Mentira y ley
La polic¨ªa es el portillo imposible de tapiar -salvo sofismas ad hoc- del "Estado de Derecho". Ya la acci¨®n f¨ªsica (violenta), al moverse en el continuo espacio-temporal, se hace irreductible a la noci¨®n jur¨ªdica de "regla" (discontinua, de "s¨ª o no") y s¨®lo admite ponderaciones prudenciales '(estimativas, de "m¨¢s o menos"), tal como reconoce el concepto polic¨ªaco de "discrecionalidad". Pero adem¨¢s, el polic¨ªa es el ¨²nico funcionario con facultad legal para mentir: la legalidad -o impunibilidad, si se preflere- del mentir del polic¨ªa en el interrogatorio, en cuanto correlato de la impunidad del sospechoso que miente en defensa propia, es como una fractura que la Raz¨®n de Estado produce en el Estado de Derecho. Tal entredicho deber¨ªa turbar la confianza en ¨¦ste, al suscitar esta perplejidad: ?Es la mentira la que es metida dentro del Estado de Derecho o es el polic¨ªa el que es autorizado a salirse de ¨¦l, para poder ir a buscar al delincuente en su terreno? Ambas respuestas van a dar en apor¨ªas. La polic¨ªa es, as¨ª pues, tambi¨¦n en la palabra, d¨²ctil, viscosa, tanteadora del terreno y a cada instante reajustable al movimiento de su objeto, y se nos muestra por segunda vez, ahora en sentido traslaticio, inmersa en el "m¨¢s o menos" de un continuo deformable, y, en fin, irreductible a la discontinuidad de lo jur¨ªdico. El instrumentalismo f¨ªsico y verbal de esta souplesse abre las fauces de la "injusticia conveniente" para otras m¨¢s graves formas de discrecionalidad y m¨¢s crudos arbitrios de excepcionalidad, desde los que prolongan el g¨¦nero de la mentira, como el encubrimiento protector de un prestigio necesario para no demostrar debilidad ante el delincuente, hasta los de la violencia f¨ªsica secreta. Tan evidente es la heteronom¨ªa entre Estado de Derecho y Polic¨ªa que s¨®lo la ignorancia m¨¢s supina puede aceptar la aberraci¨®n de haber fundido en uno los ministerios de Justicia y de Interior.
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