Invasi¨®n del S¨¦ptimo de Caballer¨ªa
Cuatro eminentes actrices abren la fiesta del centenario del cine
Los rostros de cuatro bellas y eminentes actrices -Jeanne Moreau, que preside el jurado, Andie MacDowell, Diane Keaton y Carole Bouquet- se apoderaron anoche de los cegadores focos del palacio de La Croisette. Tras ellas, en los cartelones, qued¨® en la sombra uno de los perfiles identificadores del siglo del cine: el de los jinetes en fila del S¨¦ptimo de Caballer¨ªa de EE UU, encabezados por una enorme silueta de un poeta irland¨¦s llamado John Ford, que convirti¨® a este regimiento en una met¨¢fora de libertad. Cannes se olvid¨® del origen franc¨¦s del cine y dej¨® a Ford ser quien es: signo supremo de los 100 primeros a?os de este arte.
Minutos despu¨¦s, los fundadores del artilugio, Louis y Auguste Lumi¨¦re, acogieron en la enorme y magn¨ªfica sala que lleva su nombre la primera pel¨ªcula en concurso de este inabarcable acontecimiento cinematogr¨¢fico, que ha convocado alrededor de 30.000 participantes entre profesionales del cine, del periodismo, de la comunicaci¨®n y del comercio de pel¨ªculas.Si se a?aden a esta cifra de acreditados invitados las correspondientes a los so?adores, los curiosos, los cin¨¦filos y los fetichistas concentrados en los alrededores del palacio, tambi¨¦n llamado bunker, de La Croisette, la poblaci¨®n de la ciudad de Cannes se duplica durante los pr¨®ximos 12 d¨ªas. Y esto sin contar los, por razones obvias, incontables carteristas, macarras, aspirantes a estrellitas, ligones, chorizos y rateros de acera y de hotel -la polic¨ªa local dice que son miles, pero no se atreve a precisar cu¨¢ntos- que confluyen aqu¨ª procedentes de la franja mediterr¨¢nea que abarca desde Montecarlo a Marsella y que obligan al hormiguero de horteras vestido de esmoquin y de modelito pr¨ºt-¨¤-porter a caminar a toda prisa, mirando a derecha e izquierda como si estuvieran en una partida de tenis, mientras agarran con las manos los forros de sus billeteras y las ristras de sus collares.
La pel¨ªcula inaugural fue francesa y convenci¨®, aunque vista a la sombra de la silueta de John Ford y sus jinetes no es convincente. Se titula La ciudad de los ni?os perdidos, y es obra, m¨¢s que de quienes la escribieron y realizaron, Marc Caro y Jean-Pierre Jeunet -conocidos en Espa?a por la singular pero un poco exagerada y sobrevalorada Delicatessen-, del formidable equipo de dise?adores, truquistas y t¨¦cnicos de fotograf¨ªa, decorado y laboratorio que la convierten en un aut¨¦ntico alarde de circo audiovisual. Si el cine de Ford es un torrente de imaginaci¨®n sin rastro de fantas¨ªa, esta Ciudad de los ni?os perdidos invierte la ecuaci¨®n sagrada y, en consecuencia, estalla de fantas¨ªa sin el menor rastro de imaginaci¨®n. Como muestra, este bot¨®n: si las dos horas de Parque Jur¨¢sico dejaron hace un par de a?os boquiabiertos a millones de ingenuos por contener ocho minutos de rimbombante y afinada truquer¨ªa de efectos especiales inform¨¢ticos, este nuevo tinglado audiovisual europeo se desmelena, durante su hora y media en nada menos que 17 minutos de celuloide de la misma estirpe, s¨®lo que m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa: el lugar del dinosaurio lo ocupa una pulga.
De ah¨ª que estos magos del trucaje num¨¦rico, la combinatoria digital y las im¨¢genes de s¨ªntesis de emulsiones y soportes hacen exactamente eso: magia, pero no cine.
No obstante, La ciudad de los ni?os perdidos huele a premio seguro. Totalmente merecido si es de tipo t¨¦cnico, pero nos tememos que completamente injusto si se le da, como es presumible, una coartada art¨ªstica a una pel¨ªcula donde el arte no sobrepasa nunca el juego de malabares qu¨ªmicos y ¨®pticos de la artesan¨ªa de laboratorio.
Desequilibrio
Mientras tanto, la magn¨ªfica invasi¨®n del S¨¦ptimo de Caballer¨ªa abre paso a otra invasi¨®n: la del cine anglosaj¨®n. Basta para calibrar su alcance con enunciar los nombres de los cineastas norteamericanos independientes -es sabido que las majors de Hollywood no tienen aqu¨ª m¨¢s puerta de entrada que la de servicio- que han entrado en la secci¨®n oficial de Cannes 95: Tim Burton, Gus van Sant, Jim Jarmush, James Ivory, Robert Rodr¨ªguez, Barbet Schroeder, Nigel Finch, Todd Haynes y Larry Clark. Si a estos nombres se a?aden los de los brit¨¢nicos Ken Loach, Terence Davies, Chris Newby, John Boorman, Christopher Hampton, Nicholas Hytner y Mike Newell, aqu¨ª no hay m¨¢s idioma que el ingl¨¦s.
Pero como la de Ford y sus jinetes, es ¨¦sta una invasi¨®n aceptada, democr¨¢tica y pac¨ªfica, que a nadie humilla y de la que nadie hace ascos, pese a que produzca ronchas y pique un poco, a causa de que haya s¨®lo ocho pel¨ªculas del continente europeo, dos del asi¨¢tico y una del africano, lo que parece un reparto un poco desequilibrado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.