Nuevo M¨¦xico
EL MAPA pol¨ªtico mexicano, durante 66 a?os asociado al todav¨ªa gubernamental Partido Revolucionario Institucional (PRI), est¨¢ en pleno proceso de cambio. Las elecciones en los Estados de Guanajuato y Yucat¨¢n han puesto al descubierto que otra formaci¨®n pol¨ªtica irrumpe con fuerza en la sociedad mexicana: el Partido de Acci¨®n Nacional (PAN), una organizaci¨®n hist¨®ricamente encuadrada en la derecha cat¨®lica y tradicional que desde 1936, a?o en que surgi¨® como contraofensiva a lo que fue la pol¨ªtica socializante del general L¨¢zaro C¨¢rdenas, ha esperado con ins¨®lita paciencia lograr un poder propio en la toma de decisiones del pa¨ªs.El PAN se acaba de hacer con el rico e industrial Estado de Guanajuato, infligi¨¦ndole al PRI la mayor derrota de su historia, y se ha colocado a s¨®lo un 3% de ¨¦ste en Yucat¨¢n, un Estado que como Chiapas, Tabasco o el resto del sur mexicano ha sido generalmente gobernado por una alianza de poder entre la vieja oligarqu¨ªa pri¨ªsta y los caciques rurales. El enmara?amiento que suele acompa?ar a cualquier elecci¨®n en M¨¦xico, donde existe una larga tradici¨®n de la trampa y el fraude a favor del partido de Estado, ha animado ahora al PAN a presentar cuantos recursos sea posible contra las irregularidades electorales descubiertas en Yucat¨¢n, desde la compra de votos hasta el intercambio de ¨¦ste por sacos de cemento, animales de granja y otros obsequios. El objetivo panista es muy claro: revertir el d¨¦bil resultado yucateco a su favor.
Al margen de la pelea jur¨ªdica anunciada por el PAN en Yucat¨¢n, que se revela tensa por la fragilidad de la victoria del PRI, hay una evidencia que est¨¢ por encima de la coyuntura: los panistas gobiernan ya en cuatro Estados mexicanos (Baja Calif¨®rnia norte, Chihuahua, Jalisco y Guanajuato), se han hecho con las alcald¨ªas de las ciudades m¨¢s importantes del pa¨ªs, tienen una representaci¨®n importante en las dos C¨¢maras, acompa?an al presidente Ernesto Zedillo al frente de una de las carteras m¨¢s dif¨ªciles de su Gobierno -la Procuradur¨ªa General de la Rep¨²blica- y se han planteado un objetivo muy concreto a cinco a?os vista: hacerse con el pa¨ªs en las presidenciales del a?o 2000.
El PRI le est¨¢ ayudando a ello. Golpeado por los asesinatos entre sus dirigentes, corrompido en diferentes escalones por el narcotr¨¢fico, culpable de una crisis econ¨®mica que ha arruinado al pa¨ªs, rechazado por las clases medias debido al mal gobierno de sus dirigentes y con un mensaje ideol¨®gico confuso, el PRI, el partido que salv¨® a M¨¦xico de los golpes militares de Am¨¦rica Latina y mantuvo durante a?os la bandera de la revoluci¨®n mexicana, navega ahora a la deriva. Tambi¨¦n sufre la contrariedad de que, por primera vez en 66 a?os, no lo tutela el presidente de la Rep¨²blica, que ha optado por la distancia.
Guanajuato y Yucat¨¢n han puesto al descubierto el castigo de la sociedad mexicana al PRI y, al mismo tiempo, una derechizaci¨®n del electorado. Los observadores aseguran que esto ¨²ltimo no se ha dado por cuestiones ideol¨®gicas, sino por la falta de confianza que existe en un importante sector de la sociedad hacia el partido oficial, que, pese a su marasmo, ocupa a¨²n el espacio de centro en el pa¨ªs. Frente a una derecha que crece exultantemente y una izquierda arremolinada en torno a Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas, el futuro del centro en M¨¦xico est¨¢ virgen todav¨ªa.
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