La victoria de Europa
HAY MUCHOS motivos para conmemorar, medio siglo despu¨¦s, ¨¦l final de la Segunda Guerra Mundial en Europa -en el Pac¨ªfico se prolong¨® hasta agosto-. Muchos m¨¢s de lo que puedan creer las generaciones que no vieron a Europa dominada por el nazismo y el fascismo, despu¨¦s en llamas y finalmente en ruinas. Porque sobre los escombros de aquella tragedia sin precedentes, de una inmensa guerra que afect¨® a los cinco continentes, a todos los mares y cost¨® 50 millones de muertos, se plantar¨ªan los cimientos de un nuevo orden internacional cuyos logros todos hemos disfrutado.De la voluntad de que jam¨¢s se repitiera semejante tragedia surgir¨ªa todo el entramado de organismos internacionales, como la ONU, el GATT, la OTAN y la Uni¨®n Europea, que hoy definen la vida intemacional. Con todas sus imperfecciones e injusticias, el nuevo orden fragu¨® el periodo de paz m¨¢s largo de la milenaria historia de Europa y cre¨® una comunidad de naciones democr¨¢ticas que, por la prosperidad y libertad en que viven sus lentes, se convirti¨® en ejemplo de todo el mundo, incluidos aquellos Estados que ideol¨®gicamente quisieron combatirla.
Lo que acab¨® aquel mayo de 1945 no fue una guerra como las hasta entonces habidas en la historia entre Estados o potencias, sino un choque entre un totalitarismo criminal de inimaginable potencia y perversi¨®n por un lado y una amplia alianza en la que estaban integradas las naciones libres y democr¨¢ticas, pero tambi¨¦n la Uni¨®n Sovietica, cuyo terrible esfuerzo de guerra fue decisivo para la derrota de Tercer Reich.
La paz vino marcada por las revelaciones del horror de los campos de, exterminio nazis, en los que por primera vez tambi¨¦n, un Estado hab¨ªa practicado el genocidio por causas raciales con criterios y m¨¦todos industriales. De aquella terrible revelaci¨®n sobre lo que el hombre es capaz de hacerle a un semejante surgi¨® la voluntad de la cooperaci¨®n global sobre ¨¦l consenso b¨¢sico de la Carta de las Naciones Unidas.
Medio siglo despu¨¦s es, por tanto, justo celebrarlo, en recuerdo de los millones de muertos v¨ªctimas del nazismo o ca¨ªdos en combate -entre ellos, miles de espa?oles-, pero tambi¨¦n para rememorar las causas de la cat¨¢strofe y recordar que los privilegios de que gozamos hoy los europeos por el mero hecho de serlo no se sobreentienden. Son recientes y tuvieron un gran coste. Espa?a, que por su particular tragedia qued¨® inicialmente marginada del n¨²cleo de naciones libres en Europa, hoy es miembro de pleno de recho del mismo. La historia ha sido m¨¢s dura con otros.
Medio siglo despu¨¦s, y tras la desaparici¨®n de la divisi¨®n ideol¨®gica de Europa, las sociedades democr¨¢ticas asisten a una crisis de su propio modelo que est¨¢ alimentando peligrosas tendencias antisistema, a veces bajo banderas emparentadas con el, orden totalitario que fue derrotado entonces. Nada mejor que recordar la tragedia de entonces para no repetir el mismo error.
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