Ante el mal
D¨ªas de fascismo. Desde Madrid a Oklahoma. Desde Marbella a la Catalunya Nord. Peque?o inciso: hasta la segunda vuelta de las elecciones francesas, la radio y la televisi¨®n auton¨®micas de Catalu?a van a seguir diciendo con una deliciosa boquita peque?a que en Perpi?¨¢n ha ganado Le Pen. D¨ªas de fascismo y, sobre todo, de vacuidad en la izquierda. En Francia echan cuentas con los votos de Le Pen que se llevar¨¢ Jospin. Y mecen un sue?o, meramente aritm¨¦tico, que ignora que est¨¦n donde est¨¦n esos votos ser¨¢n siempre fascistas. Nadie quiere admitir, duele, que la palabra fascismo, como todas las palabras, s¨®lo es la punta del iceberg. Sobre lo de Michigan: la izquierda se emboza y advierte crispada: ?fascismo tecnol¨®gico! Tal vez. Aunque en la foto que veo de unas maniobras de la Milicia Michigan desfilando por la nieve podr¨ªa estar Gilles and Gilles, que no es tecnolog¨ªa de punta precisamente. Adem¨¢s, lo de Oklahorna no es m¨¢s sofisticado que lo de Hipercor. Pero en cuanto la izquierda ha sabido que los de Michigan utilizaban el Internet, la fiera escol¨¢stica ha saltado al cuello: hay que controlar el correo electr¨®nico. Como si dij¨¦ramos, hay que controlar el tel¨¦fono. La izquierda cisterciense me inspira una gran piedad. Al parecer, que el Internet sea tambi¨¦n un maravilloso instrumento de la raz¨®n y el conocimiento le trae sin cuidado: la tecnolog¨ªa es el mal. Por lo dem¨¢s, en esa necesidad de control coincide con los fascistas, que con una mano claman contra la pornograf¨ªa cibern¨¦tica mientras con la otra se transmiten consignas de guerra, Por ¨²ltimo, en Madrid: la izquierda marchita hacen depender la democracia del blindaje de un coche, de un lapso de unos segundos. La democracia prendida a la suerte de un hombre. Ante el fascismo, en fin, de Norte a Sur, la izquierda s¨®lo ofrece baraka.
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