el chiraquista Fr¨¦d¨¦ric de Saint-Sernin, quien hizo una reveladora definici¨®n de esos "nuevos electores": "Gente capaz de votar de una forma completamente irracional". 0 sea, gente que no vota lo que mandan los sondeos.
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