La cat¨¢strofe en las locales de Inglaterra y Gales reabre el debate sobre el liderazgo de Major
La decepci¨®n reinaba ayer en el cuartel general conservador ante la magnitud de la cat¨¢strofe sufrida el jueves por los tories en las elecciones locales de Inglaterra y Gales. El se¨ªsmo que ha devastado a las fuerzasconservadoras en 50 de los 70 ayuntamientos que controlaban, con p¨¦rdidas hist¨®ricas en tomo a los 2.000 concejales, reabre adem¨¢s el debate interno y eterno en el partido en tomo al liderazgo de John Major. mientras el primer ministro, John Major, se negaba ayer a buscar culpables por los p¨¦simos resultados electorales e insist¨ªa en que su intenci¨®n es permanecer al frente del partido hasta las pr¨®ximas elecciones generales de 1997, el desasosiego aumentaba en las filas conservadoras.
Las dimensiones del desastre to ry cobran su verdadera dimensi¨®n comparadas con el ¨¦xito de los laboristas, con el 48% de los votos, muy cerca del r¨¦cord absoluto del 49,4% logrado por Clement Atlee en 1951. Aunque tampoco es desde?able el dato de que tras los comicios del jueves ha aumentado en 11 el n¨²mero de ayuntamientos sobre los que ning¨²n partido tiene el control, exactamente 108 de entre los m¨¢s de 400 objeto de estas elecciones. Tampoco la participaci¨®n ciudadaria -s¨®lo un 38% de los convocados a los urnas acudi¨® a votar- fue precisamente espectacular.Con todo, el da?o est¨¢ hecho. Bastaba comprobar ayer la expresi¨®n de desolaci¨®n, apenas controlada, de Major al dirigirse a los periodistas ansiosos de recoger sus primeras reacciones. Un Major m¨¢s modesto que de costumbre insist¨ªa una vez m¨¢s en su intenci¨®n de seguir trabajando con una estrategia a largo plazo en aras de la prosperidad del pa¨ªs.
Pese a las advertencias de Douglas Hurd, ministro de Asuntos Exteriores, de que nada podr¨ªa ser peor para el partido que lanzarse a un nuevo episodio de lucha fratricida, ayer se escucharon las primeras cr¨ªticas contra Major de labios de uno de sus m¨¢s caracterizados rebeldes, Tony Marlow. "A John Major le va todo bien, pero no creo que al Gobierno le ocurra otro tanto se?al¨®, ir¨®nico, el diputado euroesc¨¦ptico.
El 'no' de la clase media
No es que el desastre haya cogido desprevenidos a los conservadores. La duda estaba entre si las cosas saldr¨ªan simplemente mal o catastr¨®ficamente mal. Sin embargo, y sin esperar buenos resultados, los tories confiaban secretamente en que sus clases medias no les volver¨ªan tan crudamente la espalda, como de hecho ha sucedido.
Con apenas el 25%'.de los votos a su favor,. lo que representa una p¨¦rdida del 13% en relaci¨®n con los ¨²ltimos comicios locales de 1991, los conservadores han, sido desalojados, del poder en 50 de los 70 ayuntamientos todav¨ªa controlados por ellos, con lo que tendr¨¢n una p¨¦rdida global de concejales que puede superar los 2.000.
Zonas azules desde antes de la era Thatcher pasaron ayer a manos de los laboristas o de los liberal dem¨®cratas. Estrangulados entre la pinza de ambos partidos, los conservadores han desaparecido del mapa en los 22 nuevos ayuntamientos de Gales, que empezar¨¢n a funcionar en abril del a?o pr¨®ximo, que se eleg¨ªan el jueves. Pero adem¨¢s han dicho adi¨®s a Trafford, el ¨²nico municipio metropolitano- que controlaban -exceptuando los de Londres no afectados por estas elecciones-, y a feudos donde ha latido siempre un coraz¨®n conservador, como Chichester, Dover, Gloucester o Tunbridge Well's. Pese a la demostrada capacidad de Major para encajar desastres, la "traici¨®n de las clases medias", por usar la frase con la que un peri¨®dico conservador defin¨ªa ayer el desastre electoral tory, puede resultar insospechadamente da?ina.
