El San Isidro del recuerdo

A las ocho menos diez, esta borrasca que durante toda la semana ha tra¨ªdo a Madrid tormentas fulgurantes desapareci¨®. A las ocho y cinco, algunas de las aproximadamente 2.000 personas que ayer se hab¨ªan congregado en la plaza Mayor para escuchar el preg¨®n del inicio de las fiestas de San Isidro empezaron a pitar. A las ocho y siete, uno de los asistentes, Enrique Brihuega, de 60 a?os, exclamaba: "Siempre un poquito tarde; es la tradici¨®n. Pero ya ver¨¢s, ya". Unos minutos despu¨¦s, a las ocho y nueve, por la ventana de la Casa de la Carnicer¨ªa aparec¨ªan, entre otros, el alcalde y Jes¨²s Hermida. "Lo dije", se explic¨® Brihuega. "En cuanto empiezan a pitar salen: como en los toros".El alcalde empu?¨® el micr¨®fono: "Madrile?os y madrile?as... ". Una se?ora del grupo de Brihuega (compuesto por tres personas) exclama: "Y mi marido, qu¨¦, que es de Valencia". Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano record¨® que hab¨ªa que olvidar por un rato las refriegas pol¨ªticas y la turbulencia electoral para "convivir en tolerancia". Fue breve. Lleg¨® el pregonero Hermida y coment¨®, para empezar, que estaba nervioso.

"Voy a contaros una historia, porque yo s¨®lo soy un contador de historias", continu¨® Hermida. "?sta es la de un chaval que hace 40 a?os lleg¨® en una ma?ana fr¨ªa a la estaci¨®n de Atocha... ". "Es la historia de ¨¦l o la de Manzano", dice In¨¦s Herr¨¢ez, de 53 a?os.

Hermida prosegu¨ªa: "...Con un mont¨®n de libros y una caja de cart¨®n de equipaje". Hermida consigui¨® emocionar a los asistentes. Record¨®, sin recurrir a los t¨®picos de siempre, el car¨¢cter hospitalario y abierto de la ciudad, que "siempre se las arregla para sacar adelante a quien viene a residir en ella".

Al final, la historia de Hermida (porque era la historia de ¨¦l y no la de Manzano) termin¨® as¨ª: "El chaval dio muchos tumbos, vivi¨® en muchas ciudades, pero siempre volvi¨® aqu¨ª. Gracias, Madrid, por permitirme el honor de hablar ante vosotros, y felices fiestas".

Un torrente de aplausos, y entonces, Francisco Arribas, del grupo de Brihuega, comenz¨® a explicar: "Me ha gustado porque explica lo que es Madrid, porque mi abuelo no era de aqu¨ª, y sin embargo...". "Calla, hombre, a ver si t¨² tambi¨¦n nos vas a contar tu historia, como Hermida", contraatac¨® In¨¦s. Y bien dicho, porque ya la m¨²sica empezaba a sonar en el otro extremo de la plaza. M¨²sica tambi¨¦n con historia, o con recuerdo: Radio Topolino Orquesta. La vaca lechera y el estribillo del tol¨®n tol¨®n puso a los asistentes de la tercera edad (la mayor¨ªa a esas horas) en onda. La ni?a Isabel les hizo recordar c¨®mo las gastaban los letristas de la ¨¦poca: "Ni?a Isabel, ten cuidado. Donde hay pasi¨®n, hay pecado".

Cuando la Topolino atac¨® La culpa fue del cha-cha-cha, Cirila pregunt¨®: "?De qui¨¦n?". Y Josefa respondi¨®: "De los garigari". Y las tres se pusieron a bailar.

A las diez y media, la irreductible Karina (que hab¨ªa sido precedida de Miki y de Jeannette) subi¨® al escenario, rodeada de unos 2.000 asistentes, ahora en su mayor¨ªa j¨®venes. Y como la tarde hab¨ªa empezado con las rememoranzas de un periodista maduro, termin¨® coherentemente con la canci¨®n del ba¨²l y los recuerdos.