Televisi¨®n privada, pero menos
EL MODELO televisivo espa?ol se ha convertido en un laberinto plagado de trampas. El furor ordenancista de los sucesivos ministros se ha traducido en cinco leyes que est¨¢n en vigor (la de Ordenaci¨®n de Telecomunicaciones, el Estatuto de RTVE y las que regulan los canales auton¨®micos, las televisiones privadas y las emisiones por sat¨¦lite), a las que se suman otros tres proyectos legislativos en v¨ªa de salida: uno nuevo para el sat¨¦lite, otro para el cable y un tercero para las televisiones locales. Toda una mara?a legislativa que, por lo dem¨¢s, se ha violado reiteradamente sin que pase nada. Basta contemplar la situaci¨®n accionarial de dos de los tres concesionarios de la televisi¨®n privada.Durante las ¨²ltimas semanas hemos asistido a una aut¨¦ntica carrera de ayuntamientos y comunidades aut¨®nomas por convocar concursos para cablear sus territorios antes de que la ley sea aprobada por el Parlamento. Las promesas al respecto del alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, ponen de relieve con qu¨¦ alegr¨ªa est¨¢n dispuestos algunos ediles a utilizar el erario p¨²blico al margen de los intereses de los ciudadanos. Como ¨²ltima guinda del pastel televisivo, el grupo p¨²blico Teneo ha anunciado la compra de un paquete de acciones de Antena 3, en una operaci¨®n dudosa desde el punto de vista legal e inadmisible para la decencia pol¨ªtica. Mientras las empresas y los particulares est¨¢n obligados por una norma que les impide tomar participaciones directas o indirectas en dos canales privados, el Estado, que ya opera dos televisiones con una abundante sangr¨ªa en el presupuesto, que roza los 100.000 millones de pesetas anuales, decide poner un pie en Antena 3.
Un sector industrial decisivo para las sociedades avanzadas como es el audiovisual, anda as¨ª sin rumbo fijo en Espa?a, gracias principalmente a los excesos intervencionistas de los poderes p¨²blicos y a la escasa claridad de ideas sobre lo que se juega en este envite por parte de los principales responsables pol¨ªticos. Ciertamente, la base del propio modelo espa?ol no permite grandes expectativas: mantener ingentes subvenciones a las televisiones p¨²blicas al mismo tiempo que compiten con las privadas en la contrataci¨®n de publicidad y de programas es una forma m¨¢s de da?ar directamente la competitividad de las empresas espa?olas. Con p¨®lvora del rey se ha puesto por las nubes el mercado televisivo y se han hundido las tarifas publicitarias en una carrera suicida de rebajas. A todo ello han contribuido sin duda las propias televisiones privadas, pero ha de reconocerse al menos que ¨¦stas no pueden apelar al presupuesto para sanear sus p¨¦rdidas.
Ahora, mientras el Gobierno pide a los contribuyentes que se rasquen el bolsillo para cubrir el d¨¦ficit de la televisi¨®n p¨²blica, decide destinar una parte de los beneficios del grupo p¨²blico Teneo a adquirir acciones de Antena 3 a trav¨¦s de la compa?¨ªa el¨¦ctrica ENDESA y la aseguradora Musini. El argumento de que las empresas de Teneo viven de sus propios recursos, y no del presupuesto del Estado, no se tiene en pie. Lo efectivo y cierto es la dependencia jur¨ªdica y pol¨ªtica de ese grupo respecto del Gobierno. Pero hay m¨¢s: los beneficios de ENDESA se deben en gran parte a una pol¨ªtica de tarifas protegidas por el Gobierno, que hace que la energ¨ªa el¨¦ctrica cueste a los espa?oles m¨¢s de lo debido. La productividad de nuestras empresas y las econom¨ªas dom¨¦sticas est¨¢n penalizadas- por la arrogante imposici¨®n de unos precios el¨¦ctricos fuera de mercado. Mejor ser¨ªa que, ENDESA bajara sus tarifas en vez de dilapidar el excedente en inversiones que s¨®lo se justifican desde el miedo a los medios de comunicaci¨®n.
La alegr¨ªa con que varias empresas p¨²blicas anuncian su diversificaci¨®n en el mundo de las comunicaciones y los multimedia justo cuando empieza a abrirse camino su liberalizaci¨®n, permite preguntarse sobre la m¨ªnima coherencia l¨®gica que anima los prop¨®sitos del Gobierno. La irrupci¨®n del INI en el terreno de la iniciativa privada es, al menos, la de un elefante en una cacharrer¨ªa. Y los prop¨®sitos modernizadores del Ministerio de Econom¨ªa nada tienen que ver con medidas como las que comentamos, afincadas en el intervencionismo y el abuso. Lo m¨¢s curioso es que ¨¦l PP, tan liberal en todo, en este caso calla y sonr¨ªe. Por algo ser¨¢.
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