El comunicador y el simio
El autor replica en este art¨ªculo al publicado el pasado s¨¢bado por Pedro Schwartz en estas p¨¢ginas
Ese fabricante de banalidades que es don Pedro Schwartz me ha dedicado un reciente art¨ªculo (EL PA?S, 6. 5. 96) que tiene el sugestivo t¨ªtulo de "El sindicalista y el mono". Ocurre, sin embargo, que dicho escrito est¨¢ lleno de medias verdades y de algunas trapacer¨ªas. Oculta que en el debate del Canal 33 tambi¨¦n concurrieron personalidades como el Conseller Farreras, los doctores Estap¨¦ y Novella, y finalmente el vicepresidente del Foment don Jos¨¦ A. D¨ªaz Salanova. Dichos se?ores valoraron el talante negociador y proyectual del sindicalismo confederal catal¨¢n y muy especialmente los esfuerzos realizados en torno a la cuesti¨®n del, empleo; all¨ª, en efecto, se consider¨® muy positivo la contractualidad del sindicalismo en cuestiones de la ocupaci¨®n en Pirelli, Roca, Indo y los sectores financieros. De dicho debate, adem¨¢s, surgi¨® la idea de ampliar tales experiencias a un proeso negociador de m¨¢s calado general. Pero don Pedro (que ya hab¨ªa tenido un inicial rifirrafe con don Fabi¨¢n Estap¨¦, a quien afe¨® "ser de CC OO") estaba inc¨®modo. ?l no hab¨ªa venido, a debatir; ¨¦l hab¨ªa venido a fabricar trivialidades y a provocar una tensi¨®n tabernaria.Nuestro don Pedro estaba inquieto porque no acaba de interferir en un debate que, para su mayor desdoro, la tecnolog¨ªa -a trav¨¦s de ese chisme que se llama video- lo tiene gravado. Digo esto porque don Pedro (que afirm¨® en la discusi¨®n "haber fundado una organizaci¨®n sindical") expone en el art¨ªculo la siguiente: "No bien hube dicho que los sindicatos ten¨ªan que limpiar la corruptela de los liberados me llam¨® [se refiere a mi mismo, JLLB] fantasma". Dicha frase est¨¢ mal construida a prop¨®sito, porque da a entender que mi imprecaci¨®n fue al inicio del debate. El video, con su contumaz fijaci¨®n de la memoria, precisa que la frase la pronunci¨® al final de la tertulia y sin que un servidor tuviera tiempo para argumentarle a dicho comerciante de murmuraciones. De. manera que estamos ante una persona que pretende enga?ar a la opini¨®n p¨²blica que vio el debate.
Mi punto de vista es que estamos ante un resentido m¨¢s que ante una persona que defiende postulados liberales, que abochornar¨ªan al profesor Dahrendorf. Resentido ?de qu¨¦? Posiblemente de su espectacular fracaso como sindicalista; ?qu¨¦ se sabe del sindicato que ¨¦l fundara? ?por qu¨¦ desapareci¨®? ?Estamos ante un universitario o ante un obsoleto tenedor de libros? Lo cierto es que estamos ante un funcionario p¨²blico que, desde su ri?onera cubierta, defiende el despido libre.
Lo espectacular en don. Pedro es, sin embargo, su dudosa interpretaci¨®n del mundo de los "derechos sociales", que ¨¦l enctrecomilla de manera tal vez despectiva y de los "liberados". Seg¨²n sus argumentos, don Pedro tiene una concepci¨®n del iuslaboralismo en clave de fastidio y considera las pr¨¢cticas contractuales, de las que surgen las horas sindicales reconocidas en, la ley org¨¢nica de libertad sindical como mecanismos inservibles para la buena marcha de las modernas relaciones en el centro de trabajo. ?A?ora este don Pedro aquellos tiempos de no contractualidad que se ense?ore¨® en Barcelona en los a?os veinte?
Lo cierto es que no pocas transformaciones en la organizaci¨®n del trabajo, que no pocos avances en la todav¨ªa escasa eficiencia del centro de trabajo tambi¨¦n se deben a los saberes sociales que proponen (y se concretan) los Sindicalistas que ejercen plenamente sus derechos sociales. Esta es la ra¨ªz exacta, aunque nunca explicitada, de ese contrato social qu¨¦, expresa el ejercicio de la actividad sindical ("liberada" o no) en la empresa. De la autoritaria concepci¨®n de este don Pedro se desprender¨ªa que es mejor que no hubiera dicho contrato social, aunque la empresa siguiera siendo m¨¢s obsoleta o ineficiente.
Esto es, justamente, lo que contesta abiertamente, un reciente documento firmado por el empresariado catal¨¢n y los sindicatos llamado "Bases para una pol¨ªtica industrial", que nuestro don Pedro o bien ha le¨ªdo (y no le interesa) o no ha le¨ªdo y -aunque s¨®lo fuera por eso- exculpo su audaz ignorancia. No tenga prevenci¨®n don Pedro acerca del gulag. Un servidor estuvo en el gulag franquista algunos a?os, tambi¨¦n para que ¨¦l mismo pudiera ser tan valiente en sus afirmaciones; una valent¨ªa que s¨®lo le da la democracia.
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