La recuperaci¨®n visible
Los ¨²ltimos tiempos de Bush en la presidencia incubaron la recuperaci¨®n econ¨®mica en Estados Unidos, pero fue Clinton quien atesor¨® sus efectos electorales y quien la est¨¢ administrando. A la luz de los ¨²ltimos sondeos parece leg¨ªtimo hacer una analog¨ªa en Espa?a: la recuperaci¨®n se consolida, pero ser¨¢n los pr¨®ximos gobernantes quienes la protagonicen.En efecto, la coyuntura est¨¢ cambiando a marchas forzadas; casi todos los indicadores expresan mejoras sustanciales. A principios de a?o, cuando se atisbaban los primeros signos de un cambio de tendencia en el ciclo, se habl¨® de una recuperaci¨®n invisible, puesto que, a pesar de que variaban los s¨ªntomas macroecon¨®micos, ¨¦stos no llegaban a la poblaci¨®n. El crecimiento, entonces, no bastaba para crear empleo y disminuir la tasa de paro; el consumo estaba paralizado y los ciudadanos no apreciaban una subida del poder adquisitivo. La OCIDE dec¨ªa en su informe: "La recuperaci¨®n en Espa?a no se reflejar¨¢ en la disminuci¨®n del paro".
Cinco meses despu¨¦s, la recuperaci¨®n es expl¨ªcita, o por seguir con la misma calificaci¨®n, es una recuperaci¨®n visible. As¨ª lo demuestra el asentamiento del proceso de crecimiento, la reducci¨®n consecutiva de la tasa de paro o los datos de la Encuesta de Poblaci¨®n Activa (creaci¨®n de empleo de unas mil personas al d¨ªa), el incremento de la inversi¨®n o el dinamismo de las exportaciones, el aumento de la cartera de pedidos, el ¨ªndice de clima industrial, etc¨¦tera. El consumo tambi¨¦n ha crecido, aunque a un m¨®dico porcentaje del 2%, lo que se puede explicar como que, habiendo disminuido el acongojamiento de los asalariados, todav¨ªa persiste un grado de desconfianza como consecuencia del endeudamiento de las familias en los a?os m¨¢s duros de la crisis, pero tambi¨¦n como reflejo de la inseguridad psicol¨®gica derivada del poco dinamismo y de la creciente precarizaci¨®n del mercado laboral.
Las previsiones de primavera de la Comisi¨®n Europea consolidan esta tendencia: la expansi¨®n econ¨®mica es "sana y sostenible", y se prolongar¨¢ al menos este a?o y el pr¨®ximo a un ritmo del 3% anual. Ello permitir¨¢ la creaci¨®n de tres millones de puestos de trabajo en la UE en el bienio 1995-1996; Espa?a figurar¨¢ en el grupo de cabeza de creaci¨®n de empleo, pese a lo cual seguir¨¢ siendo el farolillo rojo del desempleo global.
La Comisi¨®n hace sus cuentas: a pesar de esos tres millones de puestos de trabajo como en el periodo en cuesti¨®n entrar¨¢n en el mercado 1,4 millones de j¨®venes, el paro -que hoy afecta a 16,5 millones de personas- s¨®lo se ver¨¢ disminuido realmente en 1,6 millones. Es decir, que ¨²nicamente con crecimiento no se eliminar¨¢ el paro estructural, por lo que hay que instrumentar pol¨ªticas activas de empleo.
Entre ellas est¨¢ la reducci¨®n de la jornada laboral y el reparto del trabajo. Esta f¨®rmula ha dejado de ser tab¨² cuando en las elecciones francesas ambos candidatos la han contemplado, o cuando el Gobierno, la patronal y los sindicatos alemanes la han estudiado dentro de un pacto para reducir el paro de larga duraci¨®n. Ya no es s¨®lo cosa de los sindicalistas (que, por cierto, tambi¨¦n la han examinado en la ¨²ltima reuni¨®n de la Confederaci¨®n Europea de Sindicatos).
La gran hipoteca de esta recuperaci¨®n es el crecimiento de la inflaci¨®n, que amenaza la duraci¨®n de la fase expansiva. El IPC cuestiona seriamente la capacidad de la econom¨ªa espa?ola de compatibilizar crecimiento y estabilidad. A partir de este punto hay que hablar de reformas estructurales y no meramente de una coyuntura floreciente.
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