Temor en Tokio a un atentado en venganza por detenci¨®n del l¨ªder de La Verdad Suprema
M¨¢s de 20.000 polic¨ªas han sido movilizados en Tokio ante el temor a un nuevo atentado de la secta La Verdad Suprema, cuyo guru, Shoko Asahara, fue detenido ayer mientras meditaba en un escondite de proporciones min¨²sculas construido recientemente, en sus instalaciones de Kamikuishiki, en la falda del pintoresco monte Fuji. Tras el espect¨¢culo televisado de su detenci¨®n, el p¨¢nico se adue?¨® del coraz¨®n de Tokio al hacer explosi¨®n horas m¨¢s tarde un paquete bomba en el Ayuntamiento de la capital japonesa, un edificio en el que trabajan los 13.000 empleados de esta ciudad de 12 millones de habitantes.Las autoridades acusan a Asahara de ordenar a sus disc¨ªpulos la fabricaci¨®n del gas letal sar¨ªn y de organizar el ataque mortal en el metro de Tokio, que el 20 de marzo pasado produjo 12 muertes y 5.400 intoxicados. En el incidente de ayer, cuya autor¨ªa a¨²n se desconoce, result¨® herido el funcionario municipal Masaki Utsumi.
El primer ministro, Tormiichi Murayama, tras reunirse con el Gabinete de crisis, convoc¨® una rueda de prensa para elogiar la labor investigadora y policial. Murayama trat¨® de tranquilizar a la poblaci¨®n y asegur¨¦ que la vigilancia se mantendr¨¢ ante la posibilidad de que quede sar¨ªn almacenado, circunstancia que negaron diversas fuentes policiales, que, sin embargo, no descartan la posibilidad de una venganza de la secta por la detenci¨®n de su l¨ªder.
La investigaci¨®n criminal de La Verdad Suprema ha sido la m¨¢s costosa, y la m¨¢s extensa del Jap¨®n de la posguerra. De ser encontrado culpable en un proceso que puede durar a?os, Asahara se enfrenta a una eventual condena a muerte.
2.000 agentes
Su detenci¨®n se produjo al alba del martes (lunes por la noche en Espa?a), en el edificio Satyan del amplio recinto que el grupo religioso posee, a unos 100 kil¨®metros al oeste de Tokio. En la espectacular operaci¨®n participaron 2.000 agentes que desde la madrugada cercaron la nave de tres pisos donde Asahara hab¨ªa fijado su residencia familiar. Muchos telespectadores se despertaron y desayunaron con las im¨¢genes en directo del progreso de la actividad policial, ya que todas las emisoras adelantaron a las cuatro de la madrugada el comienzo de su programaci¨®n habitual.
M¨¢s de 300 informadores, envueltos en una espesa niebla, muchos de ellos apostados enfrente del edificio Satyan (verdad, en s¨¢nscrito) durante toda la noche, asistieron con las primeras luces del alba a la llegada al trote de las unidades antidisturbios, cuya salida en plena noche de sus cuarteles en la capital tambi¨¦n fue seguida por las c¨¢maras. La polic¨ªa utiliz¨® motosierras el¨¦ctricas, palancas y soldadores para abrirse camino a trav¨¦s de tres laber¨ªnticos pisos, compartimentados en numerosos cub¨ªculos, que serv¨ªan de alojamiento a Asahara y a otros altos dirigentes de La Verdad Suprema.
Cuatro horas despu¨¦s de iniciarse la b¨²squeda se escucharon los suspiros aliviados de algunos agentes que exclamaban: "Asahara est¨¢ dentro. S¨ª que est¨¢". Algunas fuentes informaron que en un primer momento las autoridades pasaron por alto el zulo de nueve metros cuadrados y uno y medio de altura en donde el maestro de la secta, vestido con su habitual t¨²nica rosa, estaba entregado a sus pr¨¢cticas religiosas. Otros 13 dirigentes de La Verdad Suprema tambi¨¦n fueron detenidos.
"Soy la salud. No me toqu¨¦is. Tampoco pong¨¢is las manos sobre mis seguidores", fueron las primeras palabras de Asahara a los agentes. Poco despu¨¦s negar¨ªa su participaci¨®n en el atentado con sar¨ªn diciendo: "?C¨®mo se puede decir que una persona ciega como yo ha participado en un ataque semejante?".
Cuando a media ma?ana Asahara fue transportado a la comisar¨ªa central de Tokio, el p¨²blico se agolpaba sobre las pasarelas y en los altozanos que dominan la autopista para observar el paso de la comitiva policial, acompa?ada desde lo alto por numerosos helic¨®pteros de los medios de comunicaci¨®n.
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