Lazo y navajazo en Donostia
"A los del lazo, navajazo", le disparan dos j¨®venes a Francisco Saro J¨¢uregui cuando camina en la tarde del viernes por las calles de San Sebasti¨¢n. Los j¨®venes escupen su amenaza a rostro descubierto, con seguridad, con chuler¨ªa. Como si la ciudad fuera suya y los ciudadanos con el lazo azul que reclaman la liberaci¨®n de Jose Mar¨ªa Aldaya fueran unos intrusos, unos indeseables, unos mierdas. Poco les importa a los del navajazo que las elecciones demuestren que ellos representan menos de la quinta parte de la ciudadan¨ªa donostiarra. Su fuerza no procede de las urnas. Su fuerza procede de que, hace cuatro meses, sus c¨®mplices en la sombra asesinaron a Gregorio Ord¨®?ez, el l¨ªder donostiarra del PP, y, hace unos d¨ªas, secuestraron a Aldaya a una veintena de kil¨®metros de aqu¨ª. Su fuerza procede de que ellos mismos rompen cabinas telef¨®nicas, queman autobuses y apalean polic¨ªas vascos. Su fuerza procede del miedo.Y a un acto contra el miedo se dirige Saro J¨¢uregui cuando es tiroteado verbalmente. Lo ha convocado Od¨®n Elorza, el alcalde socialista de San Sebasti¨¢n, en el ¨²ltimo piso de un hotel con una vista de ¨¢guila sobre La Concha. El contraste entre la belleza del paisaje y el motivo de la reuni¨®n vuelve a provocar en el cronista la dolorosa punzada que siempre asociar¨¢ a esta estancia en San Sebasti¨¢n: el horror anida en una ciudad tan hermosa, tan civilizada y con tanta gente sedienta de paz Un cartel preside el acto: "La ciudad de la tolerancia. Tolerantziaren hiria".
No es un sarcasmo, es un deseo, el que preside la campa?a de Elorza por la reelecci¨®n. Ante un centenar de vecinos, Saro J¨¢uregui, de la organizaci¨®n pacifista Denon Artean, abre las intervenciones: "No debemos confundir la tolerancia con la pasividad frente a los violentos, los intransigentes, los defensores de una ideolog¨ªa totalitaria y fundamentalista". Ernest Lluch, el profesor catal¨¢n que ha abierto casa en San Sebasti¨¢n, denuncia, lo que llama "el amonal ideol¨®gico", la ?ustificaci¨®n te¨®rica del terrorismo de ETA y el gamberrismo de sus cachorros. El eurodiputado Jose Mar¨ªa Mendiluce exige "beligerancia contra los intolerantes". Le llega el turno a Elorza: "Imaginen ustedes una San Sebasti¨¢n sin violencia: ser¨ªa la mejor ciudad del mundo".
Ser¨ªa, sin duda, una de las mejores ciudades del mundo. Sin embargo, San Sebasti¨¢n tiene un problema. Y no hace falta imaginarse a Ord¨®?ez en su tumba o a Aldaya en su celda para comprenderlo. Se nota paseando: los fundamentalistas de la patria vasca sacan pecho por todas partes. Pero no son los ¨²nicos vascos, ni tan siquiera son la mayor¨ªa de los vascos. ?ste no es un pueblo monol¨ªtico. Es, al contrario, uno de los m¨¢s plurales pol¨ªticamente de Europa. En el futuro Ayuntamiento de San Sebasti¨¢n pueden sentarse cinco o seis partidos. El PP, seg¨²n las encuestas, ser¨¢ el primero, pero no conquistar¨¢ la alcald¨ªa si se repite aqu¨ª la alianza tripartita -PNV, PSE-PSOE y EA- que gobierna Euskadi. Seg¨²n esas encuestas, Elorza es el candidato m¨¢s valorado. Su puntuaci¨®n personal duplica o triplica la que obtiene su partido. As¨ª que tiene alguna posibilidad.
Esta soleada ma?ana de s¨¢bado, Elorza inaugura la zona peatonal en que ha quedado convertida la plaza de Bilbao. Est¨¢ muy bien, pero San Sebasti¨¢n sigue teniendo un problema. La campa?a electoral queda suspendida. Llega la hora de la manifestaci¨®n. "Jose Mar?, etxera. Libertad".
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