Balladur acent¨²a las diferencias con Chirac y se va de vacaciones sin prestarle su apoyo pol¨ªtico
La derecha francesa parece empe?ada en continuar su guerra interna entre la primera y la segunda vuelta de las presidenciales.Ayer, Jacques Chirac rechaz¨® los t¨¦rminos de una reuni¨®n a la que ?douard Balladur planeaba acudir como cabeza de una fuerza semiorganizada en el seno de la derecha francesa. Balladur, en represalia, le dej¨® solo y se fue de vacaciones hasta la pr¨®xima semana. En la izquierda, los comunistas pidieron en voto para el socialista Lionel Jospin.
El domingo por la noche, al conocerse los resultados, Balladur pidi¨® el voto para Jacques Chirac. El alcalde de Par¨ªs y candidato se limit¨® a darle las gracias al d¨ªa siguiente. Luego, cuando el a¨²n primer ministro, dijo que no pensaba retirarse de la pol¨ªtica ya que su porcentaje de votos (18,58%) le indicaba que hab¨ªa un lugar para ¨¦l entre el electorado europe¨ªsta, liberal y de centro-derecha, Chirac se apresur¨® a reunirse con Val¨¦ry Giscard d'Estaing de manera que al ex presidente no dejar¨¢ lugar a dudas sobre qui¨¦n sigue siendo el jefe oficial de la centrista Uni¨®n para la Democracia Francesa (UDF).Chirae invit¨® a continuaci¨®n a Balladur a un encuentro privado, cara a cara. Balladur hizo su contra-oferta: ir¨ªa acompa?ado de los ministros Nicolas Sarkozy y Fran?ois L¨¦otard porque no se considera l¨ªder de un partido sino primus inter pares de una federaci¨®n. Chirac insisti¨® en su idea de almuerzo en solitario desestimando el papel de juez de paz de Ren¨¦ Monory, presidente del Senado, y Balladur opt¨® por romper la negociaci¨®n y largarse a Chamonix de vacaciones, "hasta el d¨ªa 2 de mayo Seg¨²n Charles Millon, jefe parlamentario de la UDF, "mejor que no hayan comido juntos porque en el men¨² hubieran servido vitriolo".
Ante ese panorama el ministro portavoz del Gobierno, Phillipe Douste Blazy, no duda en afirmar: "Mi generaci¨®n s¨®lo ha conocido la derrota: en 1981 y en 1988 la derecha perdi¨® porque su divisi¨®n interna impidi¨® un correcto trasvase de votos".
El chiraquiano Alain Madelin, ministro de Empresa y Desarrollo Econ¨®mico, prefer¨ªa decir que "no hay tensi¨®n alguna en el seno de la derecha, s¨®lo una peque?a discusi¨®n sobre el marco de la reuni¨®n". El balladuriano L¨¦otard, por su parte, afirmaba: "Nosotros deseamos una negociaci¨®n pol¨ªtica y hemos expuesto nuestros deseos. Ahora son ellos los que han de decir lo que quieren". Esos ellos, los chiraquianos, jugando tambi¨¦n la carta de la divisi¨®n del bando rival, se reun¨ªan ayer por la tarde con algunos ministros de Balladur -ausentes, eso s¨ª, Sarkozy y L¨¦otard- para tratar de una reconciliaci¨®n que evite el avance de Jospin a cuenta de los desacuerdos en la derecha.
Mientras se producen esos enfrentamientos y Chirac derechiza su discurso insistiendo en los peligros de la inmigraci¨®n clandestina, en la necesidad de dar mayor poder y libertad a la polic¨ªa y pone en duda la continuidad de lo acordado en Schengen, la izquierda prosigue su relativamente ordenado trabajo de reagrupamiento.
Ayer los comunistas, con su candidato Robert Hue al frente, se reunieron para. discutir qu¨¦ hacer con sus 2,6 millones de votantes (el 8,64% de los sufragios) y decidieron pedir sin ambig¨¹edad "el voto para el candidato socialista Lionel Jospin, para cerrar el paso a la derecha". La candidata trotskista, Arlette Laguiller, que obtuvo el 5,2% de los votos, anunci¨® el domingo que se abstendr¨ªa pero que no desanimar¨ªa a sus electores para que votasen a Jospin. La l¨ªder ecologista, Dominique Voynet, con el 3,3%, urgi¨® ayer al candidato socialista a clarificar su posici¨®n en los temas medioambientales antes de darle su apoyo.
Por su parte, el primer secretario del Partido Socialista, Henri Emmanuelli, coincid¨ªa con un portavoz del El¨ªseo en su deseo de sumar la figura del presidente Fran?ois Mitterrand a la campa?a de Jospin. Antes de la primera vuelta los mitterrandistas ya intentaron forzar una discreta intervenci¨®n presidencial en favor del candidato socialista pero ¨¦ste, que no ha dejado de reclamar su "derecho de inventario" respecto a la herencia de los dos septenatos, no parec¨ªa apreciar demasiado un respaldo que la atar¨ªa a un pasado del que quiere distanciarse.
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