El ocaso del Sol Naciente
La crisis japonesa en EE UU alcanza al emblem¨¢tico Centro Rockefeller
La declaraci¨®n de suspensi¨®n de pagos del Centro Rockefeller, propiedad del grupo Mitsubishi, confirma el declive de las inversiones japonesas en EE UU, pero tambi¨¦n deja en entredicho la actuaci¨®n de una de las familias m¨¢s ricas del pa¨ªs, los Rockefeller, y deteriora la imagen de Nueva York. El grupo japon¨¦s asegura que no va a seguir el camino de retirada a Tokio, como han hecho o est¨¢n habiendo Matsushita y Sony en Hollywood, sino que trata de reestructurar una inversi¨®n ruinosa. Mitsubishi se sum¨® a la euforia agresiva de la d¨¦cada de los 80 que llev¨® a los grandes grupos japoneses a invertir en EE UU.El precio del Centro Rockefeller, 1.400 millones de d¨®lares, fue alto, pero el grupo japon¨¦s pens¨® que el mercado inmobilliario, que estaba por las nubes en aquel momento, iba a mantenerse as¨ª, y que la renta de los alquileres de oficinas de las 12 torres que forman el complejo iba a compensar la hipoteca, en manos de Rockefeller Center Properties Inc. (REIT), un fondo de inversiones formado por m¨¢s de 40.000 accionistas.
Entre octubre de 1989 y julio de 1991, Mitsubishi adquiri¨® el 80%- de Rockefeller Group Inc. Hab¨ªa razones suficientes para que el orgullo americano se sintiera herido: el complejo constru¨ªdo en los a?os de la Gran Depresi¨®n por John Rockefeller -hijo del creador de la fortuna familiar- para simbolizar la confianza en el capitalismo, ocupa el coraz¨®n de la Gran Manzana y es visitado por millones de turistas. Su pista de hielo, en el patio interior flanqueado por las 12 torres de estilo art dec¨®, es una de las im¨¢genes m¨¢s caracter¨ªsticas de Nueva York, igual que el ¨¢rbol de Navidad que cada a?o se instala all¨ª.
El complejo alberga las oficinas de NBC, General Electric y Associated Press y los locales de otro templo de la ciudad, el Radio City Music Hall. La dura realidad de la crisis inmobiliaria hizo evidente en 1991 y 1992 que las rentas no iban a cubrir los plazos hipotecarios. En 1994, un momento clave porque se renovaba la tercera parte de los alquileres del complejo, se confirm¨® que el gran negocio resultaba ser un gran desastre: los contratos bajaron a la mitad de lo previsto y REIT comprob¨® amargamente la insuficiente liquidez de los pagos. David Rockefeller, hijo de John, entendi¨® que el problema no s¨®lo afectaba a las cuentas de Mitsubishi, sino al prestigio del apellido, y vol¨® a Tokio en febrero de este a?o para intentar negociar un plan de reestructuraci¨®n. No hubo acuerdo.
Mitsubishi razon¨® que sus p¨¦rdidas le dan derecho a aprovechar la legislaci¨®n dom¨¦stica y solicit¨® el jueves la protecci¨®n frente, a los acreedores que le proporciona el Cap¨ªtulo 11 de la Ley de Quiebras. La declaraci¨®n de suspensi¨®n de pagos congela los activos de una sociedad e impide que se utilicen para hacer frente a. una hipoteca, de forma que se gana tiempo para negociar con los acreedores sin perder forzosamente la propiedad.
La f¨®rmula ha disgustado a los Rockefeller y enfurecido a los accionistas de REIT. "La decisi¨®n es innecesaria y dif¨ªcil de entender, en un momento de recuperaci¨®n del mercado. Conf¨ªo en que Mitsubishi, asuma su responsabilidad, de mantener la calidad y posici¨®n del valor inmobiliario m¨¢s importante de Nueva York y quiz¨¢ de EEUU", se?al¨® David Rockefeller. Richard Scarlata, presidente de REIT, considera indignante el recurso al Cap¨ªtulo 11 y lo atribuye a una maniobra para negociar en buenas condiciones una reducci¨®n de la hipoteca.
Desde Tokio, Takeshi Fukuzawa, presidente de la divisi¨®n inmobiliaria del grupo, asegur¨® ayer que no se contempla por ahora la venta del centro y que lo que se busca es un marco adecuado para la reestructuraci¨®n. Mitsubishi afirma haber perdido entre 600 y 900 millones de d¨®lares en la inversi¨®n, agravada por el deterioro del d¨®lar.
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