Todo apuntaba ayer a que, tras el patri¨®tico par¨¦ntesis del D¨ªa de la Victoria -con el que el Reino Unido , festeja la victoria aliada sobre Hitler-, la, guerra se desate en el seno del Partido Conservador.
De acuerdo con los estatutos del partido, el momento preceptivo para ponerle la zancadilla a Mayor ser¨¢ noviembre, tras la inauguraci¨®n de la nueva sesi¨®n del Parlamento. Ya el a?o pasado, tras el p¨¦simo comportamiento tory en las elecciones locales parciales y en las europeas, hubo intensos rumores de que el oto?o de 1994 ser¨ªa el ¨²ltimo para Major en, el n¨²mero 10 de Downing Street. Nada ocurri¨®, sin embargo. Nada que no sea la constante y ag¨®nica trayectoria de Major al frente de su partido y del Gobierno brit¨¢nico.
La necesidad de encontrar culpables en el descalabro del jueves s¨ª puede llevar a los conservadores a presionar a Major para que intente una remodelaci¨®n de su Gabinete, cosa que ya hizo en julio pasado sin es peciales consecuencias. Otras posibilidad que ayer se baraja ba en los c¨ªrculos pr¨®ximos a los tories era la del, "sacrificio" expiatorio. del presidente con servador, Jeremy Hanley, conocido por su habilidad para pronunciar frases inoportunas y con creciente fama de gafe.
Cambio de Gobierno
En todo caso, y con vistas a aplacar los ¨¢nimos de los votantes brit¨¢nicos -a¨²n quedan oficialmente dos a?os para las elecciones generales-, el ministro de Hacienda, Kenneth Clarke, se resisti¨® ayer a subir los tipos de inter¨¦s pese a las presiones de la City. El ministro insisti¨®, por supuesto, "en que la decisi¨®n de hoy [por ayer] no tiene nada que ver, con los resultados electorales de anoche [por la noche del jueves]". Pero sus palabras no consiguieron convencer al mundo financiero, preocupado por el alza de la inflaci¨®n.
Entretanto, Marcus Fox, presidente del Comit¨¦ 1922, leal al primer ministro Major, se aplic¨® a la tarea de tranquilizar los ¨¢nimos en las filas del partido, insistiendo en que cualquier intento de desafiar el liderazgo al jefe del Gobierno deber¨¢ esperar hasta noviembre. Fox s¨ª se mostr¨® en cambio veladamente partidario de un cambio en el equipo ministerial. "Nadie es infalible y tampoco pueden los ministros pensar que van a quedarse ah¨ª para siempre", declar¨® a la radio 4 de la BBC.
El descontento de los cerca de 2.000 concejales que se han quedado sin "empleo" exigir¨¢ alguna medida quir¨²rgica en el partido. La mayor¨ªa de estos frustrados cargos municipales se considera v¨ªctima no de err¨®neas pol¨ªticas locales, sino de la marea cr¨ªtica que ha provocado en el pueblo brit¨¢nico la pol¨ªtica. general del Gobierno.
[La noche del jueves al viernes no fue agitada s¨®lo en los municipios de Inglaterra y Gales. En Belfast, la celebraci¨®n del 50 aniversario del final de la Il Guerra Mundial se transform¨® en una batalla campal cuando los manifestantes se aproximaron a la zona de mayor¨ªa cat¨®lica de Short Strand. 17 polic¨ªas resultaron heridos en este incidente, en el que participaron, seg¨²n la polic¨ªa, unas 200 personas. El primer ministro, John Major, advirti¨® que incidentes como ¨¦ste pueden causar la suspensi¨®n de las conversaciones previstas con el Sinn Fein para el pr¨®ximo mi¨¦rcoles en Belfast.]
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