Cocidito madrile?o
San Isidro se despide con una fiesta gastron¨®mica para 25.000 personas
A las dos de la tarde, un chupinazo abri¨® las 24 ollas en las que reposaban las 25.000 raciones de cocido madrile?o que se repartieron ayer en la plaza Mayor. El alcalde, Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano; la concejal del distrito Centro, Mar¨ªa Antonia Su¨¢rez, y el de Educaci¨®n y Deportes, Jos¨¦ Gabriel Astudillo, se hab¨ªan propuesto asistir al acto casi de camuflaje: nada de politizar una cita dedicada a los ni?os maltratados, que protege la asociaci¨®n Aldeas Infantiles, impulsora del cocido m¨¢s abundante del mundo.Desde hace una semana, un centenar de soldados de la Agrupaci¨®n de Abastecimiento del Ej¨¦rcito de Tierra se ocupan de los preparativos para la gran cita culinaria que cierra las Fiestas de San Isidro: poner a punto las ollas y todos los utensilios de la cocina, adem¨¢s de ir cortando el g¨¦nero. Al frente de todos ellos, Isidro L¨®pez, el cocinero que se responsabiliza de la cocina desde la primera edici¨®n de este acto, hace ocho a?os.
Las cifras que se barajan para semejante banquete hablan por s¨ª solas: 535 kilos de garbanzos, 165 de carne, 265 de patatas, 200 de repollo, 100 de gallina, otros 100 de chorizo... y m¨¢s de dos horas de espera para conseguir ser uno de los primeros en probar la comida. Natalia ?lvarez, de 72 a?os, y su amiga Socorro Mart¨ªnez fueron de las primeras en pegarse a las vallas que proteg¨ªan los improvisados fogones del p¨²blico que se agolp¨® ayer en la plaza Mayor. Llegaron, antes de las doce de la ma?ana. Discutieron sobre si los garbanzos se deben echar en agua fr¨ªa o caliente. En el lado opuesto de la plaza transcurri¨® un concurso de mantones organizado por la Federaci¨®n de Grupos Tradicionales Madrile?os. Los chotis sonaban por megafon¨ªa.
Lo de poner a remojo los garbanzos, el cocinero Isidro L¨®pez lo resuelve con las piscinas que hay en su agrupaci¨®n. "Las echamos en agua ayer [por el s¨¢bado] a mediod¨ªa y las traemos en termos", explica. ?l y sus pinches han llegado a la plaza Mayor a las siete de la ma?ana en camiones del Ej¨¦rcito. A las 8.30 se han encendido los hornillos para calentar el agua (40 litros en cada una de las 24 ollas), a las 9.30 se empiezan a echar los garbanzos y a las 12.30 se a?ad¨ªa el ¨²ltimo de los ingredientes, el repollo. Isidro L¨®pez anda de olla en olla supervisando, dando instrucciones.
"Este cocido es exactamente igual al que sirven en los restaurantes", dice este experimentado cocinero "de toda la vida". "Hay que estar pendiente de que el caldo no se consuma, pero yo no mido el agua que se echa, eso lo s¨¦ por experiencia", comenta mientras indica a los soldados que ya pueden echar la gallina en las ollas. "Es imposible que se pegue: todos los pucheros llevan unas rejillas con cuatro cent¨ªmetros de caldo", explica. Va de fog¨®n en fog¨®n probando el caldo. Todos los ingredientes de este cocido han sido cedidos por el mercado de Las Ventas. "Otros a?os a las tres y media ya no queda nada", comenta un militar.
Mientras, se van cociendo tambi¨¦n largas colas que parten de cada olla. A las 11.00 empiezan a tomar posici¨®n los m¨¢s madrugadores. A las 11.30 ya hay unas 20 personas alineadas en torno a cada olla. A las 12.30 la cola se mezcla con el p¨²blico que atiende al concurso de mantones y el olor del guiso alcanza los balcones de los vecinos. A las 13.30 la fila cruza la plaza Mayor de lado a lado. Y a las 13.45 se producen las primeras peleas entre los que ocupan las primeras posiciones: "Ese se?or se ha colado". "Que no, se?ora, que yo llevo aqu¨ª m¨¢s que usted".
El sol aprieta y en las colas la gente se pone sobre la cabeza sombreros de papel de peri¨®dico, pa?uelos. Natalia ?lvarez y Socorro Mart¨ªnez han optado por dos bolsas de pl¨¢stico azul. Y contin¨²an bailando al sol de la m¨²sica que tocan los del escenario. Los cocineros han destapado las ollas y huele a guiso por todas partes. Junto a ellos est¨¢n ya los 60 alumnos del ¨²ltimo curso de la Escuela de Hosteler¨ªa que ser¨¢n los encargados de servir el cocido en platos de pl¨¢stico. Hay 22.000. "Se pone una raci¨®n por persona. Y el que quiera repetir, a la cola otra vez", explica un militar.
A las dos en punto, como estaba previsto, se apartan las vallas y se empieza a servir el cocido. Por megafon¨ªa suena Cocidito madrile?o.
Natalia ?lvarez y Socorro Mart¨ªnez han logrado ser de las primeras en probarlo. Natalia resum¨ªa: "?Que si est¨¢ bueno? Cojonudo, que lo dijo el Rey".
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