Ciudadano rey
COMO CIUDADANO particular y como persona que asume la m¨¢s alta representaci¨®n del Estado, el rey Juan Carlos tiene al menos el mismo derecho a la intimidad personal y a la propia imagen que cualquier otro ciudadano. Pero, en la pr¨¢ctica, es posible que, a causa de ese alto rango, no tenga a mano las mismas armas para defenderse cuando ese derecho es conculcado en lo que respecta a su persona. Quiz¨¢ ello incite a algunos al aprovechamiento m¨¢s que a la prudencia.La reacci¨®n de la Casa del Rey ante la publicaci¨®n en una revista italiana de fotograf¨ªas de don Juan Carlos tomando el sol desnudo en el yate Fortuna ha sido la que correspond¨ªa institucionalmente. Ha instado al Servicio Jur¨ªdico del Estado a que estudie el ejercicio de las acciones legales que procedan. Pero aunque esa reacci¨®n no se hubiera producido, las instancias encargadas de defender las instituciones -la persona del Rey es inseparable de la magistratura que representa- no hubieran podido dejar de actuar. Las leyes consideran intromisi¨®n ?leg¨ªtima en el ¨¢mbito de la intimidad personal "la captaci¨®n, reproducci¨®n o publicaci¨®n por fotograf¨ªa, filme, o cualquier otro procedimiento, de la imagen de una persona en lugares o momentos de su vida privada...". Parece evidente que fotografiar al Rey o a cualquier otro ciudadano desde la impunidad de la distancia o a escondidas, cuando se hallan en lugares o situaciones de intimidad, nada tiene que ver con el derecho a la informaci¨®n o cosa parecida. Est¨¦n vestidos, en pa?os menores o como su madre les trajo al mundo. Eso constituye, lisa y llanamente, un asalto a la intimidad personal. Del estilo de los muchos que se producen en la sociedad actual con la ayuda de medios t¨¦cnicos sofisticados y por desaprensivos que los utilizan como arma de chantaje o de medro econ¨®mico o personal.
Pero aunque las fotograf¨ªas tomadas al Rey no se debieran a la iniciativa de alg¨²n personaje con ambici¨®n suficiente para usarlas como chantaje o para hacerse acreedor de alg¨²n favor, no por ello dejar¨ªan de constituir un atentado en toda regla a un derecho constitucionalmente protegido. Y que, en democracia, ampara por igual al ciudadano rey como al que no lo es.
